Viva la
coherencia empresarial. ¿ O será que los japoneses de Nikkei, nuevos
dueños de las famosas cabeceras británicas Financial Times y The
Economist, han empezado a reorientar la línea editorial de seriedad
mantenida durante tantos años por el Grupo Pearson? Por ejemplo, esto es
lo que afirma con dos bemoles un editorial de FT este lunes: ‘El
Gobierno nacionalista de Cataluña tiene derecho a comprobar el apetito
de su pueblo por una ruptura de España’.
No
dice dónde nace ese derecho, en qué fundamento legal y
constitucional se asienta. Tampoco recuerda que los catalanes
decidieron hace 38 años aprobar la Constitución de 1978 por el 90,46%
de votos. Ni siquiera informa de que esa Constitución proclama que
ese tipo de cuestiones las tiene que decidir el conjunto de los
españoles.
Pero hay más. El título del editorial parece
tratar de mostrar sosiego y templanza: ‘España y los catalanes
deben evitar una colisión’. Es un texto que circula por una línea
fina entre las exigencias de los separatistas y los peligros que
conllevaría la independencia; entre la necesidad de un acuerdo
para evitar una crisis y los elogios al Gobierno de Rajoy por sus
‘duras reformas’ que han logrado que la economía española haya
empezado a remontar.
Pero el argumento central oscila
peligrosamente a la bilateralidad, como si España y Cataluña
fueran entidades similares y no una parte de la otra. El autor del
editorial considera ‘probable’ la mayoría independentista en
las elecciones del domingo próximo, y sólo se atreve a criticar dos
aspectos del listón que se ha puesto a sí misma la lista de Junts pel
Sí: la mayoría de escaños, por un lado, y la táctica de la
Generalitat de no informar abiertamente a los votantes catalanes
de los costes de la independencia.
Dice FT: ‘Los partidos
secesionistas han fijado un umbral para la victoria el domingo
demasiado bajo al aspirar a una mayoría absoluta de escaños. No
deberían tener derecho a declarar ninguna victoria a menos que se
garanticen al menos el 50% de todos los votos emitidos’. Lo que no
dice FT es que el propio Estatut fija para decisiones importantes
una mayoría de dos tercios del Parlament.
De igual manera, FT
se deja en el tintero cuál es el baremo, dónde se pone el listón de
participación. ¿En el minúsculo 33% del censo de votantes que
fueron a las urnas en el simulacro del pasado 9 de noviembre? ¿Es
que tan pocos pueden decidir tanto por tantos? ¿No sería más
apropiado, en todo caso, fijar un umbral de participación que
dirimiera sin lugar a dudas una opinión más o menos generalizada?
La
línea editorial del Grupo Pearson se autoexigió mayor rigor legal y
político en otro editorial, éste de la revista The Economist, el
14 de noviembre de 2014. Se inspiraba en la normativa canadiense,
que habla de una ‘clara mayoría’ para una posible escisión de
Québec, no una mayoría simple.
Y proponía un proceso en tres
etapas. La primera tratarían de recomponer los aspectos del
Estatut que el Tribunal Constitucional echó abajo. La segunda buscaría
el nuevo encaje en una reforma constitucional. Y la tercera, un
referéndum que fuera legal con una pregunta clara ‘y un mínimo del
80% de participación’. Qué menos. El editorial de este lunes de
FT no menciona a Canadá y equipara el caso catalán al de Escocia, de
nuevo sin comparar las diferencias sobre legalidad y
legitimidad.
No obstante, FT sí le pone unos cuantos deberes
a Artur Mas y demás independentistas: ‘Los partidos a favor de la
independencia le deben al pueblo de Cataluña el ser más honestos
sobre los costes de la ruptura. Los separatistas reivindican que
cuando Cataluña deje de transferir su recaudación fiscal a las
regiones más pobres de España, habrá más dinero para gastar en casa.
Esto no tiene en cuenta muchos de lo desafíos que el nuevo país
afrontaría’.
Entre esos desafíos: ‘Una Cataluña independiente
necesitaría volver a pedir su admisión en la UE y en el euro, y su
ingreso estaría lejos de estar garantizado. Una declaración de
independencia hundiría a Barcelona y a Madrid en una crisis
constitucional sin precedentes que sin duda socavaría la
confianza empresarial’.
Como resumen, el editorial
proclama solemnemente: ‘FT cree que la secesión no va en interés
de Cataluña, ni de España, ni de la UE’. Para evitar la crisis,
propone una ‘tercera vía’ entre lo de ahora y la independencia,
pero sin concretar demasiado. Menciona vagamente una mayor
autonomía dentro de ‘una nueva Constitución’ y que el Gobierno sea
‘más generoso’ en las atribuciones fiscales.