¿Se ha pasado de frenada Albert Rivera en la envestida contra Pedro Sánchez
por su tesis doctoral? ¿Lo ha hecho para protegerse, ya que el
currículum que había divulgado durante estos años tenía muchas zonas
oscuras? ¿Tiene el techo de cristal el presidente de Ciudadanos con su
currículum varias veces modificado en las últimas horas, en el que
aparecen y desaparecen doctorados, másters e incluso un doctorando en Derecho Constitucional?
Doctorando, el nuevo vocablo que fácilmente se puede confundir con
doctorado, aunque en el caso de Rivera ni lo segundo ni tampoco lo
primero. La rectora de la Universidad Autónoma de Barcelona se encargó
de pinchar el globo de manera taxativa: no ha hecho ninguna tesis y, por
tanto, no se le puede considerar doctor; y no está matriculado para
realizarla, por tanto, tampoco es un doctorando. Punto y final.
Parece evidente que el presidente de Ciudadanos ha recogido estas
últimas horas el boomerang que lanzó, a mediados de semana, contra Pedro
Sánchez, al que acusó de plagiar su tesis doctoral y
ha llevado contra las cuerdas, obligándole a publicarla en contra de su
voluntad.
La tesis en cuestión, que lleva por título "Innovaciones de la
diplomacia económica española: Análisis del sector público 2000-2012",
ha resistido la prueba después de pasar diferentes controles de
programas informáticos para detectar si puede considerarse o no una
tesis copiada. Otra cosa es el nivel de la tesis doctoral y si se
merecía o no el cum laude con que fue calificada por
la Universidad Camilo José Cela.
Pero no era ese el debate que abrió
Rivera y determinada prensa de Madrid contra Sánchez. La discusión era
plagio sí o plagio no y, por ahora, Sánchez sale airoso del combate
técnico aunque, eso sí, enormemente desgastado políticamente.
Pero volvamos a Rivera: ¿Qué ha sucedido con su currículum que,
cuando se inició en política en 2006 estaba tan florido de titulaciones,
hasta la actualidad, en que es mucho más austero? El presidente de
Ciudadanos llega al fin de semana como el cazador cazado por más que
tienda a no sonrojarse nunca y los suyos hayan salido en tropel a
defenderle.
Es tan confuso e irregular lo que ha acabado haciendo con su
currículum que si no fuera quien es su partido le podría aplicar
perfectamente lo que se dice en los Compromisos para la regeneración democrática que
presentó Cs. Es muy claro, lo que dictamina el código ético de los
naranjas en estos casos: apartar de cualquier cargo público o de partido
a todo aquel representante que haya falsificado o engañado en relación a
su currículum o a su calificación profesional o académica.
¿Algo que decir, Albert Rivera?
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia