El primer estudio sobre intención de voto del que se tiene
conocimiento fue un fiasco. Lo realizó en 1824 un pequeño periódico
local entre los 3.000 habitantes de Harrisburg, la capital de
Pensilvania, y predijo erróneamente que Andrew Jackson derrotaría a John
Quincy Adams en la lucha por la presidencia de Estados Unidos.
Más
recientemente, los muestreos demoscópicos fallaron también de forma
estrepitosa en Reino Unido (a propósito del ‘Brexit’), en Colombia, que
rechazó contra todo pronóstico un tratado de paz con la guerrilla de las
FARC, y en Estados Unidos, donde las encuestas atinaron al vaticinar
que Hillary Clinton sumaría más votos en términos absolutos que Donald
Trump pero no tuvieron en cuenta que la preponderancia de la figura del
compromisario en aquel sistema electoral terminaría abriéndole la Casa
Blanca al magnate.
Los desaciertos en España quedaron al descubierto
durante las segundas elecciones legislativas de 2016, en las que Rajoy
obtuvo 137 diputados, frente a la horquilla de 116 a 121 que fijaban los
sondeos, y Ciudadanos sacó 32 escaños, lejos de los 40 que le asignaban
las proyecciones.
En Murcia, la última encuesta sobre estimación
de voto fue encargada y pagada por ‘La Verdad’ al Cemop (Centro de
Estudios Murcianos de Opinión Pública) en 2015. Salió publicada el 18 de
mayo, una semana antes de la cita con las urnas, y auguraba que el PP,
encabezado por Pedro Antonio Sánchez, perdería la mayoría absoluta. El
estudio erró en la atribución de escaños a los populares, que obtuvieron
22 frente a los 18-20 que se les suponía, y en el cálculo de los que
obtendría Ciudadanos (9-11, frente a los 4 que cosechó finalmente).
Pero
el Cemop acertó en lo sustancial:el PP perdió la mayoría absoluta, que
es de 23 diputados, y desde entonces gobierna la Región a trancas y
barrancas, apoyado en la muleta de Ciudadanos y ninguneado a menudo por
la oposición.
El cabreo de una parte de la dirección del PP con el Cemop
fue tan mayúsculo que desde lo más alto del partido se acusó a los dos
profesores de la Universidad que lo codirigen (Ismael Crespo,
catedrático de Ciencia Política, y Juan José García Escribano, profesor
de Sociología) de haber ‘cocinado’ torticeramente la encuesta para
desmovilizar a su electorado en favor de Ciudadanos, algo que la
realidad desmiente por sí sola: la formación de Albert Rivera logró solo
4 de los 45 parlamentarios en liza, por lo que cuesta creer que se
viera beneficiada en sus magros resultados por el sondeo del Cemop.
Pero
el malestar en las alturas del PP, y en algún despacho noble de San
Esteban, no quedó en semejante tontería, sino que llegó al extremo de
cortarle la financiación al Cemop –que no puede hacer su trabajo sin
ayudas públicas–, pese a formar parte del equipo, entonces y ahora,
Maribel Sánchez-Mora, a quien el propio Pedro Antonio Sánchez fichó como
consejera de Educación y Universidades un mes después de la encuesta.
Desde entonces, hace ya tres años, estamos a ciegas en Murcia, y no solo
en lo relativo a la intención de voto. Aquel sondeo revelaba también la
gran inquietud que la corrupción suscitaba en el electorado y la pobre
percepción que se tenía del Gobierno regional, cuya gestión era tildada
como ‘mala o muy mala’ por el 41,9% de las personas preguntadas.
Y
así, a ciegas, llegaremos a los triples comicios (municipales,
autonómicos y europeos) de 2019, si la Asamblea Regional no lo evita
antes. Los cuatro grupos parlamentarios analizarán en una próxima
reunión de la Junta de Portavoces la petición que Ismael Crespo y García
Escribano remitieron días atrás a la presidenta de la Cámara para que
esta se encargue de financiar todos los años dos barómetros semestrales
de opinión pública, a razón de 15.000 euros, y otros dos estudios más
completos, antes y después de cada convocatoria electoral, que elevarían
el coste total a 50.000 euros.
Al cabo de varios meses jugando a la
pelota por las reticencias de los populares, consta por fin la buena
disposición de PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, pendiente de que la
plasmen en un acuerdo parlamentario adoptado por unanimidad, que es la
condición impuesta por la presidencia de la Asamblea para embarcarse en
el gasto.
El Cemop plantea en su propuesta explorar la intención de voto
en vísperas electorales, pero también evaluar cada seis meses la
situación económica y la política, con una mirada retrospectiva y otra
prospectiva a un año vista; preguntar por los problemas que aquejan a
los murcianos; conocer y valorar a los líderes políticos; puntuar la
gestión del Gobierno regional pero también la de la oposición, y
escudriñar la confianza ciudadana en determinadas instituciones.
Las
encuestas han sido incorporadas a la vida pública por las comunidades
de Aragón, Baleares, Andalucía, Valencia, Canarias, Castilla y León,
Navarra, Galicia y País Vasco, conscientes sus dirigentes de que aportan
calidad democrática. También ponen de los nervios a los partidos, que
suelen moverse a golpe de sondeos, como se aprecia estos días en la
política nacional.
Ciudadanos navega con viento de cola, y lo sabe por
su triunfo en Cataluña pero también porque lo señalan todas las
encuestas, tanto las que confeccionan empresas privadas como las que
publica el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). Sucede, sin
embargo, que ni las unas ni las otras ofrecen información
particularizada sobre el estado de ánimo en las distintas regiones, y
cuando, de uvas a peras, los investigadores del CIS aterrizan en una
autonomía como Murcia para rastrear la intención devoto, preguntan a 400
personas (600, a lo sumo), que son la mitad de las sondeadas por el
Cemop en sus barómetros.
Las encuestas permiten a gobiernos y
fuerzas opositoras orientar sus políticas, y a veces incluso
reconducirlas. Basta recordar el esfuerzo del PP regional por adaptarse a
una nueva realidad social con la celebración en marzo de las primeras
elecciones primarias que el partido de Rajoy ensayará en España, en
forma de un congreso extraordinario que tendrá por objeto reafirmar el
liderazgo de Fernando López Miras, a quien su mentor Pedro Antonio
Sánchez designó en su momento sin que a los 37.000 afiliados se les
diera la oportunidad de legitimarlo.
Pero estudios barométricos como los
que el Cemop propone encierran otra virtualidad aún más importante para
el común de los ciudadanos, porque no se limitan a aventurar cómo las
distintas candidaturas se repartirán el voto, sino que reflejan también
el sentir de la población respecto de asuntos polémicos que están en
boca de todos.
Nos permitirían, por ejemplo, saber si la Plataforma pro
Soterramiento goza de un apoyo mayoritario en su reivindicación de que
el AVE no llegue a Murcia hasta completarse el enterramiento de las vías,
cómo delimitar en el Mar Menor el interés de los agricultores y la
necesaria protección medioambiental de la laguna, hasta dónde nos parece
que organizaciones como Podemos y Ciudadanos han satisfecho las
expectativas que alimentaron en 2015, o si las primarias del PP
responden a un intento sincero de profundización democrática o más bien a
una operación cosmética.
Carecemos de respuestas para estas y
otras preguntas, por lo que, mientras no haya encuestas confiables que
nos ayuden, seguiremos corriendo el riesgo de que los mensajes
interesados de los partidos terminen por engatusarnos o el ruido de las
redes sociales nos ensordezca del todo.
(*) Columnista