La política se ventila en el reino de la
ficción. Como los cantares de gesta, los hipogrifos o los amores de
Angélica y Medoro. Con la diferencia de que mientras las fabulas
literarias se desvanecen en el recuerdo y la metáfora, las políticas
afectan con dureza la realidad de la vida de las gentes.
Esos
500 millones del ala que deja de ingresar el Estado habrán de ser
repuestos por los demás contribuyentes. Esa es la realidad. No se
cuestiona aquí si el cálculo es justo o equitativo. Solo se señala que
es el precio objetivamente puesto por el PNV para apoyar los
presupuestos de Rajoy y posibilitar la continuidad de su gobierno, un
gobierno al que se opuso cerradamente desde el principio.
Todo esto
mientras Ibarretxe se persona en Barcelona y suelta a los catalanes una
teórica sobre el derecho de autodeterminación de los pueblos. Ese
derecho este año vale 500 millones; el año que viene, las circunstancias
decidirán. Mientras el gobierno español dependa de los votos
nacionalistas, estos exigirán un precio. La habilidad, parece decir el
PNV, es no poner un precio demasiado alto. Eso del referéndum cierra el
corazón de los gobernantes madrileños y, con el corazón, la bolsa.
Entre
los indepes catalanes, la decepción es grande. Para ellos el referéndum
ya no es cosa de precio, sino de principios y ven cómo los pragmáticos
vascos se escurren. Ahí hay por cierto un interesante debate pendiente
entre la izquierda abertzale y la CUP. Algunos sostienen, con bastante
razón, que los vascos, de hecho, son ya independientes pues gozan de la
substancia de la independencia que es la soberanía fiscal. Vascos y
navarros. Dos excepciones que, a fuer de excepciones, invalidan el
frecuente enunciado de Rajoy de la igualdad de todos los españoles. Se
invocan entonces los antiguos fueros que dan lugar al concierto y
consiguiente cupo blindados. Lo cual les posibilita la indeferencia
respecto a quién y cómo gobierne y/o robe en Madrid.
Cuando
los catalanes solicitan acogerse a la misma excepción se les dice que
no por razones obvias de inviabilidad de la financiación del Estado
autonómico. Además se les recuerda que esa solución (concierto) se les
ofreció al comienzo de la transición y la rechazaron. Obviamente un
error que no debiera aducirse como razón en contra de la legitimidad de
su actual petición.
La
ficción del nacionalismo e independentismo vasco, largos años
enmarañado con la violencia, acaba en la dura realidad de una
distribución desigual de las cargas financieras entre las CCAA. Que el
Estado no tenga otra forma de conservar la integridad territorial que
tanto le obsesiona sino es perpetuando un injusticia es desalentador. E
injusto. Ya se sabe que, siempre que se forma una mayoría en democracia
(la que busca Rajoy con sus presupuestos), la tendencia será a hacérselo
pagar a la minoría.
El
problema es cuando esa minoría, la catalana en este caso, confirma que
no tiene posibilidad alguna de convertirse en mayoría porque es una
minoría estructural y, por lo tanto, siempre estará en una posición de
subalternidad. Da así en la flor de convertir su ficción de
independencia en un independencia real.
Como sucede con el del PNV, el discurso
de Podemos evidencia un abismo entre la ficción y la realidad y comete
una injusticia parecida, aunque con distinta víctima. Dicen los del
partido morado ser objeto de sostenida, cerrada, agresividad del frente
mediático. Forma parte de su relato autojustificativo. "Contra Podemos",
suelen decir, "todo vale". Esto parece facultarlos para rechazar las
críticas. Sin excepción. Sus contenidos no se examinan. Son falsos por
ser críticas que reproducen todos los medios.
¿Todos? Algo de razón quizá tenga Podemos. Por ejemplo, esta infame y vergonzosa noticia del sándwich entre Podemos y La Sexta
ha sido reproducida por todos los medios de derecha extrema. No así los
medios comerciales más moderados en donde no se encuentra. No parece,
pues, haber un frente cerrado de los medios contra Podemos y, desde
luego, La Sexta no forma parte de él, como tampoco mucha prensa digital
en donde Podemos tiene su propio diario, Público, con un estudio también propio de TV. Tan mal no están.
El
discurso tiene mucho de ficción porque, como puede comprobar cualquiera
de buena fe, es Sánchez quien tiene a todos los medios cerradamente en
contra de él, incluido Podemos a quien no interesa que Sánchez gane las
primarias porque es el único con el que el PSOE puede recuperarse. O, si
se quiere, cerradamente contra el PSOE que Sánchez representa ya que el
otro, el de la gestora golpista y epistolar tiene en general buena
acogida en la prensa, en especial la de derechas. La caudilla en la
portada del ABC ha sido definitiva.
Con
este ruido de lo icónico y el debate de a quién beneficia o perjudica
una imagen suele perderse de vista la cuestión de fondo. Aquí esa
cuestión es qué juicio merece la noticia sobre La Sexta. Porque supongo
que nadie dudará de su veracidad; nadie dirá que es un montaje, falsa,
un fake. Es una grabación de la policía autorizada por un juez en
la que se dice que se está haciendo algo que es, en realidad, una
variante de la vieja pinza entre Anguita y Aznar contra González
en los lejanos 90. No es un delito. Es, simplemente, una inmoralidad.
Una inmoralidad de Podemos.
Anguita
reaparece cada vez más detrás de Iglesias y el mensaje del dúo es el
mismo: lo prioritario es acabar con el PSOE y ponerse en su lugar. Y, si
no es así, que gobierne la dereceha. Envidia, rencor y despecho al
mismo tiempo. El disparate de la moción de censura sin apoyos los ha
llevado al frenesí de respaldarla en la calle, como si eso le diera
mayor peso parlamentario. Está claro que con ella se quiere obligar al
PSOE a retratarse apoyando al PP. Al PSOE parlamentario. Pero, por mucha
amalgama de los dos PSOE que Podemos quiera hacer, ese discurso
fortalece el PSOE callejero, el de la militancia que apoya a Sánchez.
Es
decir, en su ceguera contra el PSOE, Podemos ayuda a la recuperación
del partido que quiere destruir. No hay ficción que pueda eludir esta
realidad.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED