BRUSELAS.- Hay partido. España da como seguro ganador al ministro Luis de Guindos (protector del murciano Carlos Egea) en la carrera por el BCE;
Irlanda guarda silencio, pero se ve con opciones. Y una docena de
fuentes consultadas ven favorito a Guindos, pero subrayan que no hay
nada decidido. Berlín apoya a España con la condición de que Madrid
apoye a su vez al halcón Jens Weidmann
para sustituir a Mario Draghi. Y ahí empiezan los problemas: París ve a
Guindos como un buen candidato, pero también opta a suceder a Draghi. Y
apunta que la vicepresidencia depende de una partida más amplia: del
reparto de los principales cargos en Bruselas y Fráncfort entre 2018 y
2019, según avanza hoy El País.
España ya se ve en Fráncfort: el presidente Mariano Rajoy especula incluso sobre el sustituto de Guindos en Economía.
Irlanda, más prudente, mantiene un silencio hermético sobre las
posibilidades de su candidato, el gobernador Philip Lane. Los pequeños
países están —por ahora— a verlas venir, salvo Eslovaquia y Portugal,
que respaldan a España. Entre los grandes, Berlín y París empiezan a
posicionarse: el Gobierno alemán da su apoyo al español, pero
condicionado a que España apoye al gobernador del Bundesbank, Jens
Weidmann, en la pugna por suceder a Mario Draghi, según las fuentes
consultadas.
Por ese lado vienen curvas. Porque París cree que Guindos
es un buen candidato, según fuentes francesas, pero supedita su apoyo a
los puestos vacantes que se decidirán en los próximos meses. Italia
extrema la cautela ante la cercanía de las elecciones.
De la mano de Emmanuel Macron, Francia jugará esa partida. Se trata
de un puzle inmenso: en el próximo año y medio hay que renovar casi toda
la cúpula del BCE,
y París tiene primeros espadas listos para dar la batalla por la
presidencia.
El gobernador François Villeroy de Galhau y la jefa del
FMI, Christine Lagarde, pueden optar a él. En mayo de 2019, además, hay
elecciones a la Eurocámara y después se repartirán los puestos más
suculentos: las presidencias del Consejo, de la Comisión y el resto de
cargos relevantes del ejecutivo comunitario.
Batalla por la presidencia
Alemania apoya a Guindos “con la idea de que España apoye a
Weidmann”, explican fuentes alemanas. Berlín cree que España está
infrarrepresentada en las instituciones. Apunta que el Gobierno ha hecho
los deberes y esa sería una manera de reconocer las duras reformas
emprendidas. Y señala que el tíquet Guindos-Weidmann tiene posibilidades
porque respeta el equilibrio geográfico, Norte-Sur.
El problema es que
Francia quiere también ese puesto. Y que Weidmann está aislado en
Fráncfort: se ha opuesto machaconamente a las medidas extraordinarias
patrocinadas por Draghi, que han sacado a Europa del atolladero. El
puesto de presidente es el fundamental en Fráncfort. Yen París o Roma,
el alemán no tiene buen cartel.
La aproximación francesa es más ambivalente: Guindos “tiene muchas
cualidades”, es un candidato “creíble”; su perfil encaja, según las
fuentes consultadas. Pero París no quiere que el número dos del BCE se
elija independientemente del resto de puestos. Francia reclama visión
general: “El puesto de vicepresidente es lo suficientemente importante
como para ser parte de una reflexión más general”, indican las mismas
fuentes con calculada ambigüedad.
Guindos se dio como ganador el mismo día que presentó su candidatura,
y afirmó que presentará su dimisión como ministro “inmediatamente”
después de que el Consejo Europeo le nombre como vicepresidente, el 23
de marzo. Irlanda, sin embargo, cree que tiene posibilidades y, pese a que en Bruselas se da como favorito a Guindos, una docena de fuentes coinciden en que no hay nada decidido.
Philip Lane es el favorito de Fráncfort, que recela de un ministro
como Guindos —también Weidmann tiene un pasado político, fue asesor de
Merkel— y subraya las intachables credenciales académicas del irlandés.
Dublín confía en sus habilidades diplomáticas, en el brillante currículo
del candidato y en que su opción cuadra en el equilibrio país
grande-pequeño y centro-periferia.
Se trata de un nombramiento eminentemente político y casi nadie dice a
las claras lo que piensa, pero los académicos son más tajantes. “El
nombramiento no debería depender de la nacionalidad sino de las
competencias de los candidatos” apunta Paul De Grauwe (London School of
Economics). Francesco Papadia, exdirectivo del BCE, es más directo:
“Ante la politización forzada de los bancos centrales durante la crisis,
un ministro parece menos adecuado”.
Por si queda alguna duda, el profesor Charles Wyplosz, dispara con
bala: “Hubo una época en que los hombres de negocios o los políticos
podían ser banqueros centrales de éxito. Pero la política monetaria
exige hoy formidables credenciales técnicas: sería un enorme problema
que el BCE no estuviese capitaneado por la gente más competente. Si
España quiere volver, debería presentar a los mejores. Hay espléndidos
potenciales candidatos en España. ¿Por qué no son los candidatos?”