Si después de declarar se mantiene la investigación por prevaricación,
lo dejaré. Si el partido pide que sea antes, lo dejaré antes». Esto es
lo que asegura Eduardo Contreras en su cuenta de Twitter. Su partido no
se lo va a pedir, pues de hacerlo supondría un trato discriminatorio
respecto a la ya exalcaldesa de Torre Pacheco, Fina Marín, quien si no
sigue con la vara es debido a una moción de censura de la oposición, ya
que el PP no la conminó a que dimitiera tras ser imputada, como
Contreras, por prevaricación. Y esto a pesar de que debiera haberlo
hecho para cumplir el pacto de investidura del presidente de la
Comunidad con Ciudadanos, en cuyo primer punto reza que los políticos
imputados deben ser apartados de sus cargos.
Contreras no va a
dimitir de la alcaldía de Molina de Segura, al menos, según dice, hasta
que la imputación quede ratificada tras su declaración ante la jueza del
caso, que ha observado presunta prevaricación en la permuta de unos
terrenos. Esa declaración se producirá el próximo día 26 de enero, tras
las elecciones, la Nochebuena las campanadas, los Reyes y las rebajas.
Un pequeño paréntesis.
¿Le facilitará Ciudadanos ese plazo, por
breve que sea? En Molina, el gobierno popular depende del apoyo del
partido de Rivera, cuyo portavoz, Estanislao Vidal, se ha expresado con
rotundidad exigiendo la ´dimisión inmediata´ del alcalde. Por tanto, en
teoría, si Contreras pretende esperar hasta el 26 de enero, Ciudadanos
debería activar, para hacer efectivo ese ultimátum, una moción de
censura la próxima semana. La papeleta está, pues, sobre el tejado de
Ciudadanos, y hay una cita próxima muy significativa: el día 22 es el
pleno para la aprobación del presupuesto municipal de 2016. ¿Será
aprobado o sometido, como el de la Comunidad, a la regla de las
´responsabilidades políticas´?
Vemos cómo están las cosas en Molina. La composición de la Corporación es la siguiente:
PP, 9
PSOE, 6
Ciudadanos, 5
Cambiemos Molina, 4
Ganar Molina (IU), 1
La
mayoría absoluta del total de 25 es, pues, 13. Es el número que
completa el actual gobierno PP-Ciudadanos. Pero una moción de censura
apoyada por Ciudadanos garantizaría la gobernabilidad por 16 votos. El
partido mayoritario al margen del PP es el PSOE, cuya portavoz, Esther
Clavero, sería la indicada, sobre el papel, para convertirse en
alcaldesa. Sin embargo, es probable que ante la posibilidad de cambio,
Vidal pretendiera ocupar el cargo, ya que su posición es decisiva. Pero
esta perspectiva está cegada, ya que ni Cambiemos (una coalición en la
que está Podemos) ni Ganar Molina (IU neta) apoyarían al líder de
Ciudadanos en esta operación. Hasta ahora, al parecer, los 11 votos de
PSOE-Cambiemos e IU han hecho piña en todos los plenos municipales, de
modo que la unidad está forjada. Pero tal vez Vidal conciba un cambio en
el que se mantenga el pacto con un PP sin Contreras, en cuyo caso la
alcaldía recaería en Adoración Molina, quien también es diputada
regional.
Pero todo esto son cábalas, pues hay que considerar la
especial cualidad del portavoz de Ciudadanos. Estanislao Vidal es uno de
los pioneros en sumarse a ese partido tras marcharse del PP por
discrepancias precisamente con Contreras. Lo hizo para el anterior
mandato, antes de que Albert Rivera iniciara la cruzada en pos de la
presidencia del Gobierno. Las relaciones de la cúpula regional de
Ciudadanos con su portavoz molinense no son fluidas; de hecho, Vidal
participa poco o nada en la actividad de su partido fuera del ámbito
local que domina, y desde la dirección tampoco se entrometen en sus
asuntos. No obstante, hay una política general muy visible que afecta a
las siglas, de modo que el portavoz de Ciudadanos Molina debería
someterse a ella, a no ser que haga en su actual partido lo que antes
hizo en el PP: marcharse y seguir como independiente.
Esto no es
imposible, si bien hay miembros de su grupo que permanecerían leales a
las siglas de Rivera, con lo que la influencia de Ciudadanos podría
quedar reducida. No hay que perder de vista que Vidal goza de un estatus
extraordinario: cobra un sueldo como el de los concejales del PP y no
es necesario precisar que su influencia sobre el alcalde es muy elevada.
Personal y políticamente no puede estar más cómodo, porque la
imputación de Contreras constituye también una incomodidad grave para el
portavoz de Ciudadanos. Hay quienes desde la oposición aseguran que el
Ayuntamiento aprueba de vez en cuando algunas iniciativas que responden a
intereses, se supone que políticos, de Vidal.
De momento, hay
que atender a lo constatable y es que Ciudadanos Molina, como
reflejábamos ayer, ha exigido la ´dimisión inmediata´ de Contreras. Esto
no se ha cumplido y, por lo que anuncia el propio interesado, no se
cumplirá a no ser que se ratifique su imputación el próximo 26 de enero.
El problema es que si Ciudadanos le concede esa prórroga se
resquebrajaría su actual nivel de exigencia, consistente en que los
imputados deben renunciar al instante. Una vez que el PP le lleve la
mano en algún caso de este tipo, después le tomará el brazo, de modo que
están obligados a mantenerse inflexibles.
Por lo que respecta al
PP no hay problema alguno, pues ese partido ya rompió unilateralmente
el pacto de investidura en el caso de Torre Pacheco, y lo sigue
incumpliendo al mantener en sus cargos a varios de sus concejales en
Puerto Lumbreras implicados en presunta corrupción. El punto primero del
acuerdo de investidura resistió sólo hasta que se produjo, en efecto,
la investidura, y ni siquiera la presión parlamentaria sobre el techo de
gasto o los propios presupuestos de la Comunidad han conseguido que los
populares mantengan lo que firmaron.
Pero al margen de esto,
cabría considerar la propia actitud de Contreras, quien durante la larga
fase de crisis interna en el PP a consecuencia del relevo de Valcárcel,
ha mantenido una posición de discrepancia con la solución final del
proceso, es decir, con que Pedro Antonio Sánchez se convirtiera en
heredero, y apoyó indisimuladamente la continuidad de Alberto Garre una
vez que percibió que Juan Carlos Ruiz, a quien patrocinó en un primer
tramo, no contaría con suficiente respaldo. Por tanto, en línea con lo
que se denominó la ´doctrina Garre´ los imputados debían hacer gestos
de ´generosidad´ por el partido, o sea, debían renunciar a sus cargos,
Contreras tendría que actuar en consecuencia. Pero la ´doctrina Garre´, a
estas alturas, ha seguido el mismo camino que el posterior pacto de
investidura.
En este mismo caso de la permuta de terrenos que afecta al
alcalde de Molina también ha sido imputado quien fuera concejal de ese
Ayuntamiento durante aquella operación, Luis Gestoso, quien tras pasar
por la Administración autonómica, se despidió del PP para proclamar
públicamente su apoyo a Ciudadanos, partido en el que se inscribió. Tras
recibir la comunicación judicial, el pasado viernes, devolvió el carné
de su nuevo partido y suspendió su militancia. En este sentido no se le
puede negar una estricta coherencia.
Como curiosidad a este
respecto es posible apreciar que la oposición interna al valcarcelismo
que se concentró en torno a la política ´regeneracionista´ de Garre está
siendo desarbolada, bien por renuncias personales, bien porque las
imputaciones judiciales salpican también a ese núcleo, con el efecto de
desactivarlo.
En otro orden de cosas se puede anotar que
Contreras es -¿habría que decir ´ha sido´?- un buen alcalde de Molina, y
así se ha celebrado en ámbitos incluso ajenos a su posición ideológica,
aunque se ha acabado sometiendo, como otros miembros de la vieja
guardia, a las inercias de la continuidad infinita, lo que siempre se
acaba pagando. En realidad, él habría aspirado a que lo extrajeran de la
alcaldía para encargarle alguna cartera del Gobierno regional, pero su
oportunidad nunca llegó. Poco antes de las elecciones municipales
bromeaba: «Si no he sido consejero con Garre ¿con quién lo voy a ser?».
Su última etapa contiene tramos amargos, como la imputación de una de
sus exconcejalas de mayor confianza en el caso Púnica, en el que él
mismo ha sido investigado policialmente sin consecuencias jurídicas, así
como, ya digo, la desactivación política del sector del PP en que se
ubicaba.
No es preciso apuntar que en el PP hay un cierto regodeo
con esta situación, especialmente concentrada en Gestoso, pero, aunque
más disimulada, también en Contreras. En el PP no hay perdón para los
tocapelotas del valcarcelismo.
En resumen. mientras en el caso de
Torre Pacheco, Ciudadanos sólo podía presionar desde la política
autonómica para promover la dimisión de la alcaldesa imputada, en lo que
respecta a Molina tiene la llave para destituir con su mano a
Contreras. Ciudadanos de Molina ha crecido precisamente a costa del PP,
sobre todo en las grandes urbanizaciones periféricas, de modo que la
pelota, ya que los populares han renunciado a jugarla de acuerdo a su
compromiso inicial de legislatura, está en el tejado del partido de
Rivera. A ver qué hacen ahora.