Por mas que las públicas discrepancias entre el PP y PSOE parezcan
insalvables al día de hoy, y que incluso en las encuestas se detecte una
mayoría de ciudadanos contrarios a un pacto de Gobierno entre estos dos
partidos políticos todo apunta a que ‘las viejas guardias’ del PP y
PSOE y los poderes fácticos de lo que va quedando del Régimen de la
Transición están, en estos días de descanso veraniego, sentando las
bases de un posible acuerdo de ‘gran coalición’ entre ambos partidos
para el día después de las elecciones generales del otoño o de final de
año.
Se trata de un acuerdo que busca primar al bipartidismo tanto en la
reforma electoral tras la esperada irrupción de Podemos y Ciudadanos en
el arco parlamentario nacional, así como de cara a la reforma de la
Constitución y ahí incluida la cuestión territorial. Y por supuesto con
la búsqueda de unos nuevos pactos de la Moncloa en los ámbitos de la
economía y el empleo para crear un gobierno estable y con mayoría
suficiente para abordar todas estas cuestiones a las que se les podría
añadir Ciudadanos en bastantes de los capítulos pendientes de ese
‘misterioso’ y al parecer discretamente en marcha acuerdo nacional.
¿Quién está detrás de esta maniobra? Por los dirigentes históricos y
actuales de los dos grandes partidos políticos, con Felipe González como
muñidor en el campo del PSOE y José María Aznar en el campo del PP, si
Rajoy no consigue un buen resultado electoral. También se interesan en
el gran acuerdo las principales empresas del Ibex y del ámbito
financiero, muy preocupadas todas ellas en la necesidad de garantizar la
estabilidad política para mantener el nivel de inversiones de los
fondos extranjeros y mejorar el crecimiento y el empleo.
Y desde luego, con un acuerdo PP-PSOE para gobernar la próxima
legislatura quien no puede estar en desacuerdo es el palacio de la
Zarzuela porque consolidaría la nueva monarquía del Rey Felipe VI y
permitiría una ‘pacífica’ y controlada reformas de la Constitución que
incluya aspectos relativos al estatus de la Corona y los derechos en la
sucesión del trono de la mujer, en beneficio de las infantas Leonor y
Sofía.
Los motivos para urdir la gran coalición, que ni el PP ni el PSOE van
a reconocer antes de que concluyan las elecciones generales, están en
el temor de que los socialistas que lidera Pedro Sánchez caigan en manos
del Podemos de Pablo Iglesias como ya ha ocurrido en importantes
Comunidades Autónomas y Ayuntamientos de varias de la primeras capitales
de España, donde las primeras decisiones populistas, algunas de ellas
entre pintorescas y estrafalarias, han desatado alarmas por si ese
modelo se trasladara al gobierno de la nación y avanzara en contra de la
Monarquía, un temor que existe como tal.
Así mismo está la crisis del desafío catalán que se considera otro de
los motivos que empujan a favor del gran pacto PP-PSOE, en pos de una
clara defensa de la unidad de España, máxime si el gobierno central se
viera obligado a tomar medidas drásticas contra los secesionistas.
Desde luego los poderes políticos del PP y PSOE y los fácticos de los
ámbitos empresarial y financiero -y ahí incluidos algunos grandes
grupos de comunicación- lo que no van a propiciar es un acuerdo de
Gobierno entre PSOE y Podemos, ni tampoco un Gobierno del PSOE con
partidos nacionalistas independentistas, porque esa modelo ya ha
fracasado en Cataluña con Maragall y Montilla y está en el origen del
actual desafío secesionista de Artur Mas.
Sin embargo el acercamiento del PP y del PSOE a partidos como Unió o
PNV si se considera factible. Máxime una vez que existe otro problema a
solucionar como es el de la crisis de Navarra donde el populismo ha
ocupado el poder foral y corre el riesgo de un intento de acercamiento
inconstitucional de Navarra al País Vasco, lo que sería otro elemento
preocupante de desestabilización territorial de ahí el interés de poder
acerca el PNV al campo constitucional.
Naturalmente, para hablar de la ‘gran coalición’ PP-PSOE hace falta
conocer los resultados electorales y el número de escaños de los dos
grandes partidos políticos en las elecciones generales. Porque a la
vista de lo que dicen las encuestas al día de hoy ninguno de los dos
grandes partidos van a poder lograr la mayoría absoluta en coalición con
otro de los pequeños, bien sea Ciudadanos o Podemos, y pasar a tres o
mas partidos para lograr la investidura ello será considerado una señal
mas que inequívoca de inestabilidad política.
De ahí que lo que ahora trabajan con sigilo, pero de manera decidida,
los urdidores de la gran coalición sea el gran pacto nacional entre PP u
PSOE porque no ven mas salida para la estabilidad española que la gran
coalición. Con o sin Mariano Rajoy en la presidencia del Gobierno
-suenan otros nombres para ellos como Sáenz de Santamaría o Núñez
Feijoo-, y con o sin Pedro Sánchez al frente del Gobierno o del PSOE,
porque Susana Díaz sigue dispuesta desde Andalucía a favorecer un gran
acuerdo de nivel nacional y cuenta con apoyo de Felipe González y del
poder del mundo financiero y empresarial. Y a no descartar un Mario
Monti, o un empresario independiente como Manuel Pizarro o alguien de
ese estilo y nivel para presidir ese tiempo de estabilidad y de reforma
constituyente ‘controlada’.
Lo que sí parece claro es que los nacionalistas independentistas y
los nuevos partidos y movimientos populistas, Podemos y sus ‘mareas’ no
van a tener fácil su llegada al poder central de la nación. Ni el PSOE
ni el PP parecen dispuestos a consentirlo y se estén poniendo en marcha
bases de acuerdos confidenciales para evitar semejante situación. A
igual que no parece fácil que Ciudadanos logre tal número de escaños
para permitir al PP o al PSOE gobernar en su sola compañía. Al final,
los sigilosos estrategas que están urdiendo la gran coalición insisten
en que no hay mas salida que el pacto entre los dos. Y las noticias de
que, lentamente se está recuperando electoralmente el bipartidismo del
PP y del PSOE juegan a su favor.
(*) Periodista