La foto de El Plural no es del todo justa pues parece como si los cuatro políticos estuvieran aliados frente al "órdago" catalán y no es cierto.
Como se reconoce en el título, los del Frente Nacional (FN) son tres.
Iglesias no está en él. Tampoco se encuentra muy lejos porque ha puesto
en marcha una táctica lerrouxista para dividir al independentismo
jugando a la ambigüedad y la mistificación de Colau y los suyos que es,
probablemente, tan turbia e inútil como la del FN. Pero no está en él,
es de justicia reconocerlo.
El
FN está formado por Rajoy, Rivera con el reciente añadido de Sánchez de
quien algunos habían esperado alguna aportación original, nueva, audaz y
no esta claudicación ante la intransigencia y la agresividad del
nacionalismo español más antiguo y casposo. Una pena: pudo ser quien
desbloqueara la situación y se hiciera un nombre aportando una solución
al problema más grave de España desde 1939, y ha resultado la comparsa
del sempiterno centralismo oligárquico y anticatalán. Pudo haber pasado
a la historia y se ha quedado en historieta. Su propuesta de una
comisión parlamentaria sobre Cataluña sin los catalanes tiene el mismo valor que el federalismo de Pérez
Rubalcaba: un intento de tomadura de pelo a todo el mundo que no merece
mayor atención. Y prueba de ello es que ya se ha sumado el PP de los
sobresueldos y dentro de nada, lo hará su chico de los recados, Rivera.
Con
esta decisión el PSOE respalda a Rajoy y al partido más corrupto de la
historia de España, la presunta asociación de delincuentes. Demuestra
así que la unidad de España de la derecha (la misma que la del PSOE y,
en el fondo, de toda la izquierda española) está por encima de la
decencia, la verdad y el respeto a los derechos ajenos. Cosa muy normal.
El presidente del Tribunal Supremo, otro devoto ultraconservador,
también acaba de decir que la indisoluble unidad de España es superior al Estado de derecho.
Doctrina que pone la justicia y su paladio, el Poder Judicial, al
servicio del príncipe. Cree el buen hombre que podrá sustituir a los
militares en su tradicional función represiva, ahora que ya no sirven, y
no sabe que tampoco lo conseguirá.
El
presidente de este corrupto gobierno (al que Sánchez se había
comprometido a echar como primera providencia) es el mismo que dinamitó
la convivencia en España recabando firmas contra los catalanes en 2006 y
recurriendo el Estatuto de ese año ante el Tribunal Constitucional que,
obediente a la voz del amo, lo destrozó en 2010 con una sentencia
vergonzosa. En su estúpida inconsciencia Rajoy lo hizo para atacar al
gobierno socialista. Esto es, destruyó la posibilidad de entendimiento
España-Cataluña por sus miserables ambiciones de poder.
Al
prestar ahora su apoyo a este individuo, Sánchez pecha con la
humillación de condonar el juego sucio e irresponsable que se hizo
contra su compañero de partido, Rodríguez Zapatero. Claro que este
tampoco tenía mayor altura de miras pues, tras prometer que aceptaría el
estatuto que saliera del Parlamento, permitió (si es que no apoyó
directamente) que Alfonso Guerra lo vaciara de contenido anunciándolo
así una de las comparecencias más chabacanas de la historia del
parlamentarismo.
Contra
los indepes catalanes vale todo en el nacionalismo español. Hasta el
empleo de ese Tribunal de Cuentas, absolutamente desprestigiado, poblado
de amigos, parientes, enchufados y correligionarios del PP. Este órgano
ha amparado la financiación ilegal de su partido durante 12 años y
ahora pretende confiscar el patrimonio de los responsables de la
consulta del 9N en una actividad represivas repugnantes pues la
confiscación del patrimonio de una persona no solo la arruina a ella
sino también a sus descendientes.
Eso
es lo que el PSOE de Pedro Sánchez está apoyando. La continuación del
franquismo con los mismos medios de la represión, la tiranía y el robo. Y
no solo eso. Al aceptar la mentira del PP de que el referéndum es
ilegal, también está apoyando el resto de la corrupción sistemática de
este partido, como la guerra sucia desde el ministerio del Interior (al
fin y al cabo, también el PSOE organizó los GAL en su tiempo) y el
control férreo de los medios de comunicación, puestos en manos de
auténticos energúmenos como ese sujeto que han contratado en la TV
pública para cobrar de nuestro dinero por insultar a quienes no votan al
partido que le paga.
Esta
lamentable actitud, probablemente influida por los elementos más
reaccionarios del PSOE (González, Rubalcaba, Zapatero, Bono) así como
por sus propias convicciones españolistas y su falta de categoría y
audacia lo ha llevado a extremar su servilismo al extremo de pedir a los catalanes que no voten en lo que llama el simulacro de referéndum.
Pobre hombre. No ha entendido la naturaleza de la cuestión y está
haciendo el trabajo a un gobierno que no tiene ninguna posibilidad de
evitar que los catalanes voten y, gracias a su obcecación, que voten
"sí" hasta los que iban a votar "no".
Nunca
ha estado tan claro y patente cómo una causa se pierde por la
incompetencia, la falta de luces, la prepotencia y el autoritarismo de
un gobierno que no sabe ni en dónde está. Como tampoco lo sabe la
oposición, incapaz de ver que ha sacrificado las posibilidades de un
partido de la izquierda histórica ante un gobierno que carece de toda
autoridad, prestigio y crédito por ser el órgano de una presunta banda
de malhechorees. Un gobierno impotente para imponer su criterio, que
solo cuenta con unos medios de comunicación comprados y unos periodistas
mercenarios a los que nadie hace caso, así como unos jueces sumisos al
poder político que la opinión desprecia.
Cuando
el próximo 11 de septiembre se manifiesten millones en Barcelona en la
Diada y el 1º de octubre voten en el referéndum y gane el "sí" de modo
plastante, todas estas fuerzas del pasado, empezando por el PSOE irán a
parar al basurero de la historia. No a otro sitio. Al basurero. Es muy
de apreciar esa idea de los indepes de que la separación de Cataluña
contribuirá a que España cambie, pero es pura ilusión. España solo puede
cambiar de tamaño, ingenio que he encontrado en twitter..
Los nacionalistas españoles tampoco podrán recurrir a su habitual ultima ratio,
el ejército. No porque a este le falten ganas. Los cuarteles de España
bullen de indignación patriótica y llamadas a la intervención militar.
Pero, recuérdese, los militares casi nunca actúan por su cuenta, sino
instigados, amparados y financiados por los bancos, las empresas, los
consorcios. El ejército es el brazo armado del capital. Franco no se
sublevó por su cuenta sino que encabezó una rebelión urdida y
financiada desde mucho antes por la oligarquía española (y vasca y
catalana) pero, al día de hoy, en la Unión Europea, lo último que
quieren estas clases en España es la intervención y represión militares.
Es, pues, la misma oligarquía, la que impondrá una solución basada en una independencia a más o menos corto plazo de Cataluña.
Esa solución será la tumba del PSOE como partido y de Sánchez como político.
Qué manera tan absurda de suicidarse
Qué manera tan absurda de suicidarse
El PSOE ya ha aclarado que no presentará
una moción de censura (MC). La aritmética parlamentaria, sostiene, no
lo permite ya que sería preciso sumar los votos indepes, algo
inaceptable para los socialistas. Se insiste, en cambio, en pedir la
dimisión de Rajoy. Pero eso es como querer que el círculo tenga la
gentileza de cuadrarse. Algo imposible. Este hombre solo dimitirá cuando
un tribunal de justicia lo condene. Mientras tanto muestra su fortaleza
retando a quienes le piden la dimisión a que presenten una nueva MC,
justo lo que estos no pueden hacer porque no quiere el PSOE.
El
presidente de los sobresueldos y la corrupción galopante se siente
seguro, no por su propia fuerza, sino por la debilidad de su contrario.
Sabe que el PSOE no se aliará con los indepes porque, a su juicio, y al
de la mayoría del partido (incluido seguramente su SG) y de los
analistas esa alianza sería fatal para las expectativas electorales
socialistas y dejaría expedito paso al discurso patriótico del PP. Con
la bandera de la unidad nacional, la derecha taparía su desastrosa
gestión económica, su corrupción y su fabulosa incompetencia y arrasaría
en las elecciones.
Lo
anterior es un supuesto. No puede saberse si correcto a no porque no se
ha probado en la práctica. ¿Y si no fuera así? ¿Y si el electorado
apoyara una política nueva de entendimiento con los catalanes mediante
la convocatoria de un referéndum pactado? Todo cambiaría. El problema es
que eso también sería inaceptable para el PSOE y no solo por el asunto
de Cataluña sino por el más recóndito de la República, algo en lo que la
ambigüedad de los socialistas es patente.
Precisamente
para que nada cambie, el PSOE pasó de "no" al "sí". Y en el "sí" se ha
mantenido incurriendo en la contradicción de apoyar como defensor del
Estado (es de suponer que mediante la legalidad) a aquel a quien se
quiere hacer dimitir por la corrupción. Resolver esta contradicción
llevará los años que resten de legislatura. Es decir, al final, por las
vacilaciones y la falta de audacia y flexibilidad de la izquierda, Rajoy
completará su segundo mandato y el país habrá soportado ocho años de
desgobierno, abuso, mendacidad y corrupción a ritmo lento de bolero
No
era, pues, tan urgente echar a la derecha del gobierno. Lo es mucho más
prohibir el referéndum, frenar la independencia, pues impedirla ya no
parece posible, y esquivar el iceberg de la República. Por todo ello, el
PSOE propone una comisión parlamentaria,
pomposmente llamada de "modernización" del Estado autonómico que, como
sabe todo el mundo, es la vía más segura de empantanar un problema y de
conseguir de paso que un caballo tenga la forma de un camello. Pero
justamente esto ya no es viable por cuanto los independentistas
continúan con su hoja de ruta hacia el 1/10 y el margen de actuación del
nacionalismo español de derecha y de izquierda se ha reducido a menos
de un mes.
La
prudencia no parece haber dictado la decisión de Sánchez de ponerse de
nuevo prácticamente a las órdenes de Rajoy sabedor de que este, a quien
España importa más bien poco, lo dejará tirado si cree tener ventaja
electoral. Y más imprudencia ha sido precipitarse a hacerlo antes de la
próxima Diada. Todas las miradas están puestas en esa fecha. Todos los
actores adaptarán sus decisiones al resultado de la manifestación del
once de septiembre. Hubiera sido más sensato esperar y actuar en
consecuencia.
Si, como muchos suponemos, la participación supera todo lo
anterior con la ocupación democrática y pacífica de una ciudad mediante
un pueblo en marcha, respaldar un gobierno autoritario de maestro
Ciruelo que mantiene la política tradicional del garrote revestida de
una legalidad bajo mínimos es un disparate todavía mayor. Si la derecha
recurre a la política represiva "con todas sus consecuencias", el PSOE
aparecerá uncido a ella y quedará reducido a la irrelevancia por cuanto
esa política está condenada al fracaso en función de dos factores: a) el
grado de movilización de la sociedad catalana en defensa de sus
instituciones, sus dirigentes y las decisiones que estos tomen. Y, de
ser esta muy alta, b) el grado de implicación de la comunidad
internacional y específicamente europea en el conflicto.
Hay materia más que suficiente para corregir el rumbo y pactar un referéndum como se ha hecho en otros países civilizados. La alternativa es perder la centralidad política y vegetar en una situación subalterna hasta la desaparición.
Hay materia más que suficiente para corregir el rumbo y pactar un referéndum como se ha hecho en otros países civilizados. La alternativa es perder la centralidad política y vegetar en una situación subalterna hasta la desaparición.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED