MURCIA.- Durante la Semana Santa murciana y las Fiestas de Primavera, con gran afluencia de personas a la ciudad de Murcia en los últimos quince días, ha sido mucho el público, local y foráneo, que ha pasado por la Sala Municipal de Exposiciones del Palacio del Almudí para contemplar la última del pintor hispano-colombiano Willy Ramos, titulada 'El Jardín de Pepa", en homenaje a su mujer, murciana, Pepa Cano, y diseñada y comisariada por la hija de ambos, Carmen Ramos. La muestra permanecerá abierta hasta el domingo 19 de mayo y los catálogos estarán disponibles a partir del jueves 18 de abril.
En ella el pintor colombiano rinde homenaje a su mujer, con la que lleva más de 50 años. Con una combinación única de
colores vibrantes y formas fascinantes; sus obras brillantes evocan al
placer de estar vivo.
El pintor ha realizado unas
doscientas exposiciones entre individuales y colectivas que suponen un
recorrido por museos y galerías de medio mundo. Ha participado con sus
obras en las más conocidas ferias internacionales de Arte. (ARCO, Art
Toronto, Art Miami).
Como dice un admirador y amigo del pintor y su esposa, el periodista ciezano, Antonio Arco, cuando contempló una exposición anterior de nuestro artísta en la Región de Murcia, "olvídese de todo, hágame caso. Ahora está usted a punto de entrar en el Edén, volver a la niñez, recuperar la alegría, celebrar el gozo de estar vivo con los ojos abiertos como soleados balcones.
Deje a las afueras los ruidos de la calle, la cabeza y el alma, ese deambular triste de fantasmas que acechan, de la culpa, la hipoteca, las flechas fracasadas de Cupido, el corazón tenebroso, los sobresaltos, la prisa y el último suspiro ante el dolor del mundo, que se deja caer sin red por el acantilado.
Respire. Sienta contemplando las obras de Willy Ramos cómo las acaricia el mismo viento joven que mece la cebada. Adhiérase a la fiesta: del color y del baile, del rumor de los bosques, los arroyos, las flores, la magia del rocío, el vapor de aire puro que recubre járdines y caminos en vilo que indican cómo poder hacerse cómplice del misterio, las estrellas, los pájaros sin rumbo, las mariposas rojas, el río de mil colores, la danza de las nubes, el secreto que acompaña a cada nuevo eclipse
Hágase la luz en mitad de las sombras, la rutina, el derrumbe, porque nos merecemos un descanso y gozar de estas obras, de las ‘chicas lindas’ que nos llevan de fiesta, del jardín japonés, de esa dama dormida sobre plácidas olas, de un diluvio de pétalos, de la lava sin rumbo, el espino, el musgo, el jazminero. Luz, no espesura(s).
Así es su pintura, un clamor de sirenas, un estallar de cíclopes, un galopar de orquídeas que rechazan el tedio y saben que han nacido para deslumbrar vidas. Hay tiempos que te gustaría que fuesen eternos, junto a personas que no deberían desaparecer nunca, en escenarios de los que no te marcharías jamás. Tú allí, sostenido en mitad de un sueño sobre las aguas que recorren sus encendidos óleos sobre tela; tú allí, en mitad de un paisaje de amarillos y azules, clavados los ojos incrédulos y extasiados sobre esas flores blancas de las que te enamoras.
La vida, fluyendo; y tú, no queriéndote ir de esta pintura, de la música que se esconde entre las pinceladas, los juegos, la inocencia, todo aquello que no ha sido todavía corrompido. Qué bien sienta en los momentos de agobio, en los días tensos, volver a saborear con la memoria, si acaso, aquellas obras que los recuerdos convierten en algo indestructible. Contra el cansancio y el desánimo, he aquí un artista que pone en pie renaceres y cánticos felices. Hágase la luz.
Disfrute mucho, aquí y ahora. Estás a gusto, te sientes vivo, y si tienes alguna deuda de humanidad pendiente con alguien estás dispuesto a saldarla en cuanto regreses a la calle o cierres estas páginas; y, además, la misma extraña brisa de sol y hielo que besa la vegetación aquí pintada acaricia la mano con la que puedes sostener la copa para un brindis.
Se merecen un larguísimo brindis las cosas más hermosas que, a veces, salen a nuestro encuentro y se nos entregan sin pedir nada a cambio; menos mal que la vida nos da algún que otro respiro, y que de vez en cuando vuelve, como ahora en mitad de este marzo animoso, el creador Willy Ramos con su esas obras suyas que parecen existir para cuidarte.
Qué pintor sin complejos, libre, divertido, explosivo, maestro. No solo le debemos su arte y su presencia entre nosotros, también el vino compartido, la mano que te tiende, los secretos que guarda, la bondad que lo cubre".
Sobre el artista
Willy Ramos nació en Colombia en 1954. Con catorce años dejó su
pueblo natal, Pueblo Bello y se marchó a Valencia, donde
actualmente reside y donde se licenció en Bellas Artes en la Escuela de
Bellas Artes de San Carlos. Completó sus estudios con un curso en la
Escuela de Pintura Mural Contemporánea de San Cugat del Vallés, en
Barcelona, y con un curso de Grabado y Litografía en el Instituto
Statale D´Arte, de Urbino, en Italia. Es doctor 'cum laude' en Bellas Artes
por la Universidad Politécnica de Valencia, donde ha sido profesor titular.
Ha realizado más de doscientas exposiciones tanto individuales como
colectivas, principalmente en galerías españolas, de Estados Unidos,
Canadá, Colombia, Italia, Alemania e Irlanda entre otras.
Hay obras
suyas en el Museo Salvador Allende de Chile, Museo Valledupar de
Colombia, colección del Banco de la Republica, de Bogotá, y en la
colección de la Universidad Nacional Autónoma de México DF, entre otros
museos y prestigiosas colecciones. Entre los sitios más representativos
donde ha expuesto, destacan las Ferias Internacionales de ARCO, ARTBO, Art
Toronto, Pinta Londres, Art Miami, Art Madrid, Toulouse, Marbella,
Milán, Parma, entre otras.
Willy Ramos pinta una idea sobre la naturaleza y lo hace con colores
vibrantes, ya sea con óleos, acuarelas, lápiz o carboncillo. Evoca la
belleza en sus cuadros, los cuales son ligeros, exuberantes, absorbentes
y contagiosos.