La
política en democracia acaba siendo una cuestión de listas. De quién va
en las listas y en qué puestos. En estos momentos hay dos tipos de
listas confeccionándose: la que propone la dirección de Podemos para
España y la que tratan de organizar los soberanistas para Cataluña.
Tienen algunos elementos en común. El más evidente, que ambas quieren
incluir nombres independientes. Pero presentan problemas distintos.
La dirección de Podemos
propone una lista de colegio nacional único, como en las europeas y
empieza apuntando ya 65 nombres en espera de que se completen hasta los
350 escaños. La decisión se ha encontrado con una súbita reacción en
contra del sector asambleario en la tendencia anticapitalista, que pide
otro procedimiento. Resurgen los enfrentamientos entre las dos vías de
Podemos, la centralista, en un espíritu bolchevique y la asamblearia,
más de grass roots. Contra la primera previene Elorza en un artículo de El País, Leninismo amable,
un título que ya mete miedo. Los de la segunda reiteran su actitud
crítica, de oposición, en la tradición trostkista, pero está por ver que
sean capaces de pasar de las palabras a los hechos, pues ignoran su
fuerza real. Que no parece mucha. La suficiente para incordiar, pero no
para imponer otra forma de actuación en el partido.
En
todo caso, ese es un problema interno que deberán resolver los de
Podemos por la cuenta que les trae, ya que de no hacerlo, puede
envenenarse, sembrar el desconcierto en el electorado y llevar al
fracaso en las elecciones; incluso a no llegar a estas. El problema más
práctico es el de la naturaleza de esa lista. Confeccionada bajo el
supuesto de la circunscripción única, no puede ignorar que el sistema
electoral parte de la circunscripción provincial. De forma que la lista,
en el mejor de los casos, podrá verse como un reservorio del que
extraer luego l@s candidat@s más adecuad@s para las provincias.
Al
margen del riesgo de la consolidación de los famosos diputados cuneros,
está la alta verosimilitud de que el reparto provincial de puestos sea
un lío. La lista final la aprobará la máxima autoridad, pero habrá que
negociar su composición local aplicando una multiplicidad de criterios
como el de transversalidad, perspectiva de género (los 65 nominados por
la dirección son escrupulosamente paritarias), plurinacionalidad del
Estado, multiculturalidad, pluralidad de opciones sexuales, etc. Eso
promete ser lo que nuestros antepasados llamaban "encaje de bolillos".
Algo parecido con la lista única por la independencia de los soberanistas.
Si no he entendido mal, la reclamó Mas y, por tanto, es de suponer,
CDC, la aceptó la ANC, luego Ómnium y acaba de hacer suya la idea las
CUP. Queda por saber qué hará ERC. En algunos lugares he leído críticas a
la iniciativa, a la que se acusa de ser un intento de hacer a un lado
el liderazgo de Mas. Cosa que no se entiende bien si es el propio Mas
quien la ha propuesto. Lista única de nombres de la sociedad civil, sin
políticos. Una representación transversal de Cataluña. Insisto: sin
políticos. Ayer mismo se publicaba un cálculo electoral según el cual si
había tres listas soberanistas, el soberanismo tendría el 50% de los
escaños; si dos listas, el 60%; y si una sola lista, el 75%. ¿Cómo puede
caber alguna duda? Obviamente la idea es muy buena y muy atractiva. Una
mayoría abrumadora a su favor entre otras cosas por no llevar
políticos. La gente está tan harta que hasta quiere perder de vista a
los políticos que habitualmente vota.
Las
dificultades comenzarán al día siguiente y es inútil ignorarlas. Los
noventa y tantos escaños a favor de la independencia quieren decir que
el Parlamento pasaría a ser Asamblea Constituyente revolucionaria al
estilo del Juego de la Pelota ipso facto. En realidad, es que no pueden
hacer otra cosa. Piénsese que no son políticos. Son dignos
representantes de la sociedad civil que se prestan a un pronunciamiento
simbólico, pero no a gestionar el día a día del gobierno y la
legislación de una Comunidad. No están preparados para la gobernación
regular de las instituciones ni interesados en ella, pues tienen otras
ocupaciones que atender, pero podrían encontrarse en esa situación si,
por la razón que fuera, no pudiera iniciarse un proceso constituyente,
único motivo que quizá les justificara el abandono temporal de sus
profesiones habituales.
Lista
única, parece razonable, pero con políticos incluidos porque, a pesar
de su mala fama, tienen la experiencia necesaria en representación y
gobierno; y grupo final de la lista compuesta también de políticos que
funcionarán como banquillo para el relevo de las personalidades de la
vida social, cuya tendencia al abandono es alta
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED