Con la llegada de la
democracia a España, los herederos del franquismo se refugiaron en los
partidos políticos. De esta manera, siguieron practicando injusticias
que el silencio constitucional presentó como justas. Uno de tantos
abusos ha sido -y es- la financiación ilegal de dichos partidos. La
última noticia al respecto señala al Partido Popular, una organización
política cuya lista de imputados es más larga que la cola del paro.
De
tal manera, los papeles dicen que Esperanza Aguirre y Cristina
Cifuentes han sido citadas ante el juez por la presunta financiación
irregular del PP regional. No sorprende tal noticia, lo que sorprende es
que el Partido Popular siga seduciendo a sus votantes con un discurso
donde nunca falta la palabra transparencia.
De la misma manera que no
deja de sorprender que Pedro Sánchez considere la abstención del PP para
ser reelegido en una próxima sesión de investidura. Los argumentos que
expone el Partido Socialista son tan anémicos al respecto, que se caen
por su propia debilidad. Veamos.
Según el Partido Socialista, los del Partido Popular se
han de abstener "exactamente por las mismas razones" por las que los
socialistas se abstuvieron en el 2016 y que favorecieron la presidencia
del gobierno a Mariano Rajoy. Hay que recordar que Pedro Sánchez no
respaldó la abstención, viéndose obligado a largarse de la Secretaría
General. Aquello fue sonado. Lo que ocurre es que los partidos
dinásticos se ladran pero no se muerden.
Llegados
aquí, lo de Pedro Sánchez se puede identificar con la figura retórica de
pensamiento que recibe el nombre de oxímoron. Jorge Luis Borges, en su
cuento El zahír, nos habla de dicha figura, y nos
explica que se consigue asignando "a una palabra un epíteto que parece
contradecirla; así los gnosticos hablaron de una luz oscura; los
alquimistas de un sol negro".
Me da a mí que Pedro Sánchez no ha leído a
Borges. Por lo que se advierte en su conducta, es hombre de pocas
lecturas. De esos que dicen no tener tiempo para dedicarse al acto más
revolucionario que se puede entablar hoy en día; el acto de abrir un
buen libro y sumergirse en sus páginas. Pero no me quiero despistar.
Lo
que venía a decir aquí es que, de haber un oxímoron que se le pueda
aplicar a Pedro Sánchez ese sería el de "muerto viviente". Por mucho que
las encuestas se empeñen, de convocarse unas nuevas elecciones, Pedro
Sánchez no saldría elegido para ocupar la presidencia del gobierno. Lo
sabe.
(*) Escritor