No me dirán que lo de regalar un jamón a
Obama no les ha impactado. ¿Creían ustedes que en estos años del
imperio pepero habían visto todo en punto a estupidez? Seguramente. Y
con razón. Pero nos faltaba ver al payo en funciones. Y aquí lo
tienen ustedes, tan ufano, balbuceando necedades ante Obama y muy
contento de haber demostrado que la "gran nación" no se anda con
chorradas de cajitas de vidrio como si este país fuera Murano.
Ni
hablar. Aquí estamos a lo que estamos, somos muy y mucho españoles;
sabemos de sobra que un plato es un plato; odiamos a la gente ruiz;
somos muy previsibles; tenemos mucho sentido común; no permitimos que
los chuches tengan más IVA que los hilillos de plastilina; hacemos cosas
cuando somos catalanes; cuando no, leemos el Marca; no nos gustan las
ocurrencias ni los conejos de las chisteras.
Así que nada de una
puñetita de cristal: le regalamos a Obama un buen jamón. Además, el
guiri, ¿no es negro? El Sobresueldos no es racista, por supuesto, pero
todo el mundo sabe que los negros pasan hambre.Y él, profundamente
católico, no puede tolerar que un negro que llama a su puerta pase
hambre, por favor. ¿Qué se dirá de nosotros, de la hospitalidad
española, en los yunaitez estates?
Ustedes,
lectores, que se gastan mala follá como los granaínos, señalarán que el
Sobresueldos seguramente no tenía ni idea de que en los EEUU no se
puede entrar como en Redondela, con una cesta de mimbre chorreando grasa
de la matanza. Pero ¿qué me dicen de los asesores? Sí, esos
tropecientos pájaros nombrados a dedo por el de los sobresueldos entre
gentes que no tienen el graduado escolar. ¿Tampoco sabían que en los
States no se pasan alimentos así como así? Algunos lo sabrían. No todos
van a ser tan tontos como su jefe, pero pensarían que allí sucede como
en España: sí, hay leyes, pero no se aplican o solo se aplican a los
pobres.
Porque, y en eso estarán todos de acuerdo a fuer de auténticos
españoles, ¿hay algo más afectuoso, cordial y sano que regalar comida?
Hasta hace muy poco era un artículo de lujo y hoy, gracias a las medidas
del sobresueldos para salir de la crisis, vuelve a serlo y, al fin y al
cabo, siempre es un gesto evitar que Obama tenga que ir a la cola de
Caritas, como hacen todos los días cientos y cientos de desalmados
antiespañoles que simulan estar hambrientos solo para crear mala fama a
esta gran nación.
Terminada
la peripecia del jamón, el okupa de La Moncloa se ha embarcado en una
aventura intelectual propia de su inimitable carácter, apoyado en ello
por las fuerzas vivas del país y ese periódico que antaño fue un ejemplo
de buen hacer y hoy es un pasquín más al servicio de la derecha,
así como el resto de los medios que, en su inmensa mayoría, están a su
servicio. Como lo están indirectamente los que juegan a ser les enfants terribles
del régimen, apoyando a su vez a Podemos e IU con el fin de aniquilar
al PSOE. Este sí que no cuenta con ningún apoyo mediático de ningún tipo
y, a pesar de todo, resulta ser la pieza central del rompecabezas en
que estos líderes tan menguados de inteligencia como de originalidad han
convertido el campo político.
Ni
dos minutos vamos a perder en referirnos a la "autocrítica colectiva"
que ha hecho Podemos, consistente en una sarta de excusas para no
admitir el hecho obvio de que la gente no los vota porque no se fía de
ellos. Su única finalidad es seguir alimentando en los líderes la
arrogancia y la chulería frente al PSOE, que son los elementos más
seguros para acabar en unas terceras elecciones.
El Sobresueldos piensa confrontar a Sánchez con un dilema: él mismo o nuevas elecciones. Don Carlos o el petróleo. Tiene
numerosos aliados para presionar al socialista: además de los
"verdaderos" izquierdistas de Podemos y los "superverdaderos" de IU,
tiene a los socialistas reaccionarios, meapilas, monárquicos y, en el
fondo, peperos de corazón dentro de su partido que quieren verlo
abstenerse para que gobierne la derecha. Ejemplo: Felipe González, quiza
el político que más alto llegó en su día y más bajo se ha hundido
ahora, hasta hacer el trabajo de la derecha que él acusaba, con razón,
de hacer a Anguita. Al final, en verdad, los dos coinciden en que
gobierne la derecha.
Permitir
que gobierne de nuevo el Sobresueldos es sumir al país en un abismo de
indignidad y vergüenza cuyo símbolo es ese jamón que el zote de La
Moncloa ha regalado al estadounidense en la escala técnica que este hizo
desde Varsovia camino de Rota.
A taste of power
Con motivo del paso por España de Obama, a la vista de los preparativos, en seguida se vio que se trataba de una reedición del Bienvenido Mr. Marshall berlanguiano. El mismo sábado, 9 de julio, Palinuro publicaba un post titulado Berlanga y el Emperador, del que no tiene que tocar ni una coma.
El
episodio fue puro Berlanga, pero más humillante porque si en la peli de
1953 los defraudados, burlados y meados eran un alcalde de pacotilla y
cuatro garrulos, aquí lo son los máximos mandatarios del reino, con sus
mesnadas de periodistas, publicistas e intelectuales y sus legiones de
altos funcionarios afanosos, las instituciones, los símbolos, en
definitiva, el orgullo nacional, o patrio, según corrige esta izquierda
estilo Pepe Isbert.
¿Vieron
ustedes al Rey Preparao correr como un conejo a recibir a Obama al pie
del avión en Torrejón para estar cuatro minutos con él? Sí, bien leído:
cuatro minutos. Los que tardaron los yanquis en sacar la flota de
treinta coches, entre ellos, el mítico Beast, presidencial y empaquetar en él al Presidente camino de su hotel.
¿Vieron
de nuevo al Borbón tembloroso al día siguiente en el Palacio Real,
leyendo un papelito para no equivocarse en presencia del mandatario
estadounidense?
¿Vieron
que Obama interrumpió el protocolo para largarse a almorzar con su
gente de la embajada, dejando a los españoles tomando el aperitivo y sin
saber qué hacer?
¿Vieron
después al más tembloroso Sobresueldos, tras la correspondiente espera,
leyendo otro papelito en su medio lengua, mientras Obama hacía gala de
paciencia?
A continuación, black out,
cierre de imágenes. No más fotos de Obama. El presidente de los Estados
Unidos tuvo a los tres líderes de la oposición esperando una hora en el
aeropuerto de Torrejón como si fueran perritos falderos, para
dedicarles luego diez minutos. Han vuelto a leer bien: diez minutos a
los tres. Y los tres, tan ufanos, subieron luego tuits dándose pote de
haber hablado de esto y aquello con el presidente de los EEUU. Hacen
bien para que los creamos bajo palabra porque fotos, no hay ninguna de
estos encuentros tan decisivos para la historia del mundo.
¡La
chingada! Ni una foto. Con lo que les gusta a estos mindundis eso de la
imagen que la cultivan hasta el extremo de estar dispuestos a salir por
la tele aunque sea potando. Por cierto, eso quiere decir que, para
dejarlos acercarse a Obama, los gringos les requisaron hasta los
móviles. Si no, a ver quién impide al valiente Iglesias hacerse una selfie con un paisano de los brigadistas del batallón Lincoln.
Al
grano: ninguno tuvo arrestos para negarse a esa humillación de sala de
espera de dentista de barrio. Ni el bravo de Podemos a quien, en teoría,
no importan los protocolos oficiales y que, además llevaba un encargo
expreso de su media naranja de IU de decirle al yankee, ¡Yankee go home! Que,
justamente, era lo que el yankee estaba deseando. Había venido a ver a
los suyos en Madrid y Rota y estos indígenas temblorosos que se le
cruzaban por el camino eran un fastidio.
Bueno, eso es el poder. Ustedes, comparsas de la nueva berlangada del siglo XXI son políticos
y su vida consiste en luchar por el poder o por lo que les dejan de él.
Alguno, como Iglesias, hasta sienta plaza de teórico del tema. Pero del
poder no tienen ustedes ni remota idea.
Poder
es esto. Es lo que el yankee ha hecho con ustedes, su reyezuelo, su
presidentín el de los sobresueldos, sus líderes, sus instituciones,
banderas, convenciones y usos: una pedorreta. Porque puede permitírselo y
ustedes no. Porque tiene poder y ustedes son unos impotentes que bailan
al son que otro les toca y solo ejercen su miserable poder delegado con
los que tienen la desgracia de padecerlos a ustedes como conciudadanos.
¿No
han visto ustedes ninguna película de yankees, de esas que simulan un
atentado presidencial en los EEUU? El presidente de los EEUU se desplaza
en una formidable máquina aérea, el Air Force One, con la que
ustedes no se atreven ni a soñar. Circula en otra máquina tremenda, una
limusine con una fórmula de blindaje secreta, capaz de resistir misiles y
va escoltado por otros treinta coches. Muchos más de los que han visto
ustedes en sus pueblos.
Cuando
hay una visita de este tipo a otro país, normalmente se forman dos
comisiones interministeriales, una yankee y otra del país anfitrión, que
se juntan y colaboran en los preprativos. Es decir, se forma una
comisión bilateral en la que ambas partes negocian sus criterios,
excepto, según parece, si la parte anfitriona es de quinta regional en
todos los aspectos, en cuyo caso, los receptores se quedan de
calientasillas, no abren la boca y las decisiones, todas las decisiones,
desde lo que se dice a lo que se bebe y se mira, las toman los yankees.
Porque
son ellos los que mandan. No solo en su casa, sino en la ajena. Entre
otras cosas porque también en la ajena están en su casa ya que Rota, por
ejemplo, es yanquilandia.
Eso
es poder, señorías. Lo suyo, lo de los cinco políticos y sus
periodistas a sueldo, sus curas, sus audaces emprendedores, sus toreros e
intelectuales y sus comensales con la servilleta anudada al gaznate,
pura impotencia de cantamañanas.
Eso
es poder, señorías: los yankees apenas han pisado suelo de la "gran
nación" ni falta que les hace. Han venido a visitar a los suyos, han
soportado a los nativos lo menos posible y se han largado, dejando a los
comités de recepción en Madrid y Sevilla con las mesas puestas y un
palmo de narices.
Eso es poder. Lo suyo, caballeros, impotencia engolada.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED