Cinco meses han transcurrido desde que
presenté mi candidatura a presidir Ciudadanos en las primarias que se
celebraron la última semana de enero de 2017. Desde esa fecha, debo
confesar que no salgo de mi asombro y mi grado de preocupación por el
futuro del partido aumenta cada día más. La razón, la constante y
continuada pérdida de efectivos, en muchos casos, difíciles de
reemplazar.
Un importante analista político, que sigue habitualmente a mi partido, me decía “Ya
he perdido la cuenta de cuántas bajas van y dónde se han producido. Es
una pena”. Otro no menos importante analista me subrayaba “Creo que en
la Ejecutiva no son conscientes de la gravedad”.
En el proceso de primarias, cuando recibí el
número de afiliados (que no el censo), descubrimos que habíamos perdido
más de un tercio de los afiliados. Sólo un mes antes el partido había
establecido el número de compromisarios en base a unos 31.000 afiliados,
y el día de las primarias me informan que el número de afiliados era de
20.065. Se habían perdido más de 10.000 afiliados.
Tras
la Asamblea de febrero de 2017, la sangría de bajas es constante, sin
que parezca tener visos de parar. Todas las semanas soy conocedor, ya
sea a través de chats, por llamadas de afiliados o directamente a través
de los medios de comunicación en los casos más relevantes, de nuevas
bajas del partido.
Sólo en los últimos
días, han saltado por los aires los grupos municipales de Huelva y
Segovia, a los que se suman el viernes pasado las Cortes Valencianas.
Centenares de concejales, cargos orgánicos e institucionales, diputados
autonómicos y diputados provinciales, han abandonado el partido en toda
España.
A todos ellos, debemos sumar lo
más preocupante. Según los datos que me llegan, se estiman en más de
13.000 las bajas netas de afiliados desde las elecciones generales de
2016. En Cataluña, la cuna y el germen de partido, casi el 40% nos han
abandonado. En mi propio municipio, la agrupación de Las Rozas, una de
las más relevantes de la región de Madrid, hoy tiene poco más de ochenta
afiliados, cuando hace un año éramos unos ciento cincuenta.
En las elecciones de 2016, ya tuvimos serias
dificultades en cubrir el territorio nacional para llevar a cabo la
campaña electoral, dejando muchos lugares desatendidos por no tener
efectivos suficientes. También nos fue imposible, incluso en las grandes
ciudades, cubrir los puestos de apoderados en los colegios electorales
de importantes distritos, no pudiendo controlar el proceso electoral con
garantías y tampoco recopilar las actas de las mesas para su
comprobación. Nótese el detalle de que en Madrid Ciudadanos estuvo a
poco más de dos mil votos de obtener el séptimo escaño.
Esta
situación, es un hecho insólito, que, salvo toda duda razonable, no ha
ocurrido en ninguna organización política en España en tan corto espacio
de tiempo. Me estoy refiriendo al ritmo de destrucción de la masa de
afiliados.
A este paso, en el año
electoral ordinario de 2019, Ciudadanos no tendrá efectivos en las
calles, la campaña electoral será imposible realizarla con éxito y ni
siquiera tendremos apoderados en la mayoría de los colegios electorales.
Durante
las últimas semanas, hemos sido testigos de la elección de varias
juntas directivas de agrupaciones locales. Allí dónde, en el año 2015,
podíamos ver a un centenar de afiliados votando en algunas agrupaciones,
hoy apenas lo han hecho un par de docenas. En algunos municipios y
distritos menores, ni siquiera se ha podido crear la junta directiva por
falta de afiliados dispuestos a ejercer el cargo.
El partido al que yo me afilié inundaba las
calles de globos y camisetas naranjas, provocando notoriedad e ilusión
en los municipios y barrios en los que se montaban las mesas
informativas o los “cafés ciudadanos”. Esa imagen regeneradora, en las
calles, y sin apenas medios, con el esfuerzo de la gente, se está
perdiendo a marchas forzadas porque no tenemos efectivos para realizar
esa función tan importante.
