Si por Estado entendemos un monopolio territorial de la violencia que
sufraga sus actividades mediante la exacción tributaria, una de las
muchas cuestiones que podríamos preguntarnos al respecto es por qué emergieron originalmente los Estados.
A la postre, durante la mayor parte de la historia de la Humanidad hemos vivido sin Estados y, cuando estos comenzaron a formarse,
solo surgieron en algunas escasísimas zonas del planeta (especialmente
en algunas zonas de Egipto, Oriente Medio, China y la India) de modo que
la mayor parte de la población mundial siguió practicando la caza, la
recolección, el pastoreo o la horticultura sin someterse a ningún
Estado.
¿Por qué ocurrió esto? Una hipótesis bastante popular, que además conecta con la lectura marxista
de la Historia, es que las sociedades se organizaron tribalmente hasta
que la productividad del trabajo se incrementó lo suficiente como para
generar excedentes y, merced a esos excedentes, dividir a la sociedad en clases:
la clase de explotados (aquellos que generan los excedentes productivos
con su trabajo y que no los retienen enteramente) y la clase de
explotadores (la élite que se apropia de parte del excedente de los
explotados y que, por consiguiente, vive a su costa).
Desde esta
perspectiva, pues, el surgimiento de los Estados resultaría un
subproducto inevitable del desarrollo de las fuerzas productivas:
conforme una sociedad se volviera mínimamente próspera, aparecerían
estructuras dirigidas a parasitar a las fuerzas productivas.
Esta hipótesis, empero, tiene un problema: como decíamos, los Estados
solo emergieron en zonas geográficas muy limitadas y concretas, que
además ni siquiera se solapan perfectamente con la emergencia de la agricultura.
Por ejemplo, no emergieron Estados en aquellas sociedades dedicadas al
cultivo de tubérculos o raíces, como la patata, la yuca, el sagú o la
picuta. ¿Cabe pensar que ninguna de esas sociedades anestatales
experimentó ganancia alguna de productividad que permitiera la
emergencia de un Estado que explotara sus excedentes? ¿Cabe pensar
incluso que las sociedades de cazadores y recolectores tampoco
disfrutaron de ninguna ganancia de productividad sin dar el salto a la
agricultura? No, no es una hipótesis verosímil.
¿Por qué los cultivos de cereales son cruciales para el surgimiento de los Estados?
Existe, empero, una explicación alternativa formulada exquisitamente por el antropólogo James C. Scott en su libro 'Against the grain'.
Según Scott, los Estados surgieron originalmente en sociedades agrarias
especializadas en el cultivo de cereales (trigo en Egipto, cebada en
Mesopotamia, trigo y cebada en la India, o arroz y mijo en China).
¿Por
qué los cultivos de cereales son cruciales para el surgimiento de los
Estados? Porque los cereales son el mejor sustrato agrario posible para
establecer un sistema fiscal: no son fáciles de ocultar, son duraderos,
almacenables, divisibles, estacionales, transportables y poseen un alto
valor energético. Además, el agricultor no puede dejarlos sin cosechar,
puesto que necesita recolectarlos para la siembra y cultivo de la
próxima temporada.
Todo ello facilita la emergencia de un sistema fiscal:
una oligarquía local o extranjera que se ubica jerárquicamente (por
razones políticas o religiosas) por encima de los agricultores a quienes
les exige en tributo parte de sus cosechas estacionales, las cuales
deben ser transportadas (en ocasiones a largas distancias) hasta el
templo o el palacio a cambio de protección.
La alternativa a la
emergencia de esas oligarquías tampoco es necesariamente satisfactoria
para la población local: los cereales almacenados son susceptibles de
saqueo y pillaje por parte de los bandidos itinerantes, de modo que una
mafia estacionaria que les ofrezca protección (a cambio de una
fiscalidad inicialmente baja) puede ser de su interés.
Por el contrario, el cultivo de tubérculos y raíces no confería muchas de esas ventajas tributarias:
pueden ocultarse bajo tierra porque además no son siempre estacionales
(uno no sabe si hay raíces y tubérculos listos para ser recolectados),
no pueden almacenarse durante largos períodos de tiempo y, por tanto,
tampoco pueden transportarse a largas distancias y tampoco son
ampliamente divisibles.
De ahí que las sociedades especializadas en
estos cultivos (ni tampoco las de cazadores y recolectores) no
engendraran una oligarquía local que parasitara a los agricultores por
muy productivos que estos fueran.
Pues bien, la hipótesis de James C. Scott ha sido recientemente
confirmada por tres economistas, Joram Mayshar, Omer Moav y Luigi
Pascali en un artículo publicado en el 'Journal of Political Economy'
bajo el título "The Origin of the State: Land Productivity or Appropriability?".
Según estos autores, la evidencia etnográfica es concluyente: existe un mecanismo causal entre el cultivo de cereales y la emergencia de los Estados;
un mecanismo que se halla ausente en el caso de la productividad de la
tierra. Los Estados, pues, emergieron como formas de apropiación de
aquellos excedentes productivos que eran susceptibles de apropiación,
incluyendo la posibilidad de que emergieran para evitar establemente
(bandido estacionario) que criminales organizados practicaran el pillaje intermitente contra esas poblaciones agrarias (bandido itinerante).
Sin embargo, el análisis de los datos deja una cuestión sin resolver:
si el cultivo de cereales volvía a las poblaciones agrarias víctimas
potenciales del pillaje de bandidos itinerantes o del estacionario
bandido estatal, ¿por qué esas poblaciones optaron por especializarse en
este cultivo y no, en cambio, en raíces y tubérculos no susceptibles de pillaje?
Remitirse a la idoneidad del suelo no resuelve la cuestión, puesto que
estamos hablando del período de transición desde el nomadismo al
sedentarismo, de modo que bien podría haberse evitado el asentamiento en
suelos solo propicios para el cultivo de cereales.
Podríamos plantearnos por qué el Estado terminó convirtiéndose en la forma predominante
Los autores del 'paper' consideran una posibilidad: que el diferencial
de productividad entre los cereales y el resto de cultivos fuera tan
elevado que, aun con pillaje de por medio, les resultara conveniente
cultivar cereales.
James C. Scott, sin embargo, plantea otra
posibilidad: que fueran las incipientes oligarquías locales
las que semiesclavizaran (“domesticaran”) a la población local para que
esta se especializara en cultivar cereales.
En este sentido, por
ejemplo, las murallas que rodeaban a las primitivas ciudades-Estado
no tendrían como propósito fundamental proteger a la población local de
los ataques exteriores, sino dificultar que la población local escapara
de la ciudad y del predominio extractivo de las élites locales.
Asimismo, otra cuestión que indudablemente podríamos plantearnos es por
qué, siendo inicialmente tan escaso el número de Estados, este terminó
convirtiéndose en la forma política predominante hasta la actualidad.
Y
aquí la razón parece clara: la obtención de tributos basados en cereales
otorgó a los Estados primitivos una mayor capacidad fiscal para organizarse
burocrática y militarmente, facilitando así la conquista, dominación y
explotación de otros territorios y de otras poblaciones (las cuales o
fueron anexionadas por la fuerza en algún imperio o tuvieron que
organizarse estatalmente para repeler la invasión externa). Como
famosamente sentenció Charles Tilly, el Estado hizo la guerra y la
guerra hizo al Estado.
En definitiva, en su misma génesis el Estado fue una herramienta de confiscación, conquista y parasitismo oligárquico
que, para más inri, no tuvo por qué estar vinculada con la mejoría de
la productividad o de la calidad de vida de la población local (aunque
cabría imaginar algunos escenarios en los que esto sí fuera parcialmente
así).
Una naturaleza que, en el fondo, sigue siendo la misma a día de
hoy por mucho que también se encargue de proveer los llamados “bienes
públicos” que pueden contribuir a incrementar la productividad de una
economía y, por tanto, el excedente confiscable por el propio Estado
(pero ¿habría formas no estatales
de proveer esos bienes públicos y, por tanto, de retener las ganancias
de productividad sin depender de una oligarquía parasitaria que las
impulse?).
(*) Catedrático
https://blogs.elconfidencial.com/amp/economia/laissez-faire/2022-01-03/origen-de-los-estados-pillaje-confiscacion_3352458/