Ríanse ustedes de la división de la
izquierda española, singularmente madrileña. Quien quiera hacerse una
idea de cómo encara la catalana las próximas elecciones del 27
septiembre, que siguen sin estar convocadas, necesitará un plano, un
gráfico, un "quién es quién" en este campo. Aquí lo ofrece Palinuro con
sucinta valoración. Tengo registradas seis formaciones separadas que
pueden llegar a ser cinco si el Procés Constituent de la hermana
Forcades renuncia a presentarse, como afirma y, a pesar de todo, ser de
nuevo seis si, lo que no es de descartar, surge también una candidatura
propia de Barcelona en Comú.
La lista por la independencia (CDC, ERC, Ómnium, ANC, AMI y Súmate) es la
que parte con mayores expectativas por razones de todos conocidas. En
ella aparece ERC, la izquierda independentista más antigua de Cataluña.
Su cabeza de lista, Romeva, igualmente procede de la izquierda, aunque
no la republicana y es reclamo para votos izquierdistas
independentistas.
Catalunya sí que es pot, reúne a Podemos (Podem),
EUiA (o sea la IU catalana ) e ICV. La asamblea de Podemos aprobó por
un 80% la confluencia con estas dos organizaciones de izquierda en
flagrante contradicción con su negativa a confluir con sus equivalentes
en el resto del Estado en donde otra consulta asamblearia también ha
aprobado no confluir con nadie y presentarse bajo la propia vitola.
Palinuro ya ha señalado que Cataluña es una de las piedras del
previsible fracaso de Podemos.
La acusación de hacer y decir una cosa en
Cataluña y otra en España es una de las que peor llevan los
nacionalistas españoles que, con su tradicional complejo de inferioridad
frente a Cataluña, temen que quieran manipularlos o despreciarlos. Y
poco disipará Podemos esta inquietud si sigue con su ambigüedad porque
no puede hacer otra cosa que sacar de necesidad virtud. Catalunya sí que es pot tiene de cabeza de lista a Lluís Rabell, un histórico del movimiento vecinal, procedente de Guayem Barcelona como un reclamo a su vez para recoger votos de Barcelona en Comú.
El citado Procés Constituent,
de sor Teresa Forcades, se ha desvinculado de la confluencia anterior
en lo que parece una típica pelea de egos enfrentados pero se disfraza
de razones para salir del paso. Afirma Oliveres, quien estaba previsto
que encabezara la lista de Catalunya sí que es pot, que han
descubierto que los componentes de esta son mayoritariamente unionistas.
Esa misma acusación hacen los independentistas al Procés, cuyos
planteamientos respecto a la independencia son todavía más confusos que
los de Podemos. En todo caso, quedará fuera de cómputo si lleva adelante
su propósito de no concurrir a las elecciones.
La CUP nacional, una izquierda de base, tipo grass roots
y cierta alergia a la política que trae efluvios anarquistas, es
radicalmente independentista, pero rechaza lo que considera pasteleo de
ERC de poner la independendencia por encima del enfrentamiento de clase.
Propone, si es que no lo ha hecho ya, como cabeza de lista al
periodista de Súmate, Antonio Baños. La intención es clara: no
es un independentismo etnicista y da notable presencia a esta
organización de castellanoparlantes que está presente en las dos
candidaturas más nítidamente independentistas.
Los
críticos de Podemos, EUiA e ICV lanzaron ayer una nueva plataforma de
confluencia (no hay escisión de la izquierda, que no se haga invocando
la unidad), Guayem Catalunya, que tiene dos elementos en común
con la confluencia del Podemos "oficial", la afición a copiar o casi
plagiar nombres, marcas, enseñas que hayan tenido éxito y la de llevar
la ambigüedad al paroxismo. Si al oír a los líderes de Podemos hablando
de Cataluña tiene uno la impresión de estar escuchando a Groucho
explicando un contrato a Chico Marx, al escuchar a los de la nueva
plataforma, la impresión es la que produce a veces Cantinflas. El cabeza
de lista, Pablo Barreneche riñó la supremacía de Podemos en Barcelona a
la actual jefa, Gema Ubasart, con un resultado aplastante, algo así
como 15 o 16% del voto, frente al 84 u 85% de Ubasart. Este Guayem Catalunya,
criado a las ya exhaustas ubres de Podemos a toda velocidad no entra
aun en los sondeos, pero es previsible que no obtenga tanto apoyo como
el que restará a la otra confluencia.
Por
último, el PSC, una izquierda tan nítida como la independentista en
sentido contrario. Su cabeza de lista será Carme Chacón para las
generales y Miquel Iceta para las autonómicas/plebiscitarias, aunque a
él no le guste el calificativo. Ambos están encantados con haber
renunciado expresamente al derecho a decidir. Estará mejor o peor (a
Palinuro le parece un dislate) pero, cuando menos, evita la acusación de
estar nadando en la ambigüedad y la marrullería, como otras fuerzas de
la izquierda, lo cual suele ser ventajoso en situaciones muy polarizadas
como la actual. Lo que está por ver -y es decisivo para el conjunto del
socialismo español- es cuán ventajoso.
Este
abigarrado y polícromo cuadro de partidos en Cataluña (y faltan el PP y
Ciudadanos porque el post va de izquierdas) es una prueba evidente de
que la nación catalana tiene, en efecto, una dinámica propia y peculiar.
Ningún otro territorio español presenta esta pluralidad, este
fraccionamiento, este multipartidismo. Y eso es porque en el Principado
hay dos ejes, dos cleavages que están muy vivos: el nacional
(independencia vs no independencia más o menos disimulada) y el orgánico
(partidos vs movimientos sociales), que dan una imagen muy compleja
porque las líneas se cruzan. Independentistas son la lista por la
independencia y la CUP nacional con votos sueltos de otra formaciones.
No independentistas son Catalunya sí que es pot, Procés Constituent, Guayem Catalunya, PSC y, ça va de soi, PP y Ciutadans. Partidos son CDC, ERC, PSC, PP y C's, mientras que funcionan como movimientos sociales o plataformas, Catalunya sí que es pot, Procés Constituent, CUP y Guanyem Catalunya,
por supuesto, a veces con partidos dentro de las plataformas. La
decisivo de la lista por la independencia es que haya tenido la
habilidad de mezclar los dos criterios en pie de igualdad: partidos y
movimientos sociales.
La
conclusión más obvia de este análisis es que quien presenta una imagen
más borrosa, contradictoria y, en defintiva, poco de fiar, es Podemos,
tanto en la formación principal como en la hijuela. Y si el resultado en
las elecciones catalanas del septiembre es el decepcionante que cabe
deducir de esta situación, será un golpe muy fuerte para las
expectativas de una formación a la que los dioses parecían prometer no
hace mucho un paseo por los campos elíseos. Tan fuerte que quizá no se
recupere para las generales de noviembre.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED