MADRID.- La salida a
Bolsa de BMN, un empeño casi personal del actual presidente, Carlos
Egea, apoyado también por el FROB, tiene serias dificultades para
llevarse a la práctica, y no sólo porque la Bolsa esté ahora bajo
mínimos, sino porque el valor necesario que habría que asignar a las
acciones para recuperar las ayudas públicas es impensable en el corto y
medio plazo. “Es mejor vendérselo a otro banco por un buen precio
pactado”, dicen las fuentes consultadas por https://www.capitalmadrid.com, “porque en una transacción de
ese tipo se podrían cobrar la red y la complementariedad del negocio,
mientras que en la salida a Bolsa esos conceptos no cuentan”.
El
FROB siempre ha apostado por la salida a Bolsa como solución idónea
para sacar al Estado del accionariado de BMN, porque su venta
directa a otra entidad acabaría seguramente con el banco en manos
de algún inversor extranjero o propiciando una fusión con otro
pequeño del mapa español, lo que podría acarrear acusaciones de
favorecer a alguna entidad concreta o de no mirar por los
intereses nacionales.
La salida a Bolsa era la solución “más neutral”, según fuentes cercanas al Ministerio de Economía, pero si la operación se hace a un precio que no logre para el FROB una cantidad cercana al total de las ayudas recibidas por el banco también sería motivo de críticas. Esto está cantado en las actuales circunstancias, ya que BMN tendría que salir al parqué a un precio no inferior a los 1,57 euros por título para que el Estado recuperara los 1.645 millones de euros que ha puesto en el saneamiento directo de la entidad mediante la conversión de preferentes y una ampliación de capital.
La cosa se complica, además, porque en las primeras hipótesis serias de salida a Bolsa se preveía una colocación en dos tramos, uno mediante una Oferta Pública de Venta (OPV), cuyo importe iría a manos del FROB, y otro a través de una Oferta Pública de Suscripción (OPS), en la que el dinero obtenido iría a reforzar el capital de la entidad. Esto, según las fuentes consultadas por https://www.capitalmadrid.com, elevaría el precio necesario para recuperar las ayudas a una horquilla de entre 1,85 y 1,90 euros por título, dependiendo de cuánto dinero quiera destinarse al fortalecimiento del capital, que como mínimo sería de unos 300 millones de euros, con los que se culminaría el proceso de “reestructuración, saneamiento y recapitalización” del que habla insistentemente el presidente de la entidad, Carlos Egea.
Estos niveles de precios de salida supondría estrenarse en Bolsa con una cotización muy próxima a 0,9 veces su valor en libros (actualmente tiene un patrimonio neto de 2.270 millones de euros), cifra que se sitúa en la banda superior de las cotizaciones del sector y muy lejos del único banco comparable cotizado, Liberbank, que cotiza en valores de entre 0,55 y 0,65 veces su valor en libros durante los últimos meses. El retraso está más que cantado.
Con estas cifras en la mano, la opción de la venta directa a otra entidad cobra fuerza entre quienes deben tomar la decisión final (el Ministerio de Economía y el Banco de España, a través del FROB). Una operación pactada con otro banco tendría ventajas adicionales para ambas partes y para el propio FROB, propietario ahora del 75,9% de BMN. Por el lado contrario comprometería la independencia de la entidad, que es la bandera que esgrime Carlos Egea cuando defiende la salida a Bolsa como solución.
Un proceso de absorción o fusión por parte de otro banco facilitaría enormemente el proceso de privatización, ya que el refuerzo de capital ya no sería una necesidad individual de BMN, sino parte de la estrategia de una entidad de mayor tamaño, que a su vez contaría con ventajas financieras para llevarla a cabo. Una de ellas es el denominado bad will, que generaría un colchón para fortalecer la estructura financiera del banco fusionado.
Para que el FROB pudiera recuperar todo el dinero puesto en BMN, el precio de venta debería ser de 2.165 millones de euros, cifra inferior al valor en libros del banco (2.270 millones a 30 de junio y que será algo mayor a 31 de diciembre cuando se sumen los beneficios del año), que daría como consecuencia un bad will de entre 100 y 200 millones de euros en el momento de cerrar la operación. Esta cantidad puede ser llevada a provisiones, lo que fortalecería el balance de la entidad resultante.
El precio obtenido con la venta directa seria, según las fuentes consultadas, superior al que se obtendría en Bolsa, porque el comprador podría valorar el negocio que adquiere. Además, en las salidas a Bolsa, los inversores institucionales que aseguran la operación aplican generalmente un descuento sobre las expectativas de cotización para generar plusvalías latentes.
En el caso concreto de BMN, la red comercial a 30 de junio estaba formada por 74 oficinas, de las que el 70% están en Granada, Murcia e Islas Baleares, que es donde tenían sus focos de actividad principal Caja Granada, Caja Murcia y Sa Nostra, de cuya fusión nació el banco. Para las grandes entidades financieras (Santander, BBVA, CaixaBank o Bankia) esta red no tiene un grado de utilidad suficiente para rentabilizar una compra de BMN, pero para algún banco más pequeño que quiera convertirse en mediano sí tiene interés.
De entre todos ellos, la operación que más ventajas tendría sería la fusión con Liberbank (nacido de la unión de Cajastur, Caja Castilla-La Mancha, Caja Cantabria y Caja Extremadura) cuya red (1.300 oficinas) se concentra fundamentalmente en Asturias, Cantabria, Extremadura y Castilla-La Mancha. La suma de las oficinas de BMN le daría un tamaño ya más respetable y extendería su área geográfica de negocio de manera notable. Además, BMN aporta un balance con un 10,6% de capital de máxima solvencia.
Esta fusión, de la que han surgido ya rumores en los últimos dos meses, daría lugar a un banco con un volumen de activos cercano a os 90.000 millones de euros, lo que le situaría en séptimo lugar en el ranking de la banca española, justo por debajo del Popular y por encima de Unicaja.
Además, al ser Liberbank un banco cotizado, la fusión con BMN sacaría a Bolsa indirectamente a este último. La propia Comisión Europea, sin dar nombres, se ha mostrado partidaria en alguna ocasión de una operación de fusión controlada en lugar de una salida a Bolsa que siempre comporta más riesgo en el precio y en la capacidad de recuperación de las ayudas.
La fusión lograría otra ventaja colateral consistente en dar liquidez a los inversores institucionales que en su día compraron una emisión de bonos convertibles de BMN y que en la actualidad controlan el 20% del capital de la entidad. Muchos de ellos están a la espera de una salida a Bolsa para poder hacer líquida su inversión y eso también se lograría con la fusión con Liberbank, porque sus acciones de BMN serían canjeadas por otras del banco resultante.
La salida a Bolsa era la solución “más neutral”, según fuentes cercanas al Ministerio de Economía, pero si la operación se hace a un precio que no logre para el FROB una cantidad cercana al total de las ayudas recibidas por el banco también sería motivo de críticas. Esto está cantado en las actuales circunstancias, ya que BMN tendría que salir al parqué a un precio no inferior a los 1,57 euros por título para que el Estado recuperara los 1.645 millones de euros que ha puesto en el saneamiento directo de la entidad mediante la conversión de preferentes y una ampliación de capital.
La cosa se complica, además, porque en las primeras hipótesis serias de salida a Bolsa se preveía una colocación en dos tramos, uno mediante una Oferta Pública de Venta (OPV), cuyo importe iría a manos del FROB, y otro a través de una Oferta Pública de Suscripción (OPS), en la que el dinero obtenido iría a reforzar el capital de la entidad. Esto, según las fuentes consultadas por https://www.capitalmadrid.com, elevaría el precio necesario para recuperar las ayudas a una horquilla de entre 1,85 y 1,90 euros por título, dependiendo de cuánto dinero quiera destinarse al fortalecimiento del capital, que como mínimo sería de unos 300 millones de euros, con los que se culminaría el proceso de “reestructuración, saneamiento y recapitalización” del que habla insistentemente el presidente de la entidad, Carlos Egea.
Estos niveles de precios de salida supondría estrenarse en Bolsa con una cotización muy próxima a 0,9 veces su valor en libros (actualmente tiene un patrimonio neto de 2.270 millones de euros), cifra que se sitúa en la banda superior de las cotizaciones del sector y muy lejos del único banco comparable cotizado, Liberbank, que cotiza en valores de entre 0,55 y 0,65 veces su valor en libros durante los últimos meses. El retraso está más que cantado.
Con estas cifras en la mano, la opción de la venta directa a otra entidad cobra fuerza entre quienes deben tomar la decisión final (el Ministerio de Economía y el Banco de España, a través del FROB). Una operación pactada con otro banco tendría ventajas adicionales para ambas partes y para el propio FROB, propietario ahora del 75,9% de BMN. Por el lado contrario comprometería la independencia de la entidad, que es la bandera que esgrime Carlos Egea cuando defiende la salida a Bolsa como solución.
Un proceso de absorción o fusión por parte de otro banco facilitaría enormemente el proceso de privatización, ya que el refuerzo de capital ya no sería una necesidad individual de BMN, sino parte de la estrategia de una entidad de mayor tamaño, que a su vez contaría con ventajas financieras para llevarla a cabo. Una de ellas es el denominado bad will, que generaría un colchón para fortalecer la estructura financiera del banco fusionado.
Para que el FROB pudiera recuperar todo el dinero puesto en BMN, el precio de venta debería ser de 2.165 millones de euros, cifra inferior al valor en libros del banco (2.270 millones a 30 de junio y que será algo mayor a 31 de diciembre cuando se sumen los beneficios del año), que daría como consecuencia un bad will de entre 100 y 200 millones de euros en el momento de cerrar la operación. Esta cantidad puede ser llevada a provisiones, lo que fortalecería el balance de la entidad resultante.
El precio obtenido con la venta directa seria, según las fuentes consultadas, superior al que se obtendría en Bolsa, porque el comprador podría valorar el negocio que adquiere. Además, en las salidas a Bolsa, los inversores institucionales que aseguran la operación aplican generalmente un descuento sobre las expectativas de cotización para generar plusvalías latentes.
En el caso concreto de BMN, la red comercial a 30 de junio estaba formada por 74 oficinas, de las que el 70% están en Granada, Murcia e Islas Baleares, que es donde tenían sus focos de actividad principal Caja Granada, Caja Murcia y Sa Nostra, de cuya fusión nació el banco. Para las grandes entidades financieras (Santander, BBVA, CaixaBank o Bankia) esta red no tiene un grado de utilidad suficiente para rentabilizar una compra de BMN, pero para algún banco más pequeño que quiera convertirse en mediano sí tiene interés.
De entre todos ellos, la operación que más ventajas tendría sería la fusión con Liberbank (nacido de la unión de Cajastur, Caja Castilla-La Mancha, Caja Cantabria y Caja Extremadura) cuya red (1.300 oficinas) se concentra fundamentalmente en Asturias, Cantabria, Extremadura y Castilla-La Mancha. La suma de las oficinas de BMN le daría un tamaño ya más respetable y extendería su área geográfica de negocio de manera notable. Además, BMN aporta un balance con un 10,6% de capital de máxima solvencia.
Esta fusión, de la que han surgido ya rumores en los últimos dos meses, daría lugar a un banco con un volumen de activos cercano a os 90.000 millones de euros, lo que le situaría en séptimo lugar en el ranking de la banca española, justo por debajo del Popular y por encima de Unicaja.
Además, al ser Liberbank un banco cotizado, la fusión con BMN sacaría a Bolsa indirectamente a este último. La propia Comisión Europea, sin dar nombres, se ha mostrado partidaria en alguna ocasión de una operación de fusión controlada en lugar de una salida a Bolsa que siempre comporta más riesgo en el precio y en la capacidad de recuperación de las ayudas.
La fusión lograría otra ventaja colateral consistente en dar liquidez a los inversores institucionales que en su día compraron una emisión de bonos convertibles de BMN y que en la actualidad controlan el 20% del capital de la entidad. Muchos de ellos están a la espera de una salida a Bolsa para poder hacer líquida su inversión y eso también se lograría con la fusión con Liberbank, porque sus acciones de BMN serían canjeadas por otras del banco resultante.