MADRID.- El Gobierno ha anunciado que convocará 250.000 plazas de empleo público, la mayor partida de los últimos años. La mayoría será para interinos, mientras que algunos altos cargos como jueces y fiscales tendrán las mismas 100 plazas de los últimos años. Para la selección, el Gobierno seguirá confiando en el método de siempre: las oposiciones.
Algunos funcionarios valoran las oposiciones como única manera de seleccionar este tipo de personal. Pero la verdad es que apenas se ha comprobado su eficacia, según El País que aborda hoy este tema.
Las oposiciones son hoy un sistema viejo, aleatorio e ineficaz. España
escoge a miles de personas que llevarán el peso de su administración
pública con métodos que nunca han sido comprobados. El sacrificio como
demostración y la tradición —siempre se ha hecho así— son sus valores
más aparentes. Estos son sus problemas principales.
1. No son un sistema científico.
Las oposiciones se apoyan en un supuesto: los candidatos que obtienen
las mejores puntuaciones serán los mejores en su puesto. Pero nadie lo
ha comprobado.
Una ventaja de los test psicométricos es el bajo coste para
los opositores: pueden entrenar unas semanas, pero después es inútil
seguir porque sus resultados apenas van a mejorar.
2. Son un gasto enorme e improductivo de esfuerzo.
Los opositores pasan años preparando una oposición. Dedican una media
de 5 años a resolver un examen que les aportará muy poco si fracasan. En
ese tiempo ni se forman eficazmente ni trabajan: solo se examinan.
Renuncian a ganar un salario, cotizar y acumular experiencia. Mientras
se encierran otros avanzan. El gasto para muchos es vano: el 37% de los
opositores a la carrera judicial abandona antes del quinto intento y
otro 47% sigue probando 5 años después.
El encierro en casa
de miles de jóvenes durante algunos de los mejores años de sus vidas
también trae consecuencias. Este derroche de energía lo pagan los opositores, pero
también la sociedad: esas personas serían más útiles haciendo otra cosa.
El sistema podría ayudar y hacer la selección antes. Es más fácil
reconducir una vocación a los 24 —con una frustración de un año– que a
los 29 y tras 6 de encierro.
Francia tiene un sistema de grandes escuelas donde se limita
el acceso.
Algunos funcionarios defienden que el esfuerzo les permite
luego manejarse mejor.
3. Son aleatorias: influye el turno, el día o los aplazamientos.
Tras años de estudio, es injusto e irracional que el éxito dependa de
situaciones aleatorias o desiguales para los candidatos. Pero así es.
Según los cálculos de Manuel Bagüés, profesor de la Aalto University
(Finlandia), la probabilidad de ganar una plaza aumenta un 55% si el
opositor obtiene uno de los primeros números en el orden de
presentación: al avanzar el día los tribunales se vuelven quisquillosos.
También es peor examinarte un lunes o sufrir aplazamientos. Cada día
que a un opositor a Notarías lo convocan y no lo examinan, sus opciones
se reducen un 5%.
En todos los procesos de selección influyen cosas ajenas y
la suerte. Pero las oposiciones son un caso límite por lo que está en
juego: años de esfuerzo y un puesto de por vida.
4. Son una oportunidad solo para quien puede estar 5 años sin obligaciones.
La oposición es un riesgo: supone invertir años en un éxito improbable.
No es una apuesta cautelosa, como quien estudia por las tardes mientras
trabaja por la mañana. Es toda la vida dedicada a un objetivo. ¿Quién
puede hacerlo? En mayor medida gente con más renta y colchón familiar:
no tienes trabajo pero pagas al preparador.
El dinero es una ventaja material. Pero no es la única que
ofrece el origen de un opositor: ¿quién sabe a los 17 años que ser
inspector de Trabajo, TECO (Técnico Comercial) y abogado del Estado son
salidas profesionales posibles? Quien lo ha visto en casa. En parte por
eso hay tantos notarios y registradores que son hijos de notarios y
registradores.
Los lazos familiares también predicen más aprobados. La
probabilidad de éxito de los candidatos con un apellido similar al de
miembros del Cuerpo del Estado al que aspiraban es un 100% superior a lo
normal, según los datos de Bagües.
En el caso de diplomáticos y
abogados del Estado, la ventaja sube al 200%. Los motivos pueden ser
legítimos: si tienes un familiar dentro, te habrá orientado mejor, y es
más probable que estudiases en la universidad idónea y tengas al mejor
preparador. Hasta puede que hayas heredado disciplina e inteligencia.
Pero hay motivos de inquietud: la ventaja de los familiares potenciales
desaparecieron en las pruebas escritas y anónimas de algunas
oposiciones.
5. Excluyen a determinados perfiles. Las personas que aspiran a una oposición tienen un perfil típico por
renta, edad y origen. También comparten rasgos psicológicos.
La conservación de la tradición va en los genes del
opositor. Por ese mismo motivo, los incentivos que tienen los
altos funcionarios para cambiar su método de selección son escasos.
Gracias a la plaza fija, los altos funcionarios saltan a
menudo a la política. El modo estricto de selección impide la
frescura de otros perfiles que podrían atreverse con otros modelos.
6. Hay mejoras posibles, también en España. El MIR de los médicos podría ser un sistema alternativo. Al sistema suelen reconocerle dos ventajas: la práctica profesional y que sea progresivo.
El MIR arranca con un examen de conocimientos excelente. Pero la
prueba de conocimientos no es suficiente. Los funcionarios necesitan en el
fondo aptitudes similares.
La otra virtud del MIR es que es escalonado: el examen no es
definitivo sino un escalón más. Antes de la prueba los estudiantes de
medicina ya han sido seleccionados: saben desde adolescentes que
necesitarán buenas notas si quieren entrar en la Facultad de Medicina.
También estudian 6 años de carrera conscientes de que al final habrá una
prueba donde el mejor podrá escoger.
En otros países el acceso y en general las carreras en la
administración son más flexibles y están profesionalizadas. Es así en
Reino Unido y también en los países nórdicos, que son líderes en los
rankings de buen gobierno. El argumento más repetido en España para
justificar plazas en propiedad desde el principio es que así se protege
al funcionario de los vaivenes y la presión política.