VALENCIA.- España llevó a cabo sus grandes obras portuarias hace 20 años. Los puertos
gastaron miles de millones de euros en ganarle superficie al mar, pero
llegó la crisis y los planes de expansión se enfriaron. Ahora, cuando
los tráficos marítimos crecen a un ritmo sostenido y la recesión parece
un mal sueño, estos enclaves comienzan a plantearse si ampliar sus
terminales de mercancías al abrigo de aquellas grandes obras.
El puerto de Valencia ha tomado la delantera
y proyecta una terminal de 1.200 millones de euros que, una vez
acabada, duplicará su capacidad y le acercará a puertos del norte de
Europa como Róterdam (Holanda), según adelanta hoy El País.
El contexto es favorable después de unos años duros: las grandes
compañías marítimas están concentrando sus cargas y apuestan por las
rutas y puertos más competitivos; y el crecimiento del transporte marítimo
se mantiene en 2018, con los puertos de Algeciras, Valencia y Barcelona
a la cabeza en España y entre los 10 primeros de Europa en movimiento
de contenedores.
El puerto valenciano cuenta hoy con espacio para 7,5 millones de TEU
(o contenedores de veinte pies -el tamaño estándar- por sus siglas en
inglés) y en 2018 se sobrepasarán en ocupación los cinco millones.
“De
las tres terminales importantes de Valencia [en manos de Cosco, MSC y
APM], dos están saturadas y, si tenemos en cuenta el ritmo de
crecimiento anual, llegar al 85% de ocupación nos costaría de seis a
ocho años. En ese momento llegaríamos al punto crítico de saturación”,
explica el presidente de la Autoridad Portuaria de Valencia, Aurelio
Martínez.
La instalación portuaria cree que hay interés en invertir y explotar una nueva terminal aprovechando que se ha convertido en un hub mixto –movimiento import/export
y tránsito internacional-.
“Si lo hubiésemos sacado hace tres o cuatro
años, con un mercado más recesivo, no hubiéramos tenido demanda ni nadie
dispuesto a licitar”, reconoce Martínez.
El ambiente es ahora más
optimista, así que el 23 de noviembre se aprobaron los pliegos
definitivos de la ampliación, en marzo de 2019 se convocará el concurso y
en verano se espera poder elegir a la empresa que construirá y
explotará la futura terminal, que se ha proyectado en fases.
“Pensamos
que se va a adjudicar razonablemente bien, pero si al final no hay nadie
que se presente, obviamente no la haremos. Solo irá adelante si hay un
inversor privado”, precisa Martínez. Ese inversor asumirá la parte más
cara, el equipamiento de la terminal, con un presupuesto de 800 millones
de euros. A cambio tendrá una concesión de explotación de entre 35 y 50
años.
Valencia ya cuenta a día de hoy, se acabó en 2005, con el muelle de
abrigo al amparo del cual se construiría la cuarta terminal de
contenedores. Pero faltaría rellenar lo que ahora es agua, compactar los
terrenos, echar hormigón y asfaltar; operaciones que costarían 400
millones de euros y que financiaría el puerto con sus propios recursos.
La terminal tendría capacidad para otros cinco millones de contenedores,
con dos kilómetros de muelle, una superficie total de 137 hectáreas y
20 metros de calado. ¿Por qué embarcarse tan pronto en una ampliación
tan grande?
Según el presidente, el puerto ocupa una ubicación central y
estratégica en los nodos de transporte con Asia y el norte de Europa.
Además está en una comunidad autónoma exportadora y es, gracias a
su gran hinterland o zona de influencia, el puerto de Madrid.
Barcelona y Algeciras también quieren crecer
Valencia se ha adelantado pero no es el único puerto que barrunta
posibles ampliaciones de sus instalaciones. Unos kilómetros más al
norte, el puerto de Barcelona, que acometió su gran ampliación de 2000 a
2014 –con una inversión de 4.000 millones de euros- descubrió hace unos días
que ha iniciado los estudios preliminares para la construcción de una
tercera terminal de carga en su dique sur a 12 o 15 años vista.
“Tenemos
que empezar a pensarlo ya porque las obras portuarias tienen que
planificarse con mucha antelación”, aseguran fuentes de la entidad. La
terminal gestionada por APM está muy cerca de su plena capacidad y el
nivel de ocupación de la terminal BEST, gestionada por la compañía china
Hutchison, roza el 84%.
Al sur, el puerto de Algeciras, líder en España, tiene disponibles
unas 37 hectáreas, incluyendo zona pública. Dispone de un muelle de 680
metros de longitud a los que se sumarán otros 130 adicionales.
En total,
810 metros en línea con el muelle de la terminal semiautomática de la
zona de Isla Verde Exterior, conocida como Total Terminal International
Algeciras (TTIA) y gestionada por una empresa surcoreana.
La Autoridad
Portuaria gaditana está elaborando también su nuevo plan director, que
contempla nuevas ampliaciones aunque, al igual que Barcelona, carece
todavía de detalles porque se está elaborando. Los planes de expansión
del puerto de Tánger, en Marruecos, podrían condicionar esa expansión.
Y en Bilbao, cuyo principal mercado es la Europa atlántica, la
Autoridad Portuaria inicio en 1992 las obras de ampliación en la zona
conocida como el Abra Exterior, donde se han invertido hasta la fecha
1.000 millones de euros.
El nivel de ocupación del puerto bilbaíno ronda
actualmente el 87%, uno de los más elevados del sistema portuario
español, por lo que está construyendo un nuevo muelle, llamado Espigón
Central, cuya primera fase se acabará en 2019. Serán 74 millones de
euros de presupuesto, 334.000 metros cuadrados ganados al mar y más de
un kilómetro de línea de atraque.
Si Valencia culmina su cuarta terminal de contenedores, esta sería la
primera semiautomatizada [Barcelona y Algeciras ya la tienen] con lo
que el puerto prevé rebajar los costes mientras su capacidad total
aumentaría hasta los 12,5 millones de contenedores. Valencia, ahora
quinto puerto europeo en tráfico de contenedores, se consolidaría como
espacio portuario de referencia en el Mediterráneo y se situaría más
cerca de la capacidad del líder europeo, el puerto de Róterdam.
Siempre
sin perder de vista el crecimiento del puerto griego del Pireo, cuyo
accionista mayoritario, la china Cosco, quiere convertir en el gran
centro logístico para la distribución en Europa de mercancías
procedentes de Asia.