Durante 24 horas el presidente del Grupo Prisa Juan Luis Cebrián, exdirector del periódico ,
y primer ejecutivo del principal grupo periodístico en lengua española,
con influencia evidente en América Latina, ha comparecido en la Radio y
Televisión para hablar de su libro de Memorias (interesante desde el
punto de vista informativo, muy mentiroso en datos históricos
importantes), que lleva por título “Primera página”, en el que narra sus
peripecias periodísticas y políticas, desde sus inicios en la prensa
oficialista del franquismo, hasta su salida de la dirección de El País
en 1988, para ejercer funciones ejecutivas empresariales, y para tomar
decisiones económicas, algunas de ellas decisivas, en la crisis del
Grupo y su endeudamiento, que llegó a ser de 5.000 millones de euros y
con una acción hundida en bolsa .
El País
La entrevista de Jordi Évole el domingo en “La Sexta”, sólo ha sido
el aperitivo de la que este lunes le ha hecho Carlos Alsina en el
programa “Más de Uno” de Onda Cero. Una entrevista en la que el señor
Cebrián, imitando a Umbral, solo quería hablar de su libro y , el
entrevistador quería que, además del libro, aclarase determinados
aspectos importantes sobre sus actividades empresariales y de negocios
al margen del periodismo, que le han llevado a aparecer tangencialmente
en “Los Papeles de Panamá”, a través de su exesposa Teresa Aranda. Algo
que el entrevistado ha calificado de “infamia” y de “miserable”, pero
que no ha querido aclarar. Ni eso, ni sus relaciones con el empresario
iraní Massiud Farshad Zandi, y su empresa Star Petroleum, controlada por
sociedades “offshore” en Seychelles y Samoa, de la que el Presidente de
Prisa, tiene el 2% que supuestamente se lo habría regalado el tal
Zandi.
Poco a poco, con habilidad, Alsina ha ido preguntando y, ha sido el
propio entrevistado el que ha hecho , también poco a poco , el perfil de
su propio retrato. El , está por encima del bien y del mal y, como
Presidente de Prisa, no tiene por qué dar explicaciones del sueldo de
millones de euros que gana en una empresa que ha estado a punto de
arruinar , con decisiones estratégicas , para las que no estaba, ni está
preparado, o sobre cuál es su patrimonio y sus sospechosos negocios
petrolíferos en Sudan del Sur. Sería lo mismo, ha llegado a decir, en
una comparación que resulta sorprendente, que si tuviese que explicar
cuántas veces se masturba. Las veces que se masturba evidentemente no
tiene interés para el lector de El País, aunque por lo visto es
un tema que debe preocupar bastante al entrevistado, pero saber qué
intereses empresariales y financieros tiene el hombre que controla con
mano de hierro el Grupo Prisa, sí.
Porque en Prisa no se mueve nadie, ni se publica nada, ni se toman
decisiones políticas y mediáticas importantes, sin que lo sepa Cebrián,
el hombre que ha conseguido que los herederos de Jesús Polanco, el
verdadera creador de El País, sean unos simples accionistas que
tienen menos influencia en el Grupo que un tal Antonio Navalón, el
hombre que , junto con Gregorio Marañón y Beltrán de Lis, se han hecho
con el poder, en el entorno en el que se mueve Cebrián, que , hace
tiempo que dejó de ser periodista para convertirse en “lobysta”.
La entrevista de Alsina debería servir de ejemplo en las Facultades
de Periodismo, de cómo con elegancia, talento y un punto de osadía,
venciendo el miedo que en la profesión le tienen a Cebrián, se puede
llegar al fondo del alma humana, hasta conseguir un autorretrato que,
hasta ahora , el público y especialmente el lector de El País,
no conocía, de ese hombre que ha convertido Prisa en un conglomerado de
intereses políticos, en los que la Banca tiene un importante papel.
Intentar conocer los compromisos económicos que tiene, quien preside el
primer grupo periodístico de el país, refugiándose en la masturbación,
es tan patético como insistir en que las decisiones importantes de cada
publicación las toman sus directores y que él no interviene en nada, ni
siquiera en la prohibición de que nadie del periódico pueda participar
en publicaciones que le hayan relacionado a ėl , indirectamente , con
los “Papeles de Panamá”.
Y aun más patética fue su despedida que sonó a auténtico chantaje
¡Vamos a tener que publicar el patrimonio de la familia Lara y de
Mauricio Casals!”. No sabemos si, después de esa frase, volvió a
masturbarse, cosa que, por otra parte, importa poco al ciudadano y al
lector de El País y solo a él y a su psiquiatra…
(*) Periodista y economista