Hace un día primaveral. Aznar ha casado a su hija en el centro del
imperio de Felipe II. Siempre fue un falangista. Entre las centenarias
piedras del Escorial deambulan Bárcenas, Acebes, Correa, el Bigotes,
Arenas…los soldados y mercaderes del Imperio.
España
es una historia de éxito, un milagro económico de Rodrigo Rato. Yo.
Dicen que hay una burbuja inmobiliaria peligrosa. No saben qué inventar.
Todos tienen negocios y chanchullos y se llevan la pasta a espuertas.
Son las vacas gordas de otro sueño.
Desde
lo alto de un catafalco, Aznar designa sucesor al pelota de Rajoy. Cae
el chapapote del Prestige sobre la escena. El chapapote de la
financiación del partido, una jaula de oro en la que vuelan los
sobresueldos. De la caja B salen las elecciones ganadas como guirnaldas
que adornan la gracia hawaiana de Esperanza Aguirre. Mi presidencia
hubiera sido la edad de oro de España. Pero me cerró el camino la
intriga.
Pero
yo, Rodrigo Rato Figueredo, con las botas de siete leguas, cruzo el
charco y tomo posesión del FMI, como Enrique IV de París y sin tener que
cambiar de religión. La mía siguió siendo el dinero. Pero el Fondo es
como otro sueño sin fondo, uno kafkiano. Estamos a las puertas del
castillo, de Eldorado, pero no se abren. Se abren, en cambio, las de la
banca Lazard, que suena a Lizard, lagarto. Un animal de sangre fría,
capaz de acumular millones sin que se le caliente.
El
episodio de Bankia es un sueño al cuadrado, surrealista y absolutamente
incomprensible. Bankia nace por cesárea, muere en el momento de nacer y
la resucita el gobierno a golpe de miles de millones mientras yo paso a
ser el roto Rato, perseguido por todo tipo de presuntos delitos en mi
gestión, calificada de catastrófica como si Blesa, el verdadero cerebro
de aquella ruina, no hubiera pasado por el mundo estafando a decenas de
miles de impositores.
Dos
nombres irrumpen en la escena y la alborotan como un gallinero. Gürtel y
Bárcenas son los fantasmas que personifican la némesis del PP. Las
campanas tocando a difuntos de toda una estructura de partido
presuntamente organizada para delinquir, de la que me habían apartado
por envidias. Al fondo se escucha como el eco de ultratumba en un
castillo gótico a Aznar en 2010 diciendo que el el PP es y debe seguir
siendo incompatible con las corrupción, o sea, incompatible consigo
mismo porque todo el partido es una estructura corrupta montada por el
héroe de las Azores.
Suenan
los tambores y trompetas al paso de la marca España, la niña de los
ojos de Rajoy. La imagen de esa marca será la mano de un policía en el
cogote del exvicepresidente del gobierno, mi cogote, tratado como el de
un chorizo. El escarnio en las redes, patente. Seguro que salimos en las
portadas de todos los periódicos extranjeros. La marca España es la
mano en el cogote. La España del choriceo y la pandereta.
Las
declaraciones de los compadres, patéticas. El ministro de Justicia en un
rato libre mientras despoja a la gente del registro civil para
beneficio de los registradores, entre ellos, su jefe, afirma muy ufano
que el episodio demuestra que las instituciones funcionan y todos somos
iguales ante la ley. Ignoro de dónde habrá sacado Rajoy a este bobo que
siempre parece estar hablando de otra cosa. Lo de las instituciones está
por ver y lo de la igualdad ante la ley quedó desmentido pasadas dos
horas, cuando yo, Rato Figueredo, quedé en libertad, camino de mi casa.
Desde
un rincón del sueño contempla la escena el pequeño Nicolás a quien una
voz procedente del más oscuro pasado, la de Javier de la Rosa, ha
contado cosas terribles sobre los protagonistas dela vida pública
española en los últimos años. Terribles e inverosímiles. Que estuvo
pagando un sueldo mensual al ministro del Interior. Inverosímil. ¿Para
qué querrá alguien pagar a un triste sectario que solo sabe rezar y
aporrear a la gente? Pero ni esos 400 millones de propiedad aparente del
padre del Rey se impondrán al ruido mediático que yo, el roto Rato,
garantizo. Soy un cabeza de turco, un a cortina de humo para que se vaya
de rositas esta manga de ladrones.
Todos
me han abandonado. Las dos candidatas a la Comunidad y al Ayuntamiento
de Madrid, Cifuentes y Aguirre, antaño decididas valedoras mías, hoy no
se acuerdan de quién era. Nadie quiere hacerse una selfie conmigo. No
existo ya ni en Facebook. El Sobresueldos prepara una comparecencia en
plasma que aquí tiene valor profiláctico, no para anunciar su dimisión,
como sería de esperar en un país normal, sino para explicar que las
presuntas estafas "de ese señor del que se habla" son cosa suya, o sea,
mía; no del partido. Que es un caso aislado y un caso aislado no
demuestra nada. Ni dos. Ni tres. Ni todos. El PP no es una estructura
para delinquir, sino el partido de los trabajadores. En fin, nadie puede
poner en duda el interés del gobierno en luchar contra la corrupción,
se dé en dónde se dé.
Entre
estos dos extremos, el plasma Rajoy y el roto Rato surge la última
figura del sueño, el ministro Montoro, este ya como el ectoplasma de
Nosferatu, siempre urdiendo alguna maldad que habitualmente se vuelve
contra él. Todos querrían que se fuese, pero nadie se atreve a decírselo
porque los tiene a todos atrapados con sus latrocinios, empezando por
el Sobresueldos principal.
El espíritu mi padre me llama desde las celdas de la desaparecida prisión de Carabanchel para que haga honor a la estirpe.
En el Escorial seguro que este verano hay un curso dedicado a la corrupción.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
P.D.--------------------------------------------------------------
Moción de censura a esta banda de ladrones, ya
Hoy, la Agencia Tributaria está registrando el domicilio de Rodrigo Rato
en busca de pruebas de lo que todo el mundo sospecha y da por
descontado, que el pájaro es uno de los mayores ladrones de esta
presunta asociación de malhechores llamada PP, presidida por un supuesto
corrupto que lleva veinte años cobrando sobresueldos en B y cuatro
mintiendo, engañando a todo el mundo y corrompiendo la vida pública
española hasta extremos que nadie puede ya aguantar. Lo sorprendente es
que este sujeto, que compartió mesa de consejo de ministros con el tal
Rato y lo hizo luego nombrar presidente de Caja Madrid, igual que
confirmó en sus cargos a los no menos presuntos ladrones Lapuerta y
Bárcenas, no haya sido ya llamado a declarar en alguno de los
procedimientos judiciales por corrupción que anegan el país y que la
policía no esté registrando su domicilio en La Moncloa.
Rato,
a quien apoyó todo el PP entusiasmado para la presidencia de
Cajamadrid, tiene un historial que daría para una saga en donde la
incompetencia iría de la mano con la granujería. Fue el hombre del milagro económico
con el que otro siniestro personaje, Aznar, quiso engañar al país, como
trató de hacerlo al servicio de los yanquies con las mentiras sobre las
"armas de destrucción masiva" en el Irak y como insistió con denuedo
con motivo del atentado del 11M, ayudado por Acebes y Rajoy, quien tenía
"la convicción moral de que había sido ETA". Un espantoso atentado del
que Aznar y su gobierno son y serán para siempre políticamente
responsables.
Alguien
todavía tendrá el morro de sostener que se trata de casos aislados,
excepciones personales, ovejas negras. Alguno de esos periodistas
mercenarios, que cobran cifras astronómicas por recitar lo que les
dicen, insultar a quienes se les ordena y embadurnarlo todo para ocultar
las fechorías y robos de quienes les pagan con dineros públicos.
Pero
no es cierto. No son casos excepcionales. Es algo estructural.
Suficientemente claro está ya en sede judicial. El PP no es propiamente
hablando un partido político sino algo más parecido a una asociación de
malhechores. Sus miembros están en él para forrarse, como ya han
confesado en alguna ocasión. El gobierno no es un órgano al servicio del
bien común sino un grupo de apandadores que busca su beneficio propio y
el de sus allegados y amigos a base de expoliar lo público,
privatizarlo y quedárselo.
La
última muestra, la desvergüenza con que el sobresueldos, presidente del
gobierno, promueve una reforma legal para despojar a la colectividad de
los registros civiles, actualmente públicos y gratuitos y entregarlos
como un botín para los registradores, siendo él y varios de sus
hermanos, beneficiarios directos de este nuevo expolio.
¿Qué
más hace falta para que los partidos de la oposición reaccionen como es
su obligación y presenten una moción de censura a esta pandilla de
presuntos chorizos? ¿No ven ustedes que, de no hacerlo, acabaremos por
creer que son ustedes cómplices o beneficiarios directos?