Todos los moralistas, de Confucio en adelante, cuentan entre los vicios y
defectos de los seres humanos la inconstancia, la arbitrariedad, la
ingratitud, la insolidaridad, la deslealtad, etc. Los afectos
contrarios, por supuesto, figuran entre las virtudes; pero, nos
advierten los sabios, son mucho menos frecuentes. ¡Ah, pero son! Y en
muchos casos se dan mezclados. Una misma persona puede ser leal y
desleal, agradecida e ingrata, solidaria e insolidaria. Depende de
cuándo, de dónde, de cómo y, sobre todo, de quién.
Según parece, Rajoy telefoneó ayer al exministro Acebes para darle ánimo en mitad de sus tribulaciones judiciales y decirle que se trata de una injusticia. Es peculiar un país en el que el presidente del gobierno tacha de injusticia una decisión de los jueces a quienes dice respetar en grado sumo. Un país en el que los jueces cometen injusticias según un presidente sobre el que pesan acusaciones que pueden llevarlo ante uno de esos jueces injustos.
Pero, ¡qué se le va a hacer! Rajoy es así, leal con sus amigos, al
extremo de jugársela por ellos. ¿Acasó no envió un SMS de auténtico
amigo a su amigo Luis Bárcenas animándole a "ser fuerte" pues él hacía
lo que podía? Sin duda. Lo dicen todos los medios: Rajoy será lo que
sea, pero es amigo de sus amigos. Y ¿por qué entonces no ha enviado un
miserable whatsapp a su amigo Rato, seguro objeto de otra injusticia?
Y no solo no le ha mandado nada sino que se ha negado a pronunciar su
nombre en público, por no concitar las fuerzas del maligno. O sea, Rajoy
es un caso palmario de convivencia de la lealtad y la deslealtad en el
ánimo de una persona. "Luis, sé fuerte". "Ángel es una injusticia". "Esa
persona por la que usted se interesa". "Esa persona por la que usted se
interesa" fue su compañero de partido, de gobierno, tan vicepresidente
como él, tuvo la gentileza de apartarse para que él fuera presidente y
él, siempre él, lo hizo nombrar para la presidencia de Caja Madrid,
destino que selló su destino. "Esa persona por la que usted se
interesa." Increíble.
¿Y ahora? La última imputación del juez Ruz al excalde de Toledo por la presunta mordida
de 200.000 euros de una empresa a cambio de una contrata de once
millones no tendría nada de anómalo dado el panorama de corrupción del
país, nada de noticiable. Si acaso, la sospecha de que la cantidad
resulta modesta para los hábitos de estos expoliadores. Pero esa mordida
apunta ya directamente a María Dolores de Cospedal, dado que el juez
habla de la posible implicación en el supuesto delito de "personas
aforadas", condición que solo reúnen Cospedal y una su mano derecha,
presidente de las Cortes del lugar. Si esa imputación se produjera,
¿habría SMS de ánimo, telefonata consoladora? Tal será el siguiente paso
de este melodrama, de este sainete que parece una serie televisiva
yanqui de esas en las que todos son malos, perversos, auténticos
canallas, y el único que se salva es el gato y aquí ni ese porque al
inocente, que era el perro de la auxiliar, le han dado matarile sin
pedir permiso, sin preguntar a nadie, a lo bestia.
Cospedal
es un prototipo de política de tierra quemada. Ha sido autoritaria, ha
aplicado durísimas políticas de recortes en todo, despidiendo a la
gente, rebajando sus retribuciones, suprimiendo sus ayudas o
subvenciones, reduciendo o eliminando servicios; ha elevado en cambio
las retribuciones de los suyos en todos los niveles; ha entregado bienes
públicos para uso privado e intentado venderlos; ha convertido la
radiotelevisión de Castilla La Mancha en un instrumento de censura,
adulación de su gobierno y silenciamiento de la oposición; ha cambiado
la legislación electoral para favorecer sus perspectivas de escaños; ha
amparado y justificado, a veces con razonamientos propios de un número
de cabaret, los numerosos latrocinios que se han sucedido en su partido;
ella misma aparece como receptora de esos sobresueldos ilegales que sus
beneficiarios ya no se molestan en negar y ha tratado a su auditorio y
la opinión pública en general como si estuvieran compuestos por idiotas
afirmando cosas como que "el PP es el partido de los trabajadores", "el
PP es el partido más transparente de España", "nosotros hemos salvado el
Estado del bienestar". Bueno pues, con todo el aplomo que ostenta, como
una dama bravía del siglo de oro, una Mariana Pineda de la dignidad de
la derecha, puede encontrarse en breve requerida a explicar ante el juez
qué fue de esos 200.000 machacantes que ella, al parecer, reconoce
haber recibido con el muy sensato argumento de que las cosas cuestan
dinero, pero cuyo rastro se pierde justamente ahí, en esa etérea
declaración.
Sin
duda será apasionante ver si, dándose una imputación de Cospedal, o un
traslado al TSJCLM, que viene a prefigurarla, habrá mensaje del
presidente y en qué tono o también Cospedal entrará en el rol de la
infamia de los innombrables, como "esa señora de la que usted me habla".
Apasionante, sí, pero completamente absurdo. Si la secretaria general
del partido del gobierno es imputada, ¿a qué se está jugando aquí? ¿A
qué está jugando la oposición? ¿Nadie va a conseguir que se vaya este
hombre, fracasado en todos los frentes, aferrado al sillón, presidiendo
un gobierno absolutamente quemado, al que se le deshace el país entre
las manos? Un hombre que ya solo fia su permanencia a unos medios
sumisos y una policía omnipresente y prácticamente impune, amparada en
una ley mordaza que pretende sofocar cualquier descontento por todos los
medios.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED