lunes, 29 de noviembre de 2021

Actas revelan engaño sobre las vacunas en pueblos indígenas


LIMA.- Reportes oficiales y documentos firmados por líderes de pueblos originarios dan cuenta del impacto de la desinformación en los pueblos andinos y amazónicos para recibir las vacunas contra la Covid-19, en lo que va del año. 

OjoPúblico ha logrado documentar este fenómeno en comunidades indígenas de al menos cinco regiones del país: Amazonas, Loreto, Ucayali, Junín y Huancavelica. Una de las versiones más perjudiciales ha sido un dato falso propalado desde Lima por un candidato y ahora congresista de la República. 

Este reportaje es parte de un esfuerzo de la red Latam Chequea para identificar a los responsables de la infodemia y efectos de la oleada de versiones falsas y engañosas en un momento crítico para el continente. 

La mañana del 13 de agosto del 2021, el enfermero Dixon Rodríguez se embarcó en un peque peque hacia un lugar de la selva amazónica peruana en el que debía iniciar una campaña contra la muerte. Tras una hora de viaje por río y caminando, acompañado de una brigada de vacunación contra la Covid-19, Rodríguez llegó a la comunidad indígena Boca Apinihua, en la región de Ucayali, cerca del límite con Brasil. Allí habitan casi cuatrocientos habitantes de la etnia ashéninka, una de las más numerosas de esa zona. De entrada, el enfermero percibió un clima tenso. Rodríguez buscó entonces al apu o jefe de la comunidad para explicarle el motivo de su llegada. De pronto, un grupo de comuneros salió con armas de fuego y flechas.

“Vienen a aplicar el agua destilada”, dijo un miembro de la comunidad, según relata Rodríguez a OjoPúblico

El lote de dosis que la brigada llevaba era del laboratorio chino de Sinopharm, un antígeno que durante meses fue objeto de desinformación en el país. Rodríguez, quien es hijo de una mujer asháninka y domina la lengua, fue acusado junto con su equipo de querer asesinar a la población con la vacuna. Para evitar que la discusión escalara, el enfermero solicitó permiso para registrar la negativa en un video, pero este pedido tampoco fue aceptado. Dixon Rodríguez solo tuvo opción de sacar un papel en blanco y un lapicero, con los que redactó un acta para dejar constancia del incidente. “Entonces nos retiramos de dicha comunidad con bastante cuidado”, dice el escrito, revisado para este reportaje.

La brigada de vacunación estaba formada, además, por otros dos técnicos de la Red de Salud de la provincia de Atalaya, un territorio de selva que durante buena parte del siglo pasado fue destino de misioneros y colonos, y que está considerado zona de alto riesgo por la actividad de los traficantes de drogas. En abril del 2021, tres de sus distritos fueron declarados en emergencia para facilitar la lucha de fuerzas combinadas del Estado contra el crimen organizado. Si el narco ya es una amenaza, las mentiras traen un nuevo riesgo: al momento en que Rodríguez llegó con las vacunas, la cobertura de vacunación con el esquema completo alcanzaba un 6,9 % de la población meta en toda la provincia. Y en el país, aproximadamente era del 24 %.

Todos los integrantes de la brigada de vacunación eran descendientes de familias indígenas y manejaban los idiomas predominantes en la zona, como el yine, el asháninka y el shipibo-konibo. Era una aparente ventaja que motivó a Rodríguez a pronosticar una vacunación exitosa. Algo que, finalmente, no sucedió. “Mis hermanos no querían entender nada”, recuerda el enfermero sobre ese momento en que debía darse un encuentro cercano y, por el contrario, terminó en una ruptura. “Les dije: somos pueblos indígenas, nosotros no hemos venido a matar a la gente”.

Pocos meses después, Dixon Rodríguez asume que el incidente estaba relacionado con las versiones que circulaban en la zona acerca de que algunas personas supuestamente fallecieron después de recibir la vacuna de Sinopharm o AstraZeneca.

“Si viene la tercera ola, podrían contagiarse. Pero nadie quiso vacunarse. Ni uno”, asegura.

Daysi Zapata, presidenta de la Organización Regional de Mujeres Indígenas de la provincia de Atalaya, confirmó a OjoPúblico el hecho sucedido en la comunidad de Boca Apinihua, e indicó que los rechazos también se producen por una falta de diálogo. "El Gobierno tiene que sensibilizar, salir al campo, y que hagan talleres informativos sobre las vacunas", apuntó. 

Este no es un caso aislado. OjoPúblico ha logrado documentar, a través de más de 30 actas firmadas por líderes y miembros de comunidades indígenas de al menos cinco regiones, el pánico desatado por versiones falsas y engañosas sobre las vacunas y la pandemia en los pueblos andinos y amazónicos. Estos documentos, recolectados por las brigadas del Ministerio de Salud e incluidos en informes de las direcciones regionales, evidencian que comunidades enteras de los pueblos awajún, ashéninka, wampis, asháninka, achuar, kichwa y quechua rechazaron total o parcialmente las vacunas contra la Covid-19 por datos o historias sin sustento difundidas durante meses por autoridades locales, comunicadores o incluso docentes; es decir, personas que tienen algún grado de influencia en la población.

Eneas Rengifo, un técnico en enfermería de 26 años y miembro de la etnia asháninka, es testigo de ese impacto. Rengifo trabaja como coordinador del área de pueblos indígenas de la Red de Salud de Atalaya, en el mismo equipo que su colega Dixon Rodríguez. Según su experiencia, los promotores de versiones falsas son variados: a veces se trata de gente que llega para difundir mensajes de manera deliberada, como pastores de distintas confesiones religiosas; en otros casos es gente que arrastra engaños sin querer, como personas foráneas que por alguna razón trabajan en las comunidades, madereros o comerciantes que llegan a la comunidad y cuentan de manera coloquial lo que oyeron en otros lugares. “Cuando a un poblador indígena le comentan algo, él capta y también comenta a sus demás hermanos, a sus vecinos, y ya entra en esa duda”, dice Rengifo. 

La cobertura de vacunación en la provincia de Atalaya, donde se ubica la comunidad de Boca Apinihua, es la más baja de la región: de más de 50 mil personas como población objetivo apenas el 20,1 % ha recibido las dos dosis de la vacuna, hasta finales de noviembre, según el Portal de Datos Abiertos del Minsa.

Desde marzo del 2021, OjoPúblico advirtió sobre la falta de información oficial para la vacunación en pueblos indígenas en las regiones de Junín, Loreto y Ucayali. En paralelo, la difusión de versiones falsas estaba alcanzando puntos muy distantes de los Andes y la Amazonía: en la región Amazonas, radio Bongará publicó en sus redes un video con la falsa versión de que una enfermera de Estados Unidos se desmayó minutos después de vacunarse contra la Covid-19, y posteriormente, falleció; en Loreto, el canal de televisión Uranio TV publicó una entrevista al médico Amílcar Huancahuari para promover el consumo del dióxido de cloro como remedio contra el coronavirus, a pesar de que un mes antes este médico había sido destituido del cargo de Jefe del Comando Covid-19 de la región Ayacucho justamente por alentar el uso de esa sustancia. En Puno, una exautoridad de la región cuestionó en su programa radial la existencia de la pandemia y aseguró que se trataba de una “campaña de miedo”. Su transmisión en Facebook registró más de 43 mil reproducciones.

OjoPúblico solicitó los descargos de los medios de comunicación y las personas mencionadas en líneas anteriores. Este medio se comunicó con el médico Huancahuari, a través de la red de mensajería de WhatsApp, pero solo se limitó a decir que estaba fuera del Perú. La exautoridad de Puno también fue notificada, pero no declaró para este reportaje. Mientras que, los medios de comunicación contactados vía Facebook, tampoco contestaron.

Ahora queda en evidencia que el impacto de la desinformación es parte de una escala global: cuando la comunidad de Boca Apinihua presentó el documento de rechazo a la vacuna, el último mes de agosto, la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne, informaba que 617 mil personas de comunidades indígenas en las Américas fueron contagiadas con Covid-19 y casi 15 mil habían fallecido a causa de la enfermedad.

Amazonas: Los pueblos que temen el exterminio

 

Amazonas es una región de la zona norte del Perú, alargada como una bota, cuyo extremo superior marca la frontera con Ecuador. Es conocida por sus bosques nubosos y porque alberga algunos de los sitios arqueológicos más famosos del país, como Kuélap, una de las ciudadelas de piedra más antiguas del país. También porque en el año 2009 fue escenario del conflicto social más sangriento en la historia del Perú: una protesta de comunidades indígenas contra decretos oficiales, que consideraban lesivos a sus territorios, derivó en un violento enfrentamiento que dejó unos doscientos heridos de bala y más de treinta muertos entre civiles y policías. Amazonas es una de las regiones que más pueblos indígenas alberga en el Perú: 468 comunidades nativas de las etnias awajún y wampis. 

Si bien el proceso de vacunación en las ciudades se inició en febrero del 2021, la inmunización en los pueblos indígenas comenzó cuatro meses después, a partir de una directiva actualizada que, como parte del avance progresivo del proceso, dispuso la aplicación de la estrategia en los territorios de las comunidades.

La población objetivo de la Dirección Regional de Salud (Diresa) de Amazonas es de 63.120 personas mayores de 18 años en las comunidades de su territorio, lo que requiere más de 120 mil dosis. Sin embargo, hasta finales de este mes, solo se han aplicado 17.595 dosis, según la plataforma de vacunación contra la COVID-19 de pueblos indígenas y afroperuanos del Ministerio de Salud (Minsa)

Un reporte proporcionado por la Diresa para esta investigación señala un rechazo del 50% hacia la vacuna contra la Covid-19 en al menos 25 comunidades de los distritos de Río Santiago, Nieva y El Cenepa, pertenecientes a la provincia de Condorcanqui. 

En el mismo sentido, diversas actas obtenidas por OjoPúblico permiten rastrear el fenómeno en esta zona a lo largo del 2021. En febrero, la comunidad de Paantan Entsa rechazó la vacunación porque, según sus habitantes, hay mucha mortandad de personas por la vacuna. En el acta que se firmó para rechazar el antígeno se indica: Hay muchos comentarios, informaciones a través de Internet, radiales, televisivas y otros. Por esos mismos días, las brigadas de salud se toparon con la misma negativa en la comunidad de Tsawantus: Se está manifestando de que no se está permitiendo vacunarse sobre Covid-19. Están rechazando tajantemente. En Kuyumatak, otro centro poblado awajún, el apu de la comunidad dio permiso al enfermero de la brigada para exponer sus argumentos y minutos después firmó un acta en que se negaba el permiso para la vacunación: El personal del salud les ha explicado todo, y aún así no quieren la vacuna [contra la] Covid-19, indica el documento escrito a mano. En la comunidad de Buchigkim, las alegaciones fueron más graves: Todos los pobladores rechazan [la] vacuna por la difusión de noticias por Internet. Piensan que la vacuna va a venir a matar a la gente, van a convertir[los en] estériles.

El primer domingo de julio del 2021, cincuenta miembros de la comunidad de Yujagkim firmaron un acta para rechazar la vacuna a pesar de la información que el enfermero local les había proporcionado. En caso de fallecimiento por Covid-19, no culparemos al Ministerio de Salud. Nosotros mismos asumiremos la responsabilidad [de] cómo sobrevivir y afrontar esta pandemia, dice el escrito. Meses antes, los miembros de la comunidad de Achuim dijeron que rechazaban las vacunas procedentes de China y Estados Unidos y adujeron la falta de atención del Estado para resistir a la pandemia: No hubo apoyo de parte del Ministerio de Salud por las medicinas para combatir las enfermedades de Covid-19. Nosotros mismos hemos buscado cómo evita[r] cuando mueren las personas en nuestras zona.
 
Ante esta situación, la licenciada en enfermería Patty Morán, coordinadora de inmunizaciones de la Red de Salud de Condorcanqui, remitió a la dirección de salud, un informe en el que señala las dificultades para llevar adelante la vacunación: además de la escasez de personal médico, estaban las “múltiples creencias, barreras geográficas y culturales” de las comunidades que se encuentran en su jurisdicción.

El estado de alarma también afectó a otra provincia de la región Amazonas, Bagua ―justamente donde se produjo el conflicto social que hasta ahora se recuerda como “la masacre de Bagua” o el “Baguazo”―. En junio del 2021, un informe del personal de la Red de Salud de Bagua alertó sobre el lento avance de inmunización en el distrito de Imaza, que tiene la única vía por la cual la empresa petrolera del Estado ingresa a este tramo de la selva para vigilar el pase del crudo y es la ruta de ingreso a las guarniciones militares de la frontera con Ecuador.

Imaza suele aparecer en las noticias cuando sus comunidades nativas realizan masivas protestas contra los estragos de la industria extractiva o en reclamo por la poca atención del Estado. Ahora es otra zona de gran resistencia a la vacunación. “La respuesta de la población no ha sido favorable", indica el reporte remitido a la dirección regional por Aníbal Fernández, director de la red de salud de esta provincia. Según el documento, esta situación había sido identificada semanas antes, en el mes de mayo, cuando un grupo de sus enfermeros y obstetras impulsó una serie de diálogos interculturales sobre salud en 6 centros poblados y comunidades nativas de la provincia de Bagua. 

Esas reuniones congregaron alrededor de 183 actores sociales, entre alcaldes, pastores religiosos, docentes, representantes de organizaciones indígenas y personas en general, con el fin de conocer los motivos de su aversión a la vacuna. Tras escuchar a la mayoría de participantes, el personal de salud concluyó que las reacciones negativas obedecían a la desinformación que circulaba en las comunidades nativas.

Las conversaciones permitieron identificar las versiones falsas más recurrentes: por ejemplo, en la comunidad de Imaza se decía que la vacuna era producto de la brujería o que producía esterilidad; en la comunidad nativa de Chiriaco se decía que la vacuna mata, que el expresidente Francisco Sagasti ―cuyo mandato fue el primero en traer la vacuna al país― nunca se vacunó o que se desconocen los efectos adversos del antígeno; y en el centro poblado de Chipe se adujo que las vacunas son una medida para exterminar a los pobres, un acto de venganza por el Baguazo, o que las personas que las reciben van a morir a los pocos días o años.

De acuerdo con el mismo informe, en las comunidades indígenas de la provincia de Bagua, el rechazo fue tan contundente hacia la vacuna de Sinopharm que en julio la Dirección Regional de Salud de Amazonas tuvo que redistribuirlas a otros grupos etarios en la provincia, para que no se echaran a perder: apenas dos días antes habían empezado a vacunar a los adultos de 50 años, pero se tuvo que destinarlas a personas mayores de 40 años. 

Hasta finales de noviembre del 2021, tanto Condorcanqui como Bagua, las dos provincias donde se encuentran estas comunidades, la vacunación avanza de manera progresiva, pero aún ocupan los últimos lugares de población vacunada con las dos dosis en toda la región: 15,5 % y 35,7 %, respectivamente, según data del Minsa.  

Loreto: Los jefes se resisten a las vacunas

 

En agosto del 2021, la enfermera Malforie Saavedra, coordinadora de inmunizaciones de la Red de Salud del Datem del Marañón, una provincia de selvas fronterizas surcadas por el oleoducto norperuano, recibió por WhatsApp un audio en el que un hombre lanzaba una mezcla de versiones falsas en un tono dramático. Que nos maten si quieren vacunarnos, que nos fusilen, porque las vacunas han salido muy dañinas, decía el autor anónimo de la grabación. El hecho adquiría especial gravedad porque fue viral, y el Datem del Marañón, una zona donde las comunidades indígenas han visto sus territorios afectados por graves derrames de petróleo, es la provincia con una de las coberturas más bajas de vacunación en la región Loreto: hasta finales de noviembre, el 13,8 % de una población objetivo de 56.533 personas contaba con las dos dosis, según data del Ministerio de Salud

La región Loreto, la más extensa del Perú y en cuyo extremo izquierdo está el Datem del Marañón, alberga el 43,2 % de la población indígena amazónica del país, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Eso supone casi doscientos mil habitantes, pertenecientes a cerca de dos mil comunidades nativas. 

Malforie Saavedra recibió el audio de una persona que vive en el distrito de Pastaza, el mismo donde residen siete comunidades indígenas que presentaron actas de negación contra la vacuna en un solo día. 

Una de esas comunidades fue Domingo Cocha. El 24 de agosto de 2021, el apu de ese centro poblado firmó un acta de negación debido a que sentía temor por su vida y la de su familia. En el documento ―revisado para este reportaje― dejó constancia de que asumía la responsabilidad de esa decisión. Por esas mismas horas, los apus de las comunidades de Nuevo Jerusalén, Puerto Angara, Nuevo Belén, Nueva Alegría, Nuevo Galilea y Dos de julio firmaron actas similares para decir que no necesitaban las vacunas, porque las plantas medicinales iban a curarlos ante un eventual contagio. 

Un pronunciamiento similar se había producido poco antes algo más al sur, en el distrito de Cahuapanas, territorio de los pueblos shawi y awajún: en junio del 2021, el apu de la comunidad nativa de Caupan también se negó a la vacunación en su zona; el jefe de ese pueblo tomó la decisión tras una asamblea ordinaria con sus vecinos y los apus de otras seis comunidades anexas. En el acta se indica que los participantes en la asamblea rechazaron la vacunación para todos los adultos y los estudiantes de inicial, primaria y secundaria. 

En el documento se advertía de manera específica al Gobierno de hacer cualquier gasto para llevar la vacuna a su territorio: Damos a conocer y pedimos no enviar su brigada de salud para vacunar contra la Covid-19 a nuestras comunidades, porque no será aceptado ni permitido para vacunar, decía el documento. A manera de respuesta, en el acta se señaló que sus pueblos originarios resguardan su salud con las plantas medicinales, de acuerdo a sus tradiciones y costumbres.  

En el distrito de Andoas, otro sector de muchas carencias atravesado por el oleoducto norperuano, ocurrió lo mismo entre el 21 y 22 de julio. El licenciado en enfermería Omar Chahua registró siete actas más de negación, firmadas por comunidades indígenas de las etnias achuar y kichwa. 

Chahua había realizado un viaje madrugador por el río Wasaga ―que atraviesa sectores afectados por pasivos petroleros abandonados, según denuncias de la población local― para alcanzar a la mayor cantidad de gente durante la minga, la jornada tradicional de trabajo y beneficio social que los pueblos realizan por las mañanas. Al llegar a cada comunidad, aplicó dos estrategias. La primera consistió en contactar al apu para mantener un diálogo de sensibilización sobre las vacunas, y así conseguir su autorización. La segunda fue consultar con cada familia o habitante. La mayoría se negó. 

Las razones eran las mismas versiones reportadas en otras comunidades amazónicas: que las vacunas contienen chips, que las personas que las reciben se vuelven estériles, e incluso que los vacunados morirán en pocos años. Según explicó el enfermero Chahua a OjoPúblico, parte de la dinámica que ha identificado en su trabajo de campo es la siguiente: aunque la mayoría de comunidades nativas en Andoas no tiene acceso al servicio de telefonía o de Internet, algunos comuneros que tienen celulares móviles bajan a las ciudades para conseguir conexión, realizar llamadas o comprar víveres. En los centros urbanos conocen estas versiones falsas, que al regresar esparcen dentro de la comunidad. 

En algunas comunidades, las autoridades locales firmaron actas de negación, pero a la vez dejaron que cada miembro decidiera si se aplicaba o no la vacuna. De ese modo, la brigada de Chahua pudo inocular a personas por razones laborales, como los profesores de las escuelas de la zona.

A finales de octubre, el enfermero Chahua visitó otras cinco comunidades de la etnia achuar del distrito de Andoas. Los apus de cada pueblo no solo firmaron actas de negación a la vacuna contra la Covid-19, sino que rechazaron la aplicación de otros antígenos esenciales para proteger a los niños menores de cinco años de otras enfermedades: la vacuna contra el sarampión, rubéola y papera; la vacuna pentavalente contra la difteria, tos convulsa, tétanos, influenza tipo b y hepatitis B; la vacuna contra el neumococo, entre otras.

 

Cuando ocurre esto, el personal de salud de las regiones busca dialogar con las organizaciones indígenas y las autoridades de los pueblos para establecer acuerdos sobre la vacunación. "Solo cuando ya ven que las comunidades se niegan, a pesar de un segundo o tercer intento [de diálogo], las direcciones regionales solicitan asistencia técnica a la [autoridad] nacional", explica Julio Mendigure, director ejecutivo de la Dirección de Pueblos Indígenas u Originarios del Minsa. En el Perú, la vacunación no es obligatoria. El Estado ha previsto la aplicación, a partir de diciembre, de restricciones para el acceso a lugares públicos como centros comerciales, mercados o restaurantes a quienes no hayan recibido las dosis completas del antígeno. En los territorios indígenas, alejados de los centros urbanos, la realidad plantea otros desafíos. 

Una de las zonas pendientes para el Minsa es precisamente el Datem del Marañón, donde entre octubre y noviembre del 2021 se produjo la toma de una estación petrolera como protesta por los daños ambientales causados por esa industria y en demanda de servicios básicos para las comunidades.

 

Junín: la gente pide cambio de vacuna


El 29 de junio último, Fabián Antúnez, presidente de la Central Asháninka de Río Tambo (CART), formalizó la negativa a utilizar la vacuna de Sinopharm en alrededor de 47 comunidades nativas del ámbito de su organización. Río Tambo es un distrito de la provincia de Satipo y el más grande de todo Junín, una región ubicada al centro del Perú que parece un corredor horizontal entre Lima y la Amazonía. Antúnez precisó que no se oponía a la vacunación contra la Covid-19, sino que cuestionaba la marca de la vacuna. 

En un oficio enviado a la autoridad distrital de salud, el presidente de la organización indígena solicitó el cambio de la fórmula de Sinopharm por la del laboratorio estadounidense Pfizer. 

El documento lleva adjunta la copia del acta de una reunión realizada el día anterior, entre los dirigentes indígenas y el personal de salud enviado a la zona, en la que se habían explicado los motivos del rechazo a la vacuna china. Allí Antúnez adujo haber consultado con varios médicos de Lima, quienes le comentaron que la vacuna de Pfizer era mejor. 

Hasta finales de noviembre, todo el distrito de Río Tambo, en Satipo, registró una de las más bajas coberturas de vacunación en Junín: de un total de 23.808 personas aptas para vacunarse, apenas de un 13,7 % había recibido las dos dosis, según data del Ministerio de Salud. En el mismo periodo, el distrito que también lleva el nombre de Satipo, capital de la provincia, el avance era mayor: 59,6 % de una población objetivo de 34.910 habitantes.

Funcionarios encargados del proceso dijeron a OjoPúblico que gran parte de la desinformación que circula en los pueblos de la zona fue propulsada por los locutores y responsables de medios de comunicación radiales que han difundido versiones sin sustento científico. “En las radios, múltiples personas manifiestan inclusive que el Covid-19 ni siquiera existe, que es una ideología, que se ha planteado para el consumismo y la venta de medicamentos”, explicó el director ejecutivo de la Red de Salud de Satipo, Wilbert Rodríguez, en una entrevista con este medio.

Fabián Antúnez, el líder asháninka que firmó la negativa a la vacuna china en Río Tambo, explicó a OjoPúblico que su solicitud representa una exigencia de respeto. "Mi pueblo merece una buena vacuna y con garantía”, señaló.

Si bien la vacunación ha empezado con la fórmula de Pfizer, Antúnez indicó que los miembros de la comunidad todavía dudan sobre las vacunas. “El tema del rechazo es por falta de información. La población quiere que se explique en su propio idioma [el asháninka]. Ya no al jefe [de la comunidad], sino a la población que va a ser vacunada”, indicó el dirigente.

El desprestigio hacia la vacuna de Sinopharm ha sido un problema a lo largo del territorio de Junín. Danny Quispe, director regional de Salud, dijo que la animadversión a esta marca ha logrado superarse en las zonas urbanas, pero que en las rurales y en algunas comunidades se mantiene a pesar de las campañas de sensibilización promovidas por el Gobierno central, que a nivel nacional ha superado las 500 jornadas para reuniones y talleres sobre la vacunación contra la Covid-19, y la difusión de más de 500 materiales, entre audios, videos y piezas gráficas, producidos en más de 30 lenguas indígenas. 

“A pesar de todo lo que se ha hecho a nivel de promoción de la salud y salud familiar, no hemos llegado a calar como pensábamos”, aseguró Quispe a OjoPúblico.

 

Huancavelica: la nación que padece el engaño 

La Nación Chopcca es un pueblo único que habita a 4 mil metros sobre el nivel del mar, en Huancavelica, una de las regiones más pobres del Perú. Sus miembros relatan que descienden de un personaje de poderes extraordinarios, y visten trajes negros con coloridos diseños que aquí son parte de la vida cotidiana. En el 2014, el Estado peruano reconoció a su cultura como patrimonio cultural de la Nación por su originalidad y representatividad. Apenas seis años después, en los primeros meses de la pandemia, fue noticia por un caso relacionado con la desinformación.

El 11 de junio del 2020, un grupo de comuneros Chopcca retuvo a unos ingenieros que realizaban labores de mantenimiento a unas antenas de telecomunicaciones en el Centro Poblado de Huachhua, situado en el distrito de Paucará. Los acusaban de pretender instalar antenas de tecnología 5G que, según creían, generaba el contagio del nuevo coronavirus, o por el temor de que les causara daño. En los videos del incidente se observa que los comuneros rodearon a los técnicos y, por un instante, hasta se oyen amenazas de muerte. Después de varias horas, fueron liberados tras un diálogo entre los líderes de la comunidad y la comitiva conformada por un representante de la empresa, el gobernador regional y un funcionario del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC). 

"Por desconocimiento podemos tomar muchas acciones, por eso necesitamos que nos expliquen oportunamente. Aprendan a respetar a los comuneros", señaló en esa ocasión un habitante de la zona, de acuerdo a la cadena radial RPP.

A más de un año de este suceso, la Nación Chopcca aún es víctima de la desinformación. El alcalde de Huachhua ―donde se registró el incidente de las antenas―, dice que el rechazo a la vacuna es mayoritario. Según Rufino Lanasca, en las comunidades han circulado teorías de conspiración que han sido virales a lo largo de la pandemia, y que hay una sensación de desconfianza y miedo. “Solamente la gente piensa que están probando los negociantes, los grandes que están haciendo su negocio con la vacuna”, dice la autoridad.

En el sector de Huachhua habitan un total de 654 habitantes, y la vacunación empezó en el mes de abril del 2021, de acuerdo con Walter Martínez, técnico de enfermería del puesto de salud de la zona. En toda la región Huancavelica, hasta el último 17 de noviembre, se habían registrado 1.168 defunciones contra la Covid-19. Al menos cuatro fallecidos eran miembros de pueblos originarios, según el reporte del Ministerio de Salud.

“Los que no están accediendo a la vacuna son las personas mayores de 60 años”, precisó Martínez.

El problema es más grave porque, además, personal de salud que trabaja en la zona ha identificado que persiste la idea de que la Covid-19 no existe. 

“Ellos tienen un principio mágico-religioso que está ligado con las fuerzas naturales [...] y [supone que] si algo tiene que pasar es porque Dios lo está permitiendo”, refiere Roberto León, director de la red de salud de la provincia de Huancavelica. 

El presidente de la Nación Chopcca, Juan Meneses, explicó a OjoPúblico que los miembros de su comunidad necesitan que el personal de salud brinde información adecuada sobre las vacunas en cada pueblo. “Sobre la vacuna de Pfizer o Sinopharm, la gente piensa: ¿cuál de ellas es mejor? Piensan que están probando, que los grandes están negociando”, agregó Meneses.

Pese a los acercamientos iniciales con representantes del Gobierno para resolver el tema, hasta finales de noviembre, en Paucará y Yauli ―los dos distritos donde se sitúa la Nación Chopcca― tienen menos del 30 % de población meta vacunada con las dos dosis, según el Minsa:  20,2 % y 22,1 %, respectivamente.

El presidente Meneses dijo que están accediendo a recibir la vacuna de manera lenta y progresiva.

En el acta de una reunión realizada a fines de agosto, varias autoridades de la comunidad andina expresaron que la vacunación debe ser voluntaria y con una campaña de sensibilización previa. Los dirigentes y funcionarios consultados por OjoPúblico enfatizan que una demanda central es que la información debe estar en su lengua originaria, el quechua.

 

Los promotores de mentiras


El registro en documentos oficiales, realizado por los funcionarios encargados de implementar el proceso de vacunación durante los últimos meses, constituye toda una bitácora sobre las incidencias en el esfuerzo para vencer al coronavirus y contener la pandemia. Por primera vez, se puede rastrear de manera cronológica un contramovimiento, promovido por distintos actores y grupos, que erosiona la eficacia de las políticas públicas y amenaza la seguridad de sectores vulnerables de la población.

“La principal razón identificada del rechazo de las vacunas del Covid-19 es la desinformación o mala información que se difunden en medios de comunicación y redes sociales como Facebook, WhatsApp, entre otros”, precisa el informe de la Red de Salud de Bagua, Amazonas, a la que OjoPúblico tuvo acceso.

Lo mismo plantea, desde la zona andina, el presidente de la Nación Chopcca, Juan Meneses, quien confirmó que su pueblo cuenta con conexión a redes de telefonía e Internet, por lo que sus habitantes tienen acceso a mensajes antivacunas que se han vuelto virales.

La influencia de la desinformación ha sido tal que, según los reportes de campo recogidos en el informe de la red de Salud de Bagua, en Amazonas, logró confundir a gente que estaba interesada en vacunarse. En especial, cuando personajes influyentes de la zona planteaban su desacuerdo. “Esta negativa de los líderes locales frena el trabajo de sensibilización que hasta la fecha viene realizando el personal de salud en las diferentes comunidades nativas del distrito de Imaza, quienes muchas veces tenían la aceptación de grandes grupos de personas para la vacunación Covid-19; sin embargo, con el pasar de las horas y días, estas personas iban cambiando de idea de un momento a otro, firmando actas de rechazo de hasta comunidades enteras”. 

En los gráficos estadísticos adjuntos a ese informe se evidencia que el inicio de la vacunación en el mes de junio tuvo un impulso sostenido durante los diez primeros días, para luego declinar de manera dramática. "[...] después de la segunda semana de iniciada la vacunación, la cantidad de vacunados diarios comienza a disminuir, evento coincidente con la difusión de audios, videos y comunicados antivacunas a través de las redes sociales dentro de las comunidades nativas", indica en el informe de las autoridades de salud de Bagua. 

OjoPúblico recogió testimonios de distintas personas que han participado en el esfuerzo por llevar adelante el proceso de vacunación y se han topado con un efecto solo es comparable, aunque en sentido opuesto, al de las propias campañas oficiales para enfrentar la pandemia.

Uno de estos testimonios es el de la interna de medicina Lourdes Flores, del centro de salud El Muyo, en el distrito de Aramango, Amazonas. En agosto último, como parte de una brigada de vacunación, Flores atravesó un río en una cabina sujeta con poleas para llegar a la comunidad de Tsuntsuntsa. El objetivo era vacunar a 100 habitantes de la etnia awajún, pero al final de la jornada solo siete personas aceptaron la dosis del laboratorio Sinopharm. Las autoridades locales le dijeron que la gente tenía los mismos temores de otros pueblos: que la vacuna mata, que la marca enviada no era la mejor. 

También en este caso, los difusores de versiones falsas han sido grupos religiosos, redes sociales y medios de comunicación. “Incluso Willax, que es el principal canal que ha estado en contra de la vacunación, y que ha dado una información falsa [sobre la vacuna de Sinopharm]”, dijo Flores en referencia a un programa de televisión por cable ―que luego se viralizó en redes sociales―, en el que el biólogo y entonces candidato al Congreso Ernesto Bustamante presentó de manera errónea los datos de un informe sobre la eficacia de la vacuna de Sinopharm en Perú, y hasta dijo que causaba más Covid-19 que el placebo. Bustamante, hoy congresista por Fuerza Popular, ha insistido con sus críticas a la vacuna procedente de China. “Y todo eso se ha quedado en la mente de las personas”, enfatizó la médica serumista.

La versión ha seguido circulando meses después en los territorios indígenas.

OjoPúblico intentó comunicarse con Bustamante por llamadas telefónicas y la red de mensajería WhatsApp, pero al cierre de esta edición, no obtuvo respuesta. 

A una consulta para este reportaje, Esther Marchena, coordinadora de inmunizaciones de la Diresa de Amazonas, identificó que los contenidos fraudulentos también se han transmitido en volantes. En uno se observa la consigna del 'No a la vacuna' junto a datos falsos sobre sus componentes: que supuestamente incluyen mercurio, células de animales y de humanos. 

Este material fue realizado por un grupo que se identificó como parte de Acción Humanista Revolucionaria (AUR), un movimiento originado en Bolivia y cuyos presuntos seguidores peruanos han realizado plantones en Lima para oponerse a la vacunación y esparcir teorías conspirativas sobre la pandemia. Rafael Sagárnaga, directivo de AUR en la ciudad boliviana de Santa Cruz, confirmó que su organización tiene enlaces en al menos 3 regiones del Perú: Lima, Arequipa y Lambayeque. OjoPúblico intentó comunicarse con los miembros voceros de los grupos locales, pero al cierre de este reportaje no hubo respuesta.

Los grupos antivacunas se han adelantado y han sido más rápidos que las propias campañas del Estado, dice Marchena. Por eso, la funcionaria considera que resarcir los daños de estas versiones va a ser un esfuerzo arduo. El problema es que la desinformación parece haber calado también en los equipos que deben ejecutar las campañas de vacunación: según la data recibida por Esther Marchena, al menos hasta septiembre del 2021, se registraron cerca de sesenta casos de técnicos sanitarios, miembros de pueblos indígenas, que se negaron a que les aplicaran la vacuna contra la Covid-19. 

En la región amazónica de Loreto, la obstetra Gisella Elizabeth Coloma ha encontrado que la información se tergiversa tanto a partir de comentarios y rumores como por los mensajes propalados por agentes de sectores religiosos, como los pastores de distintas confesiones. “En lo que es atención primaria de salud, si el pastor les dice que no se vacunen, no se vacunan. Creen mucho en lo que el pastor les inculca”, dice la gerenta de la Microrred de Salud de Andoas.
 
Es común que en cada comunidad exista una iglesia dirigida por un pastor. Es decir, no funcionan como una franquicia sino que actúan de manera autónoma y varias están diseminadas por las zonas rurales de Loreto, según explicó a OjoPúblico Gonzalo Marsá, coordinador técnico del Comando Covid-19 Indígena de Loreto, un grupo presidido por líderes y representantes de organizaciones indígenas de la Amazonía, como la Confederación de Nacionalidades Amazónicas del Perú (CONAP) y la Organización de Pueblos Indígenas del Oriente (ORPIO). Tan solo esta última agrupa a más de cuatrocientas comunidades. 

Marsá comentó a OjoPúblico que no basta informar sobre las vacunas sino que es necesario que las autoridades sanitarias de las regiones coordinen con las organizaciones indígenas y líderes de las comunidades antes de que las brigadas ejecuten sus intervenciones. “Nosotros hemos hablado de tres requisitos: que la vacunación sea informada, coordinada y consentida”, dijo.

 

Un refuerzo para pueblos indígenas


Tres meses después del viaje en que recogió el rechazo de siete comunidades indígenas de Loreto en dos días, el técnico en enfermería Omar Chahua tiene algunos reparos para volver. Considera un riesgo regresar a lugares donde la negativa a la vacuna fue tajante. “Insistir demasiado, tal vez, puede generar una reacción contra mi persona”, comenta en una conversación telefónica para este reportaje. Su temor tiene antecedentes como la experiencia del enfermero Dixon Rodríguez, quien fue rodeado con armas en los territorios ashéninkas de Ucayali. También las de otros miembros del personal de salud en comunidades de Amazonas, donde la gente no solo rechaza la vacuna, sino que ha llegado a considerarla parte de una operación de castigo o exterminio, según el caso. “No voy a arriesgar mi integridad física por una decisión ya tomada [por la comunidad]”, dice Chahua.

A estas alturas queda bastante claro que ya no es solo un problema de mensajes confusos, sino de una brecha cultural que, agravada por la desinformación, sigue poniendo en riesgo a pueblos vulnerables al mismo tiempo que el país avanza en la inmunización contra la Covid-19. A inicios de noviembre del 2021, el Gobierno peruano respondió a este punto crítico con la asignación de casi 28 millones de soles ―unos 7 millones de dólares― para financiar las intervenciones sanitarias. Este presupuesto incluye, entre otros gastos, la posibilidad de incorporar a alrededor de 3 mil enlaces indígenas al trabajo de las brigadas. "Estamos en proceso de contratación. A ellos se les va a capacitar sobre las funciones que van a cumplir en el territorio, sobre el ABC de la vacuna contra la Covid-19”, indicó a OjoPúblico Julio Mendigure, responsable de la Dirección de Pueblos Indígenas u Originarios del Minsa. Mientras los expertos especulan sobre el impacto de una tercera ola de la pandemia en el país, hay toda una marea de mentiras y engaños por contener en las regiones más aisladas del Perú.

 

*Para obtener las tasas de vacunación contra la Covid-19, OjoPúblico ha tomado como fuente el portal de Datos Abiertos del Ministerio de Salud. 

*Para el rastreo de medios de desinformación en regiones se contó con la participación de los voluntarios Sebastián Rosas, Hiro Ramos y Arlie Carrera.

https://ojo-publico.com/3190/actas-revelan-enganos-sobre-vacunas-en-pueblos-indigenas

Otro varón se desvanece en la Playa Victoria, de Cádiz


 CÁDIZ.- Según informa el digital El Portal de Cádiz, en la tarde del día viernes 26, un varón sufrió un desvanecimiento en la playa de la Victoria, siendo visto por un matrimonio que dio aviso al 112.

Con la urgencia requerida, dos patrulleros de la Policía Local se personaron en la zona, portando uno de ellos el desfibrilador por si fuera necesario. Al lugar acude también una unidad medicalizada del 061, asistiendo a la persona en el lugar.

Un varón de 40 años fallece como tocado por un rayo en pleno centro de Lucena y otro de 64 en Cieza en plena calle


 LUCENA/CIEZA.- Según publica Lucena Hoy, un hombre de 40 años de edad ha fallecido tras sufrir un ataque al corazón en plena vía pública.

El suceso se ha producido en torno a las 13:00 horas. Según testigos presenciales el hombre sufrió un desvanecimiento repentino cuando caminaba por la calle El Peso, desplomándose sobre el suelo y perdiendo el conocimiento. 

Tras dar parte de lo ocurrido al servicio de emergencias sanitarias 061 un miembro del Parque Comarcal de Bomberos de Lucena, Córdoba, que se encontraba en el lugar de los hechos fuera de servicio y un agente de la policía local atendieron a la víctima, efectuándole las maniobras de resucitación cardiopulmonar habituales, logrando recuperarle inicialmente y mantenerle hasta la llegada de los servicios sanitarios.

Ya en la ambulancia, el personal de Urgencias siguió trabajando para recuperarle de la parada cardiaca, trasladándole al Centro de Salud de Lucena, aunque según han confirmado fuentes del servicio de emergencias 112 Andalucía no pudieron evitar su fallecimiento en dicho establecimiento sanitario.

Por otra parte, y según publica La Opinión de Murcia, este domingo, a las 10:00 horas, la Policía Local de Cieza y los servicios de emergencia recibían una llamada alertando de que una persona mayor se encontraba en la céntrica avenida José Antonio Camacho sufriendo problemas de salud. 

Al lugar de los hechos se trasladaron dos patrullas de la Policía, una de la Guardia Civil y una ambulancia medicalizada. El hombre, de 64 años, estaba sufriendo una parada cardiorrespiratoria y, mientras las fuerzas de seguridad acordonaban la zona, los servicios médicos procedieron a atenderlo para intentar salvar su vida.

Lamentablemente, a pesar de que los intentos sanitarios, el hombre ha fallecido.

Las farmacéuticas se adelantan a las nuevas variantes


MADRID.- Novavax Inc  (NVAX.O)  dijo ya  el viernes que había comenzado a trabajar en una versión de su vacuna COVID-19 para atacar la variante detectada en Sudáfrica y que tendría la inyección lista para probar y fabricar en las próximas semanas.

La inyección de COVID-19 de la compañía contiene una versión real de la proteína de pico del virus que no puede causar enfermedades pero puede activar el sistema inmunológico. El desarrollador de la vacuna dijo que había comenzado a desarrollar una proteína de pico basada específicamente en la secuencia genética conocida de la variante, B.1.1.529.

La vacuna de Novavax recibió su primera aprobación de uso de emergencia a principios de este mes en Indonesia, seguida de Filipinas. Otros desarrolladores de vacunas, incluidos BioNTech SE de Alemania y Johnson & Johnson, han dicho que están probando la efectividad de sus vacunas contra la nueva variante, que la Organización Mundial de la Salud denomina Omicron.

Como informamos, otras compañías también están listas para probar su vacuna en las próximas dos semanas.

The Conservative Treehouse escribe:

Vaya, hace 72 horas nadie escuchó la variante del nombre  Omicron . Ahora, en menos de tres días, se ha identificado una variante, se han detenido los viajes globales, se han declarado estados de emergencia y ahora vemos a una compañía farmacéutica anunciando el ensayo de la vacuna específica de la variante que comenzará en los EE. UU. En unos pocos semanas. Esta relación del gobierno con las grandes farmacéuticas ciertamente está generando una acción rápida, ¿eh?

Los crueles experimentos con niños de Anthony Fauci, que solo ha conseguido aterrorizara seres humanos, según Vera Sharav


WASHINGTON/NUEVA YORK.- El reciente escándalo del#BeagleGate logró lo que no pudieron conseguir una pandemia mundial de COVID, un escándalo de investigación de “ganancia de función”, mandatos de vacunas en todo el mundo y una carrera de despilfarro de impuestos estadounidenses: Consiguió que el mundo se detuviera y cuestionara la integridad del Dr. Anthony Fauci.

En las últimas semanas, los medios de comunicación convencionales y sociales han estallado con relatos sobre los crueles experimentos con animales financiados por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (“National Institute of Allergy and Infectious Diseases”, NIAID por sus siglas en inglés) con el dinero de los impuestos estadounidenses.

El NIAID, una división de los Institutos Nacionales de Salud, funciona bajo la dirección de Fauci.

Las publicaciones virales en las redes sociales describen cómo, después de hacerles pasar hambre y de que se les extirparan las cuerdas vocales para que no pudieran aullar o ladrar, los beagles tenían la cabeza atrapada en jaulas en las que había hambrientas pulgas de arena que se comían vivos a sus anfitriones.

A otros cachorros se les inyectaron variantes “mutantes” de bacterias transmitidas por garrapatas fabricadas en laboratorio antes de exponerlos a cientos de garrapatas que luego les chuparon la sangre durante una semana. Se les extrajo sangre dos veces por semana durante ocho semanas y luego se les sacrificó.

En otro experimento, se inyectaron larvas de gusano del corazón a los beagles y posteriormente se les practicó la eutanasia para poder utilizar las larvas en otros experimentos.

La investigación de “The White Coat Waste Project” (WCW, siglas en inglés de “Proyecto de los residuos de bata blanca”) que dio a conocer estas historias desencadenó una protesta pública y un esfuerzo bipartidista para que Fauci rinda cuentas por los experimentos innecesarios y abusivos que autorizó con millones de dólares de los contribuyentes.

Los subsiguientes ataques de los medios de comunicación a WCW son una prueba del impacto que el #BeagleGate tuvo en la percepción pública.

“La ironía es que son estos pequeños cachorros los que provocan indignación”, dijo Vera Sharav, activista de derechos humanos y fundadora de la Alianza para la Protección de la Investigación Humana (“Alliance for Human Research Protection”, AHRP por sus siglas en inglés).

No es que a Sharav no le importen los cachorros. Sin embargo, se siente frustrada por no haber podido generar el mismo clamor público cuando se trata de su misión de toda la vida de acabar con los crueles experimentos médicos con niños.

“Los animales tienen poderosos defensores, como “People for the Ethical Treatment of Animals” (“Personas por el tratamiento ético de los animales”) que luchan por protegerlos de este tipo de abusos”, dijo Sharav. “Pero estos cachorros son desechables. Es una parodia”.

Como niña superviviente del Holocausto, Sharav fue testigo de primera mano de cómo un sistema corrupto puede borrar sistemáticamente las normas morales y la empatía humana en nombre de la salud pública.

Ha trabajado durante décadas para poner fin a las prácticas médicas poco éticas y abusivas, incluidas las que están subvencionadas y facilitadas por los organismos gubernamentales y las grandes farmacéuticas, Big Pharma.

Su batalla para romper el silencio conspirativo y llamar la atención de los medios de comunicación y de las autoridades reguladoras ha sido una batalla ardua, que lleva décadas peleando.

Pero en 2004 hubo un rayo de esperanza. La BBC se puso en contacto con Sharav como parte de una investigación para un documental, “Guinea Pig Kids” (“Los niños conejillos de indias”).

Basado en los hallazgos del periodista de investigación Liam Scheff, el desgarrador documental expuso los tortuosos experimentos médicos clandestinos de Fauci con niños infectados por el VIH al cuidado del “Centro Infantil de la Encarnación” (“Incarnation Children’s Center”, ICC por sus siglas en inglés).

Sharav se asoció con Scheff, la periodista de investigación Celia Farber y el director de la película, Jamie Doran. Durante un breve tiempo, los tres creyeron que la verdad podría salir finalmente a la luz.

Pero, como todos descubrieron, arrojar luz no es para los débiles de corazón.

¿Quiénes eran los “niños conejillos de indias”?

El ICC (siglas en inglés de “Incarnation Children’s Center”), que se promocionaba como “el único centro de enfermería especializada de la ciudad de Nueva York que proporciona atención especializada a niños y adolescentes con VIH/SIDA”, fue el escenario de estos crímenes contra la Humanidad.

En 1992, el NIAID proporcionó financiación para reintroducir el ICC como “una clínica ambulatoria para niños seropositivos” y la clínica pasó a formar parte de la Unidad de Ensayos Clínicos de Sida Pediátrico de la Universidad de Columbia.

El departamento de bienestar infantil de Nueva York, la Administración de Servicios para la Infancia, estaba facultado para ofrecer a los niños vulnerables y desfavorecidos que tenía a su cargo como ratas de laboratorio para probar medicamentos tóxicos contra el SIDA, como el AZT, la Nevirapina y varios inhibidores de la proteasa, así como vacunas experimentales contra el SIDA.

La mayoría de estos fármacos, aprobados para adultos con SIDA, llevaban advertencias de recuadro negro y causaban efectos secundarios potencialmente letales, como la muerte de la médula ósea, el fallo de órganos, las deformidades y el daño cerebral.

La mayoría de los niños eran negros, hispanos y pobres, a menudo nacidos de madres drogadictas.

El NIAID, aprovechando la ortodoxia imperante sobre el SIDA, justificó los experimentos poco éticos realizados en estos niños como la única oportunidad que tenían de sobrevivir.

Jacklyn Hoerger, cuyo trabajo consistía en administrar los medicamentos a los niños, contó:

“Nos decían que si vomitaban, si perdían la capacidad de caminar, si tenían diarrea, si se estaban muriendo, todo ello era debido a su infección por el VIH. Me limité a darles fielmente lo que me decían los médicos”.

La obediencia, como principio unidireccional, ha sido un tema recurrente a lo largo de la carrera de Fauci. Según la directora médica del ICC, la Dra. Katherine Painter, el “mayor problema al que se enfrentan las familias con niños seropositivos es la fidelidad”.

Hoerger aprendió esta lección por las malas, cuando inició el proceso de adopción de dos medias hermanas del programa. Aplicando un método científico mucho más compasivo en casa, Hoerger dedujo que eran los medicamentos los que causaban las dolencias de las niñas. Así que interrumpió los regímenes farmacológicos.

Elle describió las mejorías que ocurrieron como “casi instantáneas” y señaló que las niñas empezaron a comer correctamente por primera vez en su vida. Pero su desobedicencia hizo que se la considerase una madre negligente y perdió la custodia de las niñas. No se le permitió volver a verlas.

En el ICC, la cooperación de los sujetos experimentales tuvo siempre prioridad frente a su bienestar. Se exigía a los niños que tomaran estos medicamentos sin tener en cuenta sus impactos negativos, y los efectos adversos se atribuían a su presunta enfermedad (AHRP (siglas en inglés de la “Alianza para la Protección de la Investigación Humana”) descubrió que el NIAID permitía a sus socios farmacéuticos experimentar con niños incluso sin que sus infecciones por VIH estuviesen confirmadas en el laboratorio).

Cuando algunos padres se negaron a dar su consentimiento a las pruebas, los funcionarios de los servicios de infancia les retiraban la custodia de los niños rápidamente y los colocaban con familias de acogida, o en hogares infantiles donde se autorizaba entonces la participación del niño.

Cuando los niños se resistían o rechazaban la medicación, eran llevados al hospital Columbia Presbyterian, donde se les insertaban quirúrgicamente tubos de plástico en el estómago para administrarles los medicamentos.

Según Sharav, al menos 80 niños murieron en el transcurso de estos ensayos clínicos.

“Fauci se limitó a esconder bajo la alfombra a todos esos bebés muertos”, dijo Sharav. “Eran daños colaterales en sus ambiciones profesionales. Eran niños desechables”.

Una visita a la fosa común de la ICC en el cementerio de “Gate of Heaven”, en Hawthorne (Nueva York), hizo que Celia Farber, reportera de investigación que llevó a cabo la investigación para el documental, se diera cuenta de ello.

“No podía creer lo que veían mis ojos”, dijo Farber. “Era una fosa muy grande con césped artificial echado por encima, que realmente se podía levantar. Debajo del césped, se podían ver docenas de sencillos ataúdes de madera, apilados desordenadamente. Puede que hubiera 100 de ellos. Me enteré de que había más de un cuerpo de niño en cada uno”.

La obediencia también era un tema cuando se trataba de adherirse al Código de Nuremberg o incluso de seguir la normativa federal relacionada con la participación en ensayos clínicos.

En lugar de atenerse a los requisitos establecidos para proteger a los niños de acogida, Nueva York creó una junta de revisión institucional, un comité de ética formado por representantes de los mismos hospitales que realizaban la investigación para conceder las aprobaciones.

En otras palabras, la aprobación se puso en manos de la parte interesada.

En marzo de 2004, la organización de Sharav presentó una queja ante la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos y la oficina federal de protección de la investigación en seres humanos.

La denuncia se centraba en la inscripción ilegal de niños de acogida en estos experimentos y en el fracaso institucional de todo el sistema a la hora de protegerlos de acuerdo con la normativa federal que exige un defensor independiente para cada niño.

Estos niños, algunos de tan solo tres meses de edad, no tenían voz independiente. La ACS, la misma organización que esencialmente los puso en una cinta transportadora para que participasen en los ensayos clínicos, era también su tutor legal.

“Es una abdicación total de la norma ‘primero no hacer daño’ y de la dignidad de los seres humanos”, dijo Sharav. “Desde el punto de vista de la investigación médica, los animales de laboratorio son caros y estos niños son baratos. El gobierno los entregó como un rebaño de animales”.

La campaña contra los “negadores del sida”

“Guinea Pig Kids” (“Los niños conejillos de indias”) se estrenó en la BBC el 30 de noviembre de 2004, pero fue retirado abruptamente de las ondas.

Una denuncia presentada por poderosos activistas del SIDA llevó a la BBC a retirar el documental y a eliminar la investigación. Y fue mucho peor lo que ocurrió entre bastidores.

Celia Farber contó que ella y otros fueron “despiadadamente vejados a todos los niveles” por ser los llamados “negadores del SIDA”.

“Vinieron a por nosotros profesionalmente, económicamente, espiritualmente y socialmente”, recuerda Farber. “Nadie quería ser un negador del SIDA. Despertaba un odio inmediato. Ese término hechizaba profundamente y la gente no podía escuchar más allá de él. Era algo que cerraba instantáneamente a la gente”.

Una reunión del subcomité de 2005 organizada por el Departamento de Salud y Servicios Humanos (“Department of Health and Human Services”, HHS por sus siglas en inglés) de EE.UU. concluyó que se habían violado los derechos protegidos de los niños de acogida en algunos de los ensayos de medicamentos contra el sida, pero nada cambió en el ICC y los niños siguieron muriendo.

Al Instituto de Justicia VERA, encargado de investigar la muerte de los niños utilizados en estos experimentos, se le prohibió consultar los historiales médicos y se negaron a aceptar los datos de la propia investigación de Scheff.

Los esfuerzos de Scheff, Sharav y Farber volvieron a sumirse en la oscuridad. Hasta ahora.

“Fauci lleva dirigiendo esta agencia (NIAID) desde 1984 y nunca ha conseguido desarrollar un fármaco o una vacuna”, dijo Sharav. “No ha habido curación. Sólo ha conseguido aterrorizar a la gente”.

Sharav está lista para que el reino del terror de Fauci termine.

Pero tal vez donde más podemos aprender sobre Fauci y sus compinches no es mirando sus fracasos, sino dirigiendo nuestra atención a sus éxitos. Él y sus colegas de los NIH y de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han perfeccionado un paradigma de pandemia utilizando paradigmas de diagnóstico cambiantes y definiciones clínicas que incorporan métodos de prueba defectuosos.

Este método se utilizó para lanzar algunas de las campañas del miedo más exitosas de la historia mundial. Ese miedo se utilizó para generar un modelo de guerra médica que se ha utilizado para justificar miles de experimentos crueles, innecesarios y costosos.

Y si bien esos experimentos no produjeron tratamientos o curas eficaces, lograron insensibilizar a los investigadores y al personal sanitario y los capacitaron para “limitarse a cumplir las órdenes”, independientemente de los resultados sanitarios.

Todo esto se logró con un enorme gasto para los contribuyentes estadounidenses, y la ortodoxia resultante ha costado la salud a millones de personas.

Los tratamientos van y vienen, pero la obedicencia médica y la creación de una cultura de “cómo te atreves” para avergonzar y silenciar las voces de la disidencia ha seguido siendo probablemente el experimento científico más exitoso y rentable de la historia mundial.

Pero hay dos variables que Fauci no valoró correctamente: la resistencia del espíritu humano y el poder del amor de los padres.

Para Farber, ser testigo del desenlace de la narración es surrealista.

“Sigo sintiendo rabia y asco de que esta matriz terrorista de activistas del SIDA haya conseguido convencer al público de que mire hacia otro lado, de que no debe preocuparse por estos niños”, dijo Farber.

Pero a pesar de todo lo que ha pasado, hay una chispa de optimismo.

“La chispa de luz es que mucha gente está adoptando esta lucha ahora, hay mentes preparadas para esto ahora, si uno puede ser considerado una ‘mente preparada’”, dijo Farber.

Graves revelaciones de una ex empleada de Pfizer


NUEVA YORK.- Una ex empleada de Pfizer, que ahora trabaja como experta en marketing farmacéutico y analista de biotecnología, proporcionó evidencia en una reunión pública en septiembre que sugiere que Pfizer es consciente de que estas vacunas pueden hacer que los vacunados sean más propensos a contraer COVID-19 e infecciones.  

La denunciante Karen Kingston, la ex empleada de Pfizer, apareció junto con el abogado de derechos de libertad médica Thomas Renz, quien presentó los datos en una reunión pública en el ReAwaken America Tour de Clay Clark.

Según la denunciante, “entonces, cuando no se inyectaron, su tasa de infección fue del 1,3% y cuando se inyectaron, fue del 4,34%. Subió más de un 300%. Tenían menos infecciones cuando no tenían protección. Entonces, eso es un problema “.

Kingston dijo que “si toma dos dosis de Pfizer, su tasa de infección [con COVID-19] aumenta con el tiempo “.  

Durante ese período inicial de placebo, el documento informa que la tasa de infección de este grupo fue de “12,6 casos por 1.000 personas-año”, lo que equivale a una tasa de infección del 1,3%. Después de sus inyecciones, hubo “43,4 casos por cada 1.000 personas-año” o una tasa de infección del 4,34%. 

“Entonces, cuando no se inyectaron, su tasa de infección fue de 1.3%, y cuando se inyectaron, fue de 4.34%. Subió más de un 300% ”, observó Kingston. “Ese aumento del 300% es una correlación, no es una anomalía”.

Por lo tanto, resumió: “Tenían menos infección [COVID-19] cuando no tenían protección [de las inyecciones de Pfizer]. Entonces, eso es un problema “.

Si bien la correlación no prueba la causalidad, al observar los datos mundiales relevantes, encontramos una tendencia mundial de altas tasas de infecciones, hospitalizaciones y muertes entre los vacunados.

Este fenómeno de aumento de casos que se asocia con una alta absorción de la vacuna se ha convertido en una  tendencia universal,  mientras que también ha habido una correlación entre las campañas de vacunación COVID-19 y el  aumento de las tasas  de mortalidad por la enfermedad.

Moderna cree que la nueva variante escapa a la inmunidad de las vacunas


MADRID.- Moderna no se fía de la nueva variante. Si bien todas las farmacéuticas han anunciado que trabajan en ver cómmo se comporta la nueva variante con su vacuna, esta compañía ha sido la más pesimista en cuanto a la necesidad de una reformulación de los sueros existentes. 

"La variante incluye mutaciones observadas en Delta que se cree que aumentan la transmisibilidad y mutaciones observadas en Beta y Delta que se cree que promueven el escape inmunológico. La combinación representa un riesgo potencial significativo para acelerar la disminución de la inmunidad, tanto la natural como la inducida por las vacunas", afirman.

Apenas han pasado 72 horas desde que se conociera a la nueva variante del coronavirus pero ya no queda ningún país que no haya extremado sus precauciones. Ante el pánico generalizado, desde Sudáfrica se avisa de que la nueva cepa, que tiene más mutaciones que ninguna antes vista, no es peligrosa, al menos de momento.

 "Lo que estamos viendo en Sudáfrica y, recordemos, estoy en el epicentro, es muy débil. Para nosotros son casos leves", ha declarado a la cadena BBC Angelique Coetzee, la médica que descubrió la variante. 

"Estoy bastante segura de que en Reino Unido", donde se han confirmado dos casos, "existe un pánico innecesario, aunque dentro de dos semanas podría decir lo contrario", añadió.

Sin embargo, en varios países de Europa se vive una situación de descontrol del virus que impide cualquier relajación. Italia, Bélgica, Reino Unido o Alemania ya tienen casos diagnosticados de la nueva variante del coronavirus y las autoridades francesas dan por hecho que deben tener algún caso aunque aún no se haya secuenciado.

Ante esta situación, las empresas farmacéuticas que poseen una vacuna en el mercado ya están trabajando para ver si será necesaria una reformulación de su suera. Si bien es muy pronto, porque ni siquiera se conoce el alcance sanitario que puede tener esta cepa, la posibilidad de que se pueda necesitar un refuerzo diferente urge. 

Cuando se firmaron los megacontratos de vacunas para 2022 con Pfizer y Moderna, se obligaba a las empresas a fabricar versiones en caso de mutaciones.

Genocidio sádico y planteamiento satánico / Editorial de "Rambla Libre"


La timo vacunación tiene como objetivo la eliminación de población, y la reducción a esclavitud de los supervivientes. Es un genocidio planetario, el mayor concebido en la historia de la Humanidad. La timo vacunación de los niños de 5 a 11 años es un genocidio sádico por el que se trata de esterilizar y matar a las indefensas generaciones futuras.

Las televisiones y los medios de comunicación han empezado el bombardeo sobre una opinión pública, con falsos motivos como frenar la transmisión, cuando el padre del genocidio, Bill Gates ha tenido que reconocer que las timo vacunas “no frenan la transmisión”, sino que la aceleran pues los pinchazos no hacen otra cosa que inyectar la proteína Spike, que por el torrente sanguíneo se va hacia todos los órganos vitales, especialmente hacia los testículos y los ovarios y al corazón, produciendo el efecto de lo que hemos dado en llamar repetinitis, personas que de repente se derrumban, con un infarto letal. 

“Nuestros adolescentes y jóvenes tendrán graves problemas de fertilidad”, sentencia la catedrática María José Martínez Albarracín.

“Con respecto -dice la Dra. Albarracín- al balance riesgo/beneficio conocido, el equilibrio se desplaza de manera contundente hacia el riesgo, ya que la mortalidad por covid en niños y adolescentes es despreciable, cercana a cero y los riesgos de morir por la vacuna son, al menos 50 veces mayores que los de morir por covid.

“La principal causa de morbimortalidad a corto plazo en los niños vacunados son las miocarditis, especialmente en varones. Los datos oficiales hablan de que la tasa de incidencia de esta enfermedad es aproximadamente de 10 casos por millón y los promotores de vacunas aprovechan para decir que es la misma en las vacunas covid, pero olvidan que esa tasa, en condiciones normales, se refiere a todo un año en el mundo, mientras que si vacunamos a varios millones de niños en pocos meses se multiplicarán los casos de manera alarmante. 

Según los estudios publicados sobre esta enfermedad, solo se recupera un tercio de los niños que la contraen, otro tercio fallecen y el tercio restante desarrolla una miocardiopatía dilatada crónica que puede terminar en la muerte o en trasplante de corazón, con todos los sufrimientos y limitaciones que un trasplante supone para la vida del niño”.

La aprobación de la EMA de la vacunación en ese grupo de edad va de suyo dada la sumisión y dependencia de ese organismo corrupto de las multinacionales farmacéuticas. Se trata de aniquilarnos como sociedad, de acabar con nuestro futuro. Los ensayos de Pfizer fueron una chapuza y representaron un rotundo fracaso, con el 83% de efectos adversos, entre suicidios y muertes, y con casos tan flagrantes como el de Maddie de Garay, la niña de quería ser enfermera, de padres médicos, que se prestó al experimento y de ser una niña sana ha quedado paralítica y autista.

No hay ninguna duda de que estamos ante un genocidio, que por ser ejercido sobre los niños implica un especial de sadismo entre los psicópatas de nuestros dirigentes que colaboran en él. No existe ninguna posibilidad que resulte bien, no es el experimento de una terapia génica, que puede resultar bien o mal, sino un genocidio planificado que va a tener gravísimas consecuencias para los niños cuyos padres presten a sus vástagos a él. 

Es difícil pensar en una conducta más aberrante y criminal por parte de los dirigentes corruptos y traidores y de los padres despreocupados, perezosos para entender el tremendo sacrificio que se va a hacer con sus hijos, Es un planteamiento satánico.   

 

http://ramblalibre.com/2021/11/29/tmo-vacunacion-de-ninos-entre-5-y-11-anos-genocidio-sadico-y-planteamiento-satanico/ 

Teoría del sombrero / Arturo Pérez-Reverte *


Los rojos no usaban sombrero, afirmaba un anuncio —genial de puro eficaz— de la sombrerería madrileña Brave en la posguerra española. Y, bueno. Sin que sea esa la razón, hace quince años que uso sombrero a diario, tanto en invierno como en verano: fieltro con los fríos y panamá cuando llegan el sol y el calor. 

Aunque la costumbre viene de mis tiempos de reportero dicharachero, cuando solía cubrirme con sombreros de lona del ejército británico, raros entonces, pero que inspirarían los sombreros de caza y pesca hoy tan habituales. 

En realidad mi primer sombrero de verdad fue un Stetson clásico que compré hace dos décadas en San Juan de Puerto Rico; y luego, poco a poco, fueron llegando otros. Considero que los sombreros son útiles por varias razones: hace tiempo que entré en la edad adecuada, me agrada su uso, abrigan en invierno y protegen del sol cuando a los setenta tacos, que acabo de cumplir, el pelo clarea y conviene andarse con ojo.

Ya escribí otras veces sobre eso. Los lectores lo recuerdan, y a veces me preguntan. Ahora, con la proximidad del invierno, algunos piden consejo sobre cómo utilizarlos o dónde comprarlos. No soy especialista en sombreros; pero, como digo, los uso a menudo. Así que hoy les cuento lo que sé de ellos. Y lo primero de todo, aparte su utilidad, es la necesidad de cubrirse con el modelo adecuado.

 En materia de sombreros, la línea que separa lo correcto de lo ridículo puede ser sutil. Uno debe buscar modelos que encajen con su aspecto físico y su forma de vestir. 

A alguien de baja estatura, un Fedora —fieltro, alas de más de seis centímetros de ancho— puede sentarle tan mal como a alguien rollizo un Porkpie —copa baja, ala muy corta vuelta hacia arriba, frecuente en músicos y gente del espectáculo—. 

Y no es lo mismo llevar un sombrero determinado cuando paseas por el campo que cuando vistes de ciudad (donde, a partir de cierta edad, la gorra de beisbol más elegante es la que no llevas puesta). Mis favoritos con lluvia o para viajes son los clásicos de gabardina, cada vez más difíciles de encontrar. 

Para el campo, blandos de tweed. En verano, los panamá Montecristi con ala de seis centímetros como máximo. Y en ciudad, el modelo Trilby, preferentemente Borsalino con copa alta y ala no mayor de cinco centímetros y medio —a las señoras esos sombreros masculinos les sientan muy bien, sobre todo con el pelo recogido en trenza o coleta—. 

Detalle importante: ningún sombrero de hombre debe verse nuevo, sino ligeramente usado (y atención a la talla, pues encogen un poco con el uso). En cuanto a calidad, mejor uno bueno que varios baratos.

 En Madrid recomiendo tres lugares: Casa Yustas, Medrano y La Favorita. En Barcelona, la tradicional tienda Mil. Y en clásicos extranjeros, las mejores que conozco son Bates o Lock en Londres, Simon en París —también Marie Mercier para las señoras—, Azevedo Rúa en Lisboa y la pequeña y bien surtida Luciana de Génova.

Dicho lo cual, vamos a lo importante. Mientras que una señora no ha de quitarse el sombrero casi nunca, los varones sí deben hacerlo. Eso es lo que marca la diferencia entre un usuario habitual y un aficionado o alguien con mala educación. 

En cuanto a lugares, hay una regla básica: quitárselo siempre bajo techo, sobre todo en iglesias y lugares o momentos de respeto, excepto en eventos deportivos, transportes, ascensores y edificios públicos como aeropuertos, estaciones de ferrocarril y grandes galerías comerciales. En cuanto al saludo a otras personas, la tradición exige quitárselo al saludar a una señora, a un amigo muy apreciado o a una persona mayor. 

Para pedir disculpas, agradecer algo o saludar al paso de un conocido, un ademán adecuado —que observé a menudo en mi padre y mi abuelo— puede ser tocarse con el pulgar y el índice el ala del sombrero.

Pero es al descubrirte cuando te juegas el prestigio de usuario. Quitarse un panamá de buena calidad, doblarlo y metérselo en un bolsillo, aparte de que es una gilipollez propia de esnobs y de pijos cantamañanas, acorta la vida del sombrero. 

Fieltro o panamá, el sombrero debe tenerse en las manos sostenido por un ala o dejarlo en el guardarropa, colgarlo en el lugar idóneo e incluso, si no hay otro sitio en un bar o restaurante (toque de estilo donde se la juega un profesional del asunto), ponerlo con toda naturalidad bajo la silla, vuelto hacia arriba con la copa apoyada en el suelo si está razonablemente limpio. 

En realidad, y esto también lo decía mi abuelo, que los usó toda su vida —mi padre sólo hasta principios de los años 70—, lo importante de un sombrero no es tanto llevarlo en la cabeza como saber cuándo quitártelo y qué hacer con él si te lo quitas. Un sombrero es todo un ritual. Casi una liturgia. Y de ahí su encanto.

 

(*) Académico, escritor y periodista 

 

https://www.abc.es/xlsemanal/firmas/arturo-perez-reverte/arturo-perez-reverte-teoria-del-sombrero.html