El Partido Socialista ha incorporado un corazón a su campaña. Te amo, España. Ciudadanos inauguró la serie cardiaca en las elecciones al
Parlament de Catalunya del 2012, en las que consiguió pasar de tres a
nueve diputados. Un corazón con tres banderas, la española, la catalana y
la europea, frente al “dret a decidir”. Unidos Podemos también
concurrió con un corazón a las últimas elecciones generales (26 de junio
del 2016). Cosas de Íñigo Errejón, campeón del populismo amable.
A
Errejón no le gustaba la coalición de Podemos con Izquierda Unida e
intentó rebajar la sobredosis de izquierda con un simpático corazón
multicolor, acompañado del lema “La sonrisa de un país”.
Para variar
fueron acusados de bolivarianos, puesto que Hugo Chávez había utilizado
un corazón en una de sus campañas. Corazón, corazón. Un mensaje tan
endulzado no consiguió el ansiado sorpasso al Partido Socialista .
Los
populares también le han puesto un poco de corazón a su resurgimiento
aznariano. El nuevo emblema del PP, estrenado en una reciente
convención, transforma la silueta del charranco –que no gaviota– en un
trazo auricular.
España 2019: un país partido por la mitad que se llena de
corazones. Es cruel la Mediática. La Mediática es un conjunto de
disciplinas técnicas, entre ellas la publicidad, que permiten a la
política actualizar y digitalizar la máxima del cardenal Mazarino:
“Simula y disimula”. A más mala leche, más corazones.
El PSOE ya ha presentado su campaña. “La España que
quieres”. Directa al corazón, con un spot muy bien realizado, entre
sentimental e ideológico, que se apodera descaradamente de la caligrafía
de Podemos. Imágenes en blanco y negro, textura de moda después de
Roma, la grandiosa película del mexicano Alfonso Cuarón del éxito
local de la serie Arde Madrid, de Paco León y Anna R. Costa. En
tiempos embravecidos, la austeridad del blanco y negro refuerza la
intensidad dramática de los mensajes. Los simplifica y los depura.
“Soportarnos”. Esta es la idea. Una España viable y
tolerante, ante la posibilidad de que todo se vaya a la porra. El viejo
Partido Socialista sigue siendo el más profesional de todos. Parece como
si tuvieran previstas las elecciones desde hace meses. No
necesariamente ha de ser así, aunque un equipo específico de la
presidencia del Gobierno venía trabajando desde hace tiempo en la
hipótesis del adelanto. Pedro Sánchez no ha perdido el tiempo estos
ocho meses.
Con la inestimable ayuda del terceto de la plaza Colón y de
la inefable pareja Carles Puigdemont-Joaquim Torra, los socialistas
plantean la campaña como un plebiscito: una España soportable en la que
quepamos todos, o una España desgarrada y malhumorada hasta la
eternidad.
Con música de José Luis Perales, el Partido Socialista apela
a los previsibles deseos de tranquilidad de la gente ante el fenomenal
incendio político y mediático provocado por unos acontecimientos
objetivos –los hechos de Catalunya–, excitados a diario por la salvaje
competición de los clics, las microdescargas de adrenalina y dopamina
que convierten en adictivas las redes sociales.
El PSOE se presenta como calmante ante el bloque de
Sevilla, que sólo ve viable España con la aplicación indefinida del
artículo 155 en Catalunya. Calmante o descarga eléctrica.
Corazón, corazón.
(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia