CIUDAD DEL VATICANO.- La monja murciana madre Esperanza de Jesús, fundadora de las
congregaciones de las Esclavas e Hijos del Amor Misericordioso, fue
beatificada este sábado ante casi 14.000 fieles católicos en una misa
presidida por el cardenal italiano Angelo Amato, en Perugia (centro de
Italia).
«Una carrera hacia la santidad»: de esta manera el cardenal Angelo
Amato resumió la vida de la madre Esperanza de Jesús durante la beatificación presidida en nombre
del Papa Francisco, en el santuario del amor misericordioso de
Collevalenza de Todi, en Umbría. La cripta en la que reposa su cuerpo (imagen inferior) se ha convertido en meta de
peregrinaciones desde todos los rincones del planeta. Durante la
homilía, el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos
recordó que la misma beata había dicho en varias ocasiones cómo
pretendía vivir. «La santidad –decía– consiste en vivir en Jesús».
Porque su ansia era la santificación, «cueste lo que cueste».
En la carta apostólica para la beatificación, el Papa Francisco exaltó a
la madre Esperanza por tres méritos: «como fundadora de dos
congregaciones de vida consagrada: las esclavas y los hijos del amor
misericordioso; como testimonio de la mansedumbre de Dios sobre todo
hacia los pobres; y como promotora de la santidad en el clero
diocesano».
Al respecto, el purpurado explicó que el programa de vida de la madre
Esperanza se puede resumir así: «hacer la voluntad de Dios,
encomendarse a su providencia, amar a Cristo, símbolo del amor
misericordioso». Y «con esta fe ilimitada ella atravesó las oscuras
galerías del mal, de la incomprensión y de la humillación, y salió
purificada y reforzada en sus propósitos».
La ceremonia, de dos horas y media de duración, tuvo
lugar en el santuario del Amor Misericordioso, de Collevalenza, en la
ciudad italiana de Todi (Perugia).
Al acto asistieron también el
obispo de Cartagena, José Manuel Lorca
Planes, y los arzobispos de Pamplona y de Oviedo, Francisco Pérez y
Jesús Sanz Montes, respectivamente.
Amato, que estuvo acompañado por los
cardenales Gualtiero Antonelli, Giuseppe Betori y Elio Sgreccia y por el
obispo de la diócesis de Orvieto-Todi, Benedetto Tuzia, destacó que "el
Señor no deja nunca de sorprendernos con sus santos", y que Madre
Esperanza fue "una infatigable trabajadora del bien, una gran mujer de esperanza y en quien la esperanza era debida a la certeza de ser escuchada y atendida por Dios".
Lorca Planes aseguró que "es motivo de especial alegría y una
posibilidad de unirnos en oración de acción de gracias a Dios por la
beatificación de Madre Esperanza y orar también por todos los que viven
su carisma, sean sacerdotes, religiosos, religiosas o laicos".
Madre Esperanza nació el 30 de septiembre de
1893 en El Síscar, caserío de Santomera, en el seno de una familia muy humilde y fue la primera de
nueve hermanos, en principio todos analfabetos.
A los 12 años, recibió de Santa Teresa del Niño
Jesús el cometido de transmitir la devoción del amor misericordioso de
Dios al mundo, según informa el portal religioso "Collevalenza.it", .
A los 21 años decidió entregar su vida al servicio de la Iglesia y,
desde el año 1924, colaboró con el Padre Arintero, sacerdote dominico de
Salamanca, y escribió en la revista mensual "La vida sobrenatural".
No fue hasta el 24 de diciembre de 1930, la noche de Navidad, cuando
fundó la Congregación de Esclavas del Amor Misericordioso, en un piso
alquilado de Madrid.
En 1936 se trasladó a Roma, donde ayudó y asistió a los heridos de la II Guerra Mundial.
Fue en la Ciudad Eterna donde fundó la Congregación de los Hijos del Amor Misericordioso el 15 de agosto de 1951.
Murió en Collevalenza el 8 de febrero de 1983, a los 89 años.
El proceso de canonización de la madre Esperanza comenzó el 8 de
febrero de 1988, y el 23 de abril de 2002, Juan Pablo II le otorgó el
título de "venerable", después de reconocer sus "virtudes heroicas",
primer paso hacia la santidad.
El 5 de julio de 2013 el papa
Francisco aprobó el decreto para su beatificación, después de que la
Iglesia le reconociera la curación milagrosa de un niño enfermo.
Biografía ampliada
María Josefa Alhama Valera, Madre Esperanza. Santomera, 1893 - Collevalenza, (Todi-Italia), 1983.
María Josefa, tal y como fue bautizada, provenía de una
humilde familia de jornaleros originarios de El Siscar. Nació en la
Vereda del Molino un 30 de septiembre de 1893, y vivió en una pequeña
casa levantada con barro, que sería destruida en una de las catastróficas
avenidas del río Segura
Sus padres, José Antonio Alhama Palma y Mª del Carmen Valera
Buitrago, no pudieron darle a la pequeña educación ni formación
cultural, pues no tenían los medios para hacerlo. En una tierra pobre,
el analfabetismo era la regla general del ambiente a finales del siglo
XIX y principios del XX.
Siendo la mayor de nueve hermanos, Mª Josefa entró muy joven a
servir en casa de un adinerado comerciante de Santomera, José
Fernández, más conocido como
Pepe Ireno. Durante esos años, Madre
Esperanza aprendería las primeras letras gracias al interés de los hijos
de Pepe.
Carmen, Santiago y Maravillas Fernández Serna se preocuparon
por enseñar a la futura monja a leer y escribir, y este acto
desinteresado del que tanto aprendió siempre sería recordado y
agradecido por Madre Esperanza.
A la edad de 22 años Mª Josefa decide ingresar como religiosa
de clausura en 'Las Hijas del Calvario', de Villena, siendo la más joven
del convento. Las siete religiosas a las que acompañaba superaban los
sesenta años.
Poco después, en 1921, por orden del obispo de Cartagena, y
debido a cuestiones de supervivencia, las Hijas del Calvario se fundiría
con la Congregación Religiosa de las Misiones Claretianas, hoy llamadas
Hijas de la Enseñanza de María Inmaculada. Sería en esos años cuando
Madre Esperanza comenzó a cultivar su formación humana y espiritual.
Madre Esperanza fue enviada
años más tarde al convento de Vélez Rubio, dedicándose a la enseñanza de
niños. Al transcurrir un año de este nuevo destino fue trasladada, esta
vez a Madrid, donde residió con los Padres Claretianos, congregación de
la que también sería separada más tarde.
El motivo de estos continuos traslados era la incertidumbre
de la Santa Iglesia ante Madre Esperanza como consecuencia de los
hechos observados en su persona. Se decía que se habían notado en ella
algunas '
cosas sobrenaturales', tratando de determinar si estos hechos provenían de Dios o sólo eran
'engaños o fantasías'.
Ante esta tesitura se pone a la Madre Esperanza bajo observación del
Santo Oficio, pero pronto se decide dar el voto de confianza a una
persona que había demostrado su dedicación a Dios y su buena voluntad.
En la Navidad de 1930 Madre Esperanza fundó
la Congregación de Esclavas del Amor Misericordioso en Madrid. Al poco
tiempo se expandieron por diversos puntos de la geografía española
conventos de esta congregación que acogían a pobres y niños.
Con el estallido de la contienda civil española y los
prolegómenos de la II Guerra Mundial, la santomerana viaja a Roma en
1936, entregándose al cuidado de los heridos afectados por los
bombardeos y de las víctimas de la guerra.
Fue en estos momentos cuando se ocupó de proporcionar
alimentos a aquellos que entonces nada tenían. Durante esos difíciles
años no sólo estará dedicada a estos avatares, sino que también procede a
nuevas fundaciones de conventos en territorio italiano.
La fundación de una nueva Congregación de los Hijos del Amor
Misericordioso en la ciudad italiana de Collevalenza el 15 de agosto de
1951 fue un punto clave en la trayectoria biográfica de Madre Esperanza.
Fue en esta ciudad, perteneciente a la diócesis de Todi, donde Madre
Eperanza se establece definitivamente.
Desde allí la devoción del Amor Misericordioso conocerá un
rápido desarrollo y expansión por Italia, al igual que años atrás lo
había conseguido por distintas partes de España. Con objeto de difundir
el concepto de la gran amabilidad de Dios y de su ilimitado amor para
con los hombres, realizó en Collevalenza (Italia) el Santuario del Amor
Misericordioso, donde Madre Esperanza consumará su vida dedicada
íntegramente a la ayuda a los más necesitados. Atendió a los peregrinos
que se acercaban hasta el santuario, escuchándolos y dándoles consejo y
consuelo. Se llega a decir de Madre Esperanza que
'su corazón vivía en el cielo pero sus pies estaban en la tierra'.
Su vida estuvo señalada por diversas enfermedades de las que
solía sanar, muchas veces bajo el asombro de los médicos que la curaban.
Sólo la enfermedad que la acechó en los últimos días de su vida acabó
con la labor de Madre Esperanza en la tierra, a la edad de 90 años.
Falleció el 8 de febrero de 1983 en Collevalenza, un pueblecito del
Municipio de Todi en Roma. Sus restos mortales descansan en la cripta
del Santuario del Amor Misericordioso de Collevalenza.
La fama de santidad y de milagros que esta religiosa tuvo en
vida continuó después de su muerte, siendo iniciado en 1998 el largo
proceso para su Beatificación y Canonización. Tras muchos años de
trámites eclesiásticos necesarios para la consecución de esta
designación, en abril del 2002 se aprobó que
'la Sierva de Dios Madre Esperanza de Jesús había participado en grado heróico de las virtudes teologales y cardinales', por lo que la beatificación y canonización eran ya irreversibles.