Esta
situación, es insostenible. Hace escasamente un año, las mesas
informativas en las calles estaban nutridas de afiliados y
simpatizantes. A día de hoy, es muy complicado juntar media docena de
personas en algunas agrupaciones, y en el mejor de los casos, se logra
porque acuden de otros municipios o distritos vecinos afiliados
incombustibles, así como algunos cargos institucionales. En algunas
mesas puedo ver a una docena, pero si preguntas su procedencia, sólo
unas pocas pertenecen a la agrupación. Estas personas son las que hoy
por hoy están sosteniendo la imagen del partido a pie de calle, siempre,
claro está, que cualquier día no decidan abandonarlo, como está
ocurriendo a diario.
Las causas generales
de las bajas en el partido parecen tener un denominador común, según me
trasladan tanto los cesantes como fuentes del partido. Parece ser, la
falta de coherencia, que provoca desorganización y desmotivación.
También
me ha sorprendido la respuesta ante la opinión pública que estamos
teniendo ante las personas que abandonan el partido, donde en algunos
casos las tildamos de “tránsfugas” y les exigimos que devuelvan el acta alegando que “es del partido”.
Personalmente, soy de la opinión de que un
cargo institucional que no esté de acuerdo con las decisiones que tome
el partido debe dimitir antes de no acatarlas y tratar de hacer valer
sus opiniones por el cauce orgánico interno. Yo mismo se lo he pedido a
algunos cargos y así lo han hecho. Pero a día de hoy, la Ley dice que el
acta es de la persona, y no de los partidos, por lo tanto, debemos
respetarlo y trabajar más en convencer a las personas discrepantes con
argumentos razonables para que permanezcan en el proyecto. Si un
afiliado abandona el partido, es nuestro fracaso y nuestra
responsabilidad, no del afiliado.
En mi
opinión, a las personas que, por un motivo u otro, corre por su mente la
opción de abandonar el proyecto, no se les debe tratar como si fueran
apestados y abandonarlos a la deriva, ya que de una manera o de otra,
han contribuido a que el ideario del partido se haya extendido y hoy
seamos la cuarta fuerza política en España.
Antes
de que ocurra lo inevitable, se debe tratar de mantener a estas
personas con la motivación e ilusión con la que arrancaron el primer
día, para que se multiplique el número de afiliados y el partido pueda
desarrollar su labor política con garantías para poder competir con
éxito y ganar las elecciones.
El análisis
de estos datos y hechos que hoy expongo es una crítica constructiva
para el bien de nuestro proyecto común. Desde esta columna de opinión
hago un llamamiento a la Ejecutiva de Ciudadanos para que tome en
consideración estos hechos y ponga en marcha las medidas necesarias para
poner fin a esta situación.
No querer ver esta realidad, sería un error
de consecuencias terribles que podría terminar con el partido en unos
pocos años, del mismo modo que un cáncer va reduciendo la funcionalidad
del ser hasta su fallecimiento.
La misión
del Comité Ejecutivo debe ser recuperar el espíritu y la motivación que
llevó al partido a contar con más de 30.000 afiliados que recorrían toda
España con la ilusión y la fuerza que supone apuntar en la misma
dirección, y multiplicar esa cifra con el trabajo diario. Para ello,
cuentan con todo mi apoyo.
Por cierto.
Mucho cuidado. Las encuestas pueden ser, no siempre, una guía que
permite saber cuál es la intención de voto sobre un partido. Pero hay un
hecho que es indiscutible del que la Historia es fiel testigo. Sin
soldados, no se ganan batallas, y la próxima batalla electoral está a la
vuelta de la esquina.
(*) Militante de C's en la Comunidad de Madrid
PD: Hoy les dedico el tema “Personal Jesus” de Depeche Mode https://youtu.be/u1xrNaTO1bI