El año arranca con los cuatro partidos nacionales preparados para sus
congresos. Excepto Rajoy, que es lo mismo que decir el PP, todos buscan
su sitio, y afrontan los cónclaves con no pocas dificultades e
incógnitas por resolver. Las organizaciones están en talleres y habrá
que ver si resuelven las averías o alguno va camino del desguace. El
2017 va a estar protagonizado por la estabilidad del Gobierno y el
problema catalán. Rajoy tiene intención de agotar la legislatura de
cuatro años, más el de regalo que ha tenido, pero maneja el palo y la
zanahoria con Ciudadanos y el PSOE, que tienen pavor a que disuelva las
Cortes y convoque elecciones.
Si saca adelante los Presupuestos no
iremos a las urnas. Si la cosa se complica, a partir del 3 de mayo puede
disolver. Y si sucediera, cosa poco probable, él sería de nuevo el
candidato popular, y, evidentemente, sería el candidato más votado.
Rajoy no tiene adversarios a día de hoy, y ese es su éxito, su piel de
elefante que diría la señora Merkel, su capacidad de resistir, su
insuperable fuerza para no dejar de correr en la cinta aunque no avance
un metro. Lo cual tiene su mérito. Mucho. Pero, cronológicamente, así se
presenta 2017.
El 14 de enero el PSOE celebra Comité Federal. Es la fecha que le han
dado a Pedro Sánchez para que aclare de una vez si se va a presentar a
las primarias para liderar el partido, y debiera ser el día en que se
decida cuando se va a celebrar el Congreso. Una de las personas de
máxima confianza de Sánchez me garantizaba esta tarde que “es seguro que
va a ser candidato en las primarias. Quien le conozca lo sabe”. Yo le
conozco, y albergo mis dudas, pero no soy nadie.
Hay muchas incógnitas en el PSOE. Susana Díaz no termina tampoco de
retratarse, algunos veteranos insisten en empujar a Patxi López, hoy
Fernández Vara y Madina han reclamado una candidatura única y parece que
Javier Fernández, responsable de la Gestora, es muy bien visto cada día
por más gente de peso. Pero el principal problema del PSOE no es de
nombres, de personas, sino de ideario, de encontrar el sitio que quiere
ocupar en la política española, de refundar un partido centenario que va
a la deriva.
Las encuestas de inicio de año colocan al PP de nuevo en una cómoda
primera posición y consolidan a Podemos como segunda fuerza, y ahí está
el drama del socialismo, el peligro que les acecha. O recuperan su sitio
y vuelven a ser un partido nacional con una ideología razonablemente
definida en el centro izquierda o pueden arrimarse al abismo de la
desaparición.
En enero, el 27, los Ciudadanos de Albert Rivera celebran primarias.
Hay contestación al líder y al equipo dirigente, aunque no parece que en
principio peligre el número uno. No obstante, el partido y quienes lo
dirigen han de resolver también un problema de identidad, saber que
quieren ser de mayores, definir que espacio quieren ocupar y olvidarse
de algunos tics autoritarios si no quieren quedar reducidos al papel de
partido bisagra en el mejor de los casos, y con el fantasma de UPyD
sobrevolando.
Y en febrero, quizá en homenaje al espíritu de Arias Navarro y su
entonces propagandista Juan Luis Cebrián, que anda de bolos biográficos,
los días 10, 11 y 12 Podemos celebra su II Asamblea General y el PP su
XVIII Congreso, el primero desde la refundación en el que no estará José
María Aznar, que sigue con los perros sueltos en su paseo universal.
En Podemos, donde hoy celebraban las encuestas de arranque de año, la
guerra es sin cuartel. Todo apunta a que Pablo Iglesias saldrá
vencedor, pero ojo con Iñigo Errejón, que tiene buena onda con los
medios más seguidos por las bases y no tira la toalla con su intento de
hacer un partido más contemporáneo, que abarque un espacio social más
amplio, frente al marxismo leninismo de naftalina de Iglesias. En
cualquier caso Podemos ha superado a toda prisa la infancia y la
adolescencia y su escaparate es de partido viejo, de los de toda la
vida, por más que cambien los colores de las vitrinas y por más que
Iglesias utilice el photoshop como en los viejos tiempos.
Y el PP, o sea, Rajoy, encantado de haberse conocido. Su Congreso
será a la búlgara, y hoy ha dado el jefe una pista respecto a la única
duda seria, si María Dolores de Cospedal seguirá en la secretaría
general. El jefe ha dicho que está capacitada para ello. Aunque
tratándose de Rajoy, la frase puede significar lo contrario. Ella quiere
seguir con los tres cargos, secretaria general del PP, presidenta del
PP de Castilla La Mancha y ministra de Defensa, pero en el partido
algunos van a por ella. La decisión final solo la sabe el que manda.
Los populares van a reelegir por aclamación a Rajoy y nos van a
vender modificaciones de ideario y estatutarias que no son más que
cambiar algunas cosas para que todo siga igual. Más democracia interna,
más controles contra la corrupción y esas cosas que quedan bien en los
titulares. Pero ya se sabe como son las cosas.
Y en Cataluña, el 1 de abril presenta Ada Colau, en Asamblea
Constituyente, su nuevo partido Barcelona En Comú junto a Podemos, Equo,
ICV y EUiA. De aquí a abril pueden pasar muchas cosas, pero en todos
los partidos catalanes tienen la maquinaria engrasada y preparada las
nuevas elecciones. Puigdemont se ha comprometido a que en julio como muy
tarde el Parlamento catalán aprobará la desconexión, o sea, las leyes
necesarias para que Cataluña funcione como Estado independiente. No ha
dicho cómo va a sortear las resoluciones del Tribunal Constitucional. El
asunto catalán va a ser titular nuestro de cada día, y la sombra de
nuevas autonómicas sobrevuela cada día con más fuerza.
(*) Periodista