El golpe de Estado pasito a pasito arrancó allá por el año 1980, y el
PP y el PSOE, el PSOE y el PP, Felipe González, José María Aznar, José
Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy, la derecha, los medios de
comunicación y la burguesía catalanas, lo dieron por bueno, lo avalaron,
lo financiaron, lo encubrieron y lo apoyaron, abandonando a su suerte
centenares de miles de catalanes.
Estuvieron calladitos e, incluso,
algunos apoyaron las tropelías: discriminación generalizada de los
discrepantes, discriminación lingüística, prohibición de estudiar en una
de las lenguas oficiales, persecución a quien empleara una lengua
oficial, financiación ilegal y discriminatoria del proceso desde los
medios públicos y buena parte de los privados, incumplimiento reiterado
de la legislación vigente, control de jueces y funcionarios, amparo y
encubrimiento de los políticos corruptos, listas negras de desafectos…
Y
ahora, al leer en El País la Constitución que se han preparado, un
monumento al absolutismo que se carga cualquier atisbo de democracia, se
han acojonado, porque han visto que el asunto, como algunos venimos
diciendo y escribiendo hace años, va muy en serio.
Pues sí, va tan en serio que el proceso de desconexión, o sea, la
intención de subvertir el orden constitucional, no va a parar porque lo
detengan voluntariamente aquellos que lo han organizado durante tantos
años. Y ello supone que el enfrentamiento va a ser en serio, todo el
mundo va a tener que retratarse, y en esas situaciones no se sabe por
dónde va a salir el sol, o sea, que va a haber tensión, de la buena, y
la sociedad catalana corre el riesgo de la coexistencia y el
entendimiento se vean seriamente alteradas.
Tras conocerse el texto de la Constitución coreano-bolivariana que se
han fabricado, Rajoy se ha puesto serio. Pero Puigdemont y sus huestes
lo tienen muy claro, y estamos a días o semanas de que anuncien la fecha
del referéndum y la pregunta, que ya sabemos cuál es. Como sabemos que
si lo anulan pretenden declarar la independencia “esta vez porque sí”,
como los referéndums de Franco.
Y este referéndum no es comparable ni equiparable a la pachanga de
noviembre de 2014. Aquél no fue convocado por la Generalitat, cobarde,
que ordenó que dieran la cara las organizaciones que se denominan
cívicas en su incivismo. Y Rajoy, de acuerdo con Artur Mas, y desoyendo
al fiscal general del Estado, les dejó hacer.
Ahora no, ahora la cosa va
en serio. El referéndum va a ser convocado por el Gobierno catalán, con
carácter vinculante, y los convocantes tienen todo previsto para poner
en marcha la independencia de Cataluña. Por mucho que Soraya Sáenz de
Santamaría haya negociado horas y horas en secreto con Oriol Junqueras,
ERC no va a jugar el papel de aguafiestas, porque se hundiría en las
siguientes elecciones, y se va a quedar de comparsa, dejando el
protagonismo a otros. Pero la moneda está echada.
En este escenario, a Rajoy se le acerca la fecha de tener que aplicar
la Constitución. Se llenan mucho la boca apelando a ella, al resto de
los mortales nos la aplican, junto al resto de las leyes vigentes, sin
miramiento alguno. A los independentistas catalanes, no, les han tenido
miedo y nos les convenía disgustarles. Reitero lo escrito decenas de
veces. ¡Por qué tanto miedo a aplicar el artículo 155 de la
Constitución, que en contra de lo que dicen tantos que no lo han leído,
no suspende la autonomía, sino que se limita a esto, literalmente:
1. Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que
la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente
gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo
requerimiento al presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no
ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá
adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento
forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado
interés general.
2. Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado
anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de
las Comunidades Autónomas.
¿Dónde se habla de suspensión? Se trata simplemente de que, si no se
cumple la ley, se adopten las medidas para que se cumpla. Así de
sencillo. Y habrá que aplicarlo, porque ellos no van a parar. Pero
claro, Rajoy necesita apoyos políticos, y lo tiene crudo. Cuenta seguro
con Ciudadanos, pero tiene dudas ciertas y lógicas con el PSOE de Pedro
Sánchez.
Este es el panorama real. Que dibuja un escenario en el que incluso
puede haber enfrentamientos en las calles. Los servicios de información,
la Policía y la Guardia Civil tienen perfectamente estudiado el asunto.
Pero todo depende de Rajoy. Y ya se sabe que con Rajoy nunca se sabe
nada. Nos acercamos a la aplicación del 155, o no.
(*) Periodista
http://www.republica.com/en-el-anden/2017/05/28/acercandonos-al-155/