Después de
más de un mes de ausencia de mi domicilio de Madrid, recojo el correo
atrasado y me lanzo sobre la revista ‘ Survival’ de dic-2016/ene-2017. Su
principal título de portada dice: “The United States and a disordered
World”.
‘Survival’
es la publicación bandera del International Institute for
Stratregic Studies, y por más de cuarenta años ha sido mi principal
herramienta para disponer, ya que no de un sentido unitario, al
menos de uno congruente que permita entender cómo nuestro mundo
actual (el europeo, el occidental, el orden internacional
contemporáneo…, como quieran Vds.) ha sobrevivido a los
peligros de aniquilación, subversión, decadencia, etc. (elijan
lo que les cuadre), y que le han asediado desde el final de la II
Guerra Mundial, más la Guerra Fría, más la emergencia de más de cien
nuevas nacionalidades y la formación de incontables bloques
mercantiles por todo el orbe, más revoluciones e involuciones de
todo tipo, seguidos de ‘deshielos’ entre los bloque, choque de
civilizaciones, fines de la historia, etc., para acabar
volviendo al ciclo infernal de
dictaduras-primaveras-dictaduras, de cara ya al fin de los
tiempos que decidirá el resultado de la lucha de los creyentes
contra los herejes e infieles, que somos todos los demás.
‘Survival’,
Supervivencia, puede parecer un título un poco melodramático para
denominar algo que no ha ocurrido: la aniquilación de la
civilización moderna en un holocausto nuclear. Hoy sabemos que
‘no fue’. Pero durante la ‘Crisis de los Misiles’ de Cuba no lo
sabíamos. Aquella puerta abierta al desastre no sería, sin embargo,
la última. Un artículo de este número de ‘Survival’, de Gordon
Barrass, diplomático y espía británico (‘Able Archer: What Were the
Soviets Thinking?’), nos permite asomarnos a unos días de septiembre
de 1983, cuando el sentido común y el instinto de supervivencia
del liderazgo soviético del momento les hicieron no dar
credibilidad al aviso de que los Estados Unidos habían lanzado
cinco misiles nucleares Minuteman contra la URSS.
Los líderes
soviéticos sometieron esa alarma a la lupa de la racionalidad con
que ambas partes habían construido la ‘destrucción mutua asegurada’
y concluyeron: va contra toda lógica que los Estados Unidos
ataquen con sólo cinco misiles, cuando saben que serían
respondidos con el lanzamiento de cientos de armas nucleares, que
no dejarían ciudad norteamericana o europea en pie. La alarma
tenía que ser necesariamente falsa. Este incidente invitó a una
mirada conjunta de Washington y Moscú sobre el abismo, y desde
entonces se aceleraron las negociaciones para el control y
limitación del armamento nuclear.
¿Ya pasó la hora de Europa, hay quien tenga una ‘gran estrategia’?
La
racionalidad, sin embargo, no estuvo presente en el referéndum
conocido como Brexit, según da a entender Mathew Harris en su
artículo (‘Britain’s Dangerous New Politics’). Dice Harris: “Al país se
le formuló una pregunta clara (¿debe el Reino Unido permanecer como
miembro de la Unión Europea o salir de la Unión Europea?), y dio una
respuesta clara (‘salir’), y sin embargo el país no tiene una idea
clara de qué va a hacer a partir de ahora”. El gobierno tiene una
mayoría muy débil, y muchos laboristas ‘pro-remain’ representan
votantes ‘leave’. La presidencia de Trump arroja sobre el Reino Unido
un ‘clima tóxico’ muy peligroso, y el país y ‘el resto de Europa no
pueden perder tiempo en un divorcio con resentimiento”.
La
incógnita Trump también inquieta a la Iglesia católica. Según
Massimo Franco (del Corriere della Sera: ‘Clinton, Trump and the
Catholic Churh’), el nuevo presidente norteamericano percibío al
papa Francisco como un adversario al servicio del gobierno
mexicano, desde el momento en que visitó la zona fronteriza
México-EE.UU, donde se supone que va a construir un muro contra la
migración. El papado de Francisco, sin embargo, tiene una
trascendencia aún mayor que el de la relación bilateral México
DC-Washington DC y la de la Iglesia con Europa: “Se trata de una
divisoria cultural: para un Francisco latinoamericano, ya ha
pasado el tiempo del viejo continente, secular y desacompasado
con su idea de una Iglesia católica arraigada en la periferia del
mundo. La hegemonía occidental no figura en su visión del
futuro”, concluye Franco.
La incógnita Trump adquiere un
tono más ominoso en la visión de Hal Brands, prof. de la Johns Hopkins
University, y Peter Feaver, prof. de Ciencia Política, Duke University
(“Stress-testing American Grand Strategy”). Los autores se preguntan
si “el sistema político de los Estados Unidos se ha vuelto incapaz o
poco apto para facilitar una buena y gran estrategia”. Y se
responden: "no hace falta ser alarmista para preguntarse si es ése
el caso”. La elección de Trump no les deja tranquilos; así, dicen
que la conjunción de cambios a escala global, más la nueva
situación esperable de la presidencia de Trump, “permiten augurar
un futuro sombrío tanto para la gran estrategia americana como
para el orden post-guerra fría que lo apoya”.
El actual
secretario de Defensa, Ash Carter, que cesará en unos días, se va del
Pentágono con una recomendación (“A Strong and Balanced Approach to
Russia”). Antes de la actual tensión entre Rusia y los Estados Unidos
hubo un tiempo en que ambos países “neutralizaron la proliferación
nuclear, trajeron la paz a los Balcanes y, lo que es más, estuvimos
juntos y ayudamos a crear un mundo mejor y un orden internacional
más fuerte… Espero que algún día ese espíritu se reavive”. Carter
puede quedar tranquilo: parece que Trump lo va a hacer; por lo menos
en lo que concierne a su particular estima por el amigo Putin.
El
actual sistema de comercio internacional es tan complejo, tan
lleno de regulaciones, tan constreñido por leyes e intereses
contrapuestos, tan dividido en bloques, que lo que en su origen
constituyó la principal motivación para los Estados Unidos (la
reducción de tarifas) “se ha situado mucho más allá de la
experiencia y del mandato de sus actuales agencias de comercio”.
Por eso, Jennifer M. Harris, del Council on Foreign Relations (“America,
Europe and the Necessary Geopolitics of Trade”) cree que “es urgente
una revisión de la burocracia y la plantilla institucional
dedicada a esa política comercial”.
Y por el momento me
dejo otros temas que probablemente serán definitorios de la era
Trump, de la era Putin y de la era del Estado Islámico. Por citar sólo
unas pocas. Tiempo habrá para entrar en todas ella, si los grandes
problemas de este pequeño rincón de Europa lo permiten…
(*) Periodista