Entre las ‘habilidades técnicas’ que se utilizan en los golpes de
Estado figura la imagen del ‘vacío de poder’ como el momento propicio
para desbordar la legalidad e imponer una dictadura por encima de la
ley. Así lo hicieron en España los golpistas del 23-F, Suarez había
dimitido y Calvo Sotelo no había sido investido presidente cuando Tejero
entró en el Congreso de los Diputados y secuestró al Gobierno y a todos
los diputados del país con la intención de poner al general Armada como
el presidente de la nación, lo que afortunadamente no prosperó.
Pues algo parecido acaba de ocurrir en Cataluña pero aún en fase de
tentativa: en España llevamos ocho meses sin Gobierno, el Rey celebra
este miércoles unas consultas decisivas para la investidura de un nuevo
presidente del Ejecutivo y, en el interregno del largo vacío de poder,
los secesionistas catalanes de ‘Juntos por el si’ y la CUP a instancias
de la Presidenta y la Mesa del Parlamento catalán, se han declarado en
rebeldía contra el Tribunal Constitucional (TC). Y han acordado con
mayoría de la Cámara la ‘desconexión’ catalana del Estado al margen de
la legalidad.
Estamos ante una grave decisión que, al margen de los recursos
legales que han de conducir a la suspensión de sus funciones de la
presidenta del Parlamento Catalán y de los miembros de la Mesa que
aprobaron la propuesta luego votada en la Cámara catalana, constituye un
paso mas reiterado, recalcitrante y desafiante que merece una
respuestas clara y contundente del Estado como lo sería la suspensión
del Estatut catalán.
Todo lo demás ya se ha ensayado, probado, recurrido y condenado en el
marco legal español y la consecuencia de la larga vía legal solo ha
servido para recalentar los ánimos en pos del enfrentamiento entre el
independentismo catalán (que sustentan ciertos poderes económicos de
Cataluña) y el Estado. Lo que debe conducir lo antes posible a un punto y
a parte o punto final, con la intervención de la instituciones
catalanas. Las que por cierto están necesitadas de una seria auditoria
que ponga a flote el inmenso pantano de la corrupción de los partidos
secesionistas.
Todo lo demás son paños calientes que dejan en la indefensión mas
absoluta a mas de la mayoría de la sociedad catalana y al conjunto de la
sociedad española que asiste perpleja a semejante espectáculo. El que
se suma a la crisis institucional española en la que el nuevo desafío de
los secesionistas catalanes puede tener un impacto decisivo a favor de
la formación rápida de un gobierno de amplia base y estable que esté en
condiciones de abordar la rebelión catalana y los graves problemas
económicos, sociales e institucionales que tiene España.
No hay mal que por bien no venga, dice un proverbio español. Pues
bien vamos a ver si esta rebelión que los secesionistas catalanes han
puesto en marcha, en víspera de las reuniones del Rey Felipe VI con los
primeros líderes nacionales Rivera, Iglesias, Sánchez y Rajoy, puede
favorecer la investidura y formación del Gobierno de España en un plazo
breve de tiempo.
Así debería ser y si fuera posible con la presencia en el Gabinete de
los representantes del PP, PSOE y C’s lo que daría estabilidad y la
máxima fuerza política a las decisiones que el nuevo Gobierno deberá
tomar. Y que en el caso catalán han ser contundentes visto el olímpico
desprecio de los dirigentes secesionistas catalanes al Tribunal
Constitucional y a la legalidad. Lo vimos durante la consulta del 9N que
ni el Gobierno ni el TC se atrevieron a prohibir y de esos lodos
consentidos estos polvos de la rebelión abierta y frontal que ahora
tenemos que abordar.
(*) Periodista