Y es
que, advierte el Colegio en dicho comunicado, firmado por su decano,
Ginés Luengo, "no hacerlo conducirá, irremediablemente, a una mayor
degradación del Mar Menor y, por extensión, del Mediterráneo cercano,
donde ya se observan episodios puntuales de eutrofización en algunos
puntos del parque regional de Calblanque".
Además,
constatan los biólogos que esta degradación ambiental se traduce "en
una devaluación del sector turístico regional, del cual el Mar Menor
concentra alrededor del 70% de ese turismo, supeditando cerca de 35.000
empleos directos que dependen, de forma directa, de esta albufera".
Consideran
que "la actual estrategia del Ejecutivo regional perjudica y pone en
peligro a un 8% del PIB, a costa de salvar un sector (agricultura
intensiva del campo de Cartagena) que no supone ni el 1% del PIB
regional".
"Un
plan que no contempla, en ningún caso, reducir en origen, sino que
consiste en actuaciones a nivel del acuífero (reducción del nivel
freático) y desviando los cauces de la cuenca vertiente hacia sistemas
de depuración de aguas para luego, una vez depuradas, ser vertidas al
Mar Mediterráneo por medio de emisarios, junto con las salmueras",
lamentan los biólogos.
Defienden,
por tanto, la reducción en origen de los aportes de nutrientes y
consideran "inadecuado" las actuaciones que "pretenden la reducción de
la entrada de nutrientes sin incidir en el origen que los genera, algo
que es contrario a los objetivos de desarrollo sostenible de las
Naciones Unidas y los objetivos de conservación plasmados en los
instrumentos de gestión de la Red Natura 2000 del Mar Menor".
"Para
mayor problemática, continúa, el acuífero cuaternario se encuentra
contaminado con elevadas concentraciones de nitratos de origen agrícola,
y continuará contaminándose si no dejan de vertirse nutrientes".
Los
biólogos insisten en "la necesaria la reducción del aporte de
nutrientes en origen, no solo para prevenir un daño posterior, sino
también para frenar el importante daño actual ya producido".
A
juicio del Colegio, la aplicación de este principio en el entorno del
Mar Menor debería haberse visto reflejado en "los controles
administrativos previos a las actividades contaminantes y en el
establecimiento de medidas de previsión ante consecuencias
desfavorables".
Bajo su
enfoque, el dragado urgente y sin ningún tipo de evaluación de impacto
ambiental de las golas del Mar Menor "es contrario a evidencia
científica, a los objetivos de desarrollo sostenible, los de los
instrumentos de gestión de la Red Natura 2000 del Mar Menor y las
políticas de sostenibilidad ambiental promovidas por la Comisión Europea
por ser soluciones de final de tubería que no solo no corrigen ni
previenen el problema, sino que tampoco han demostrado ser eficaces para
mitigar otras catástrofes ambientales".
Por
tanto, la descontaminación del acuífero debe plantearse como "un
objetivo a décadas vista con un amplio margen de incertidumbre, donde
será clave que la Comunidad cuente con asesoramiento de expertos
hidrogeólogos".
El drenaje
del acuífero "requiere una importante inversión económica para la
extracción, canalización y procesamiento del agua, sin garantías de que
vaya a funcionar; es decir, que consiga reducir la concentración de
nitratos o que sea capaz de impedir subidas debidas a episodios
importantes de lluvia o gota fría".
Además,
"supondría inversión en tecnologías grises que suponen un incremento de
las emisiones de gases de efecto invernadero y contribuirán,
probablemente, a un incremento de la conversión de agricultura de secano
a regadío intensivo por la mayor oferta de agua disponible".
Las
salmueras y los productos depurados pretenden, finalmente, "liberarse
al Mar Mediterráneo, lo que supondrá un impacto ambiental importante en
la zona de descarga".
En
relación a la prohibición de entrada de nutrientes al Mar Menor, deja
claro el Colegio que "no supondrá ningún efecto real sin la reducción
del problema en origen y, en el hipotético caso de que se aplicase esta
medida, supondría trasladar el problema de las aguas superficiales a
otro lugar, como es el Mediterráneo".
De
manera que "mientras exista agricultura intensiva de regadío, seguirán
acumulándose nutrientes en superficie que, en episodios de lluvias
intensas o gota fría, acabarán indefectiblemente en el Mar Menor".
También
advierte de la imposibilidad de "evitar la llegada de la mayor parte de
las aguas de las escorrentías superficiales de toda una cuenca
vertiente que acaba en el Mar Menor, especialmente cuando los episodios
de lluvia son tan virulentos como el de 2019, y las estrategias de
mitigación con obra hidráulica, además de ser infraestructuras grises
que requieren inversiones enormes y alteran significativamente el
patrimonio natural, carecen de evidencia sobre su eficacia a tan gran
escala".
En relación al
"dragado de la gola de Marchamalo para oxigenar la albufera", este
Colegio profesional considera una "temeridad" y una actuación contraria a
toda evidencia científica esta propuesta.
El
dragado, advierte el Colegio, "podría alterar las corrientes marinas,
favorecer la entrada especies invasoras (tanto propias del Mediterráneo,
como exóticas) y eutrofizar el área del Mediterráneo anexa a
Marchamalo, poniendo en peligro los ecosistemas cercanos del
Mediterráneo (donde podría afectar negativamente a la pradera de
Posidonia oceanica), con consecuencias devastadoras para los mismos".
Por
todo ello, el Colegio expresa su "honda" preocupación ante las medidas y
actuaciones anunciadas por el presidente Fernando López Miras, y le
recomienda que "se intensifiquen con urgencia aquellas que vayan
dirigidas a la solución del problema de la contaminación en origen".
Por
último, pone a disposición del Gobierno regional el conocimiento de los
expertos en distintos campos de la biología que forman parte de este
colegio profesional, con el fin de "avanzar en las soluciones que
realmente pudieran ser viables para equilibrar el ecosistema altamente
dañado del Mar Menor".
Y es
que, lamenta, el Mar Menor "está dejando de ser lo que fue en el pasado,
es decir un mar interior, hipertermo e hipersalino con unas especies
propias y representativas de su ambiente específico, para transformarse
en un rincón más del Mediterráneo de iguales características".
Los
cambios "ya se detectan en la actualidad, y se reflejan sobre todo en
el descenso de la salinidad y la temperatura, así como en la reciente
aparición de especies desconocidas hasta el presente, tales como lechas,
palometas, pulpos o jibias".
El
Mar Menor "sufre una degradación ambiental de tipo eutrófico desde hace
décadas" que el Colegio atribuye "a la actividad humana, en concreto la
agricultura, minería, pesca y turismo, y localizada en el entorno y
alrededor del Mar Menor".
Para
concluir, puntualizan que el sistema es "resiliente", por lo que estima
que "aún disponemos de una ventana de oportunidad para mejorar la salud
ambiental de la misma, lo cual, a su vez, repercutiría positivamente en
la salud humana y en la economía local, especialmente en el sector
turístico".