El aplastamiento final de IU bajo las
ruedas del Moloch Podemos ha dejado el escenario como en las tragedias
de Shakespeare, lleno de cadáveres. Del elenco de la vieja federación
restan dos o tres almas en pena que, por diversas razones, aún tienen
acogida en la unidad popular del partido de los círculos si la
piden a título estrictamente individual. Los demás, viejas y nuevas
glorias, quedan tildados de cenizos en el basurero de la historia.
El
anticlimax ha sido a cargo de Pablo Iglesias con un rechazo irritado a
las humildes peticiones de convergencia. Algo tan desabrido que ha
sonado a venganza a muchos. Así cabe colegir del brillante reportaje de
Elsa García de Blas en El País y en el que se exponen los tiras y aflojas de unas negociaciones entre IU y Podemos que tienen un largo pasado
y pueden haber dejado cicatrices. Al negarse a la convergencia,
Iglesias parece devolver el rechazo de IU a sus previas y reiteradas
solicitudes de unidad de acción.
No sería justo ni acertado que esto terminara así y, en efecto, leo un artículo de Pablo Iglesias en el mismo número de El País, titulado Izquierda, en
el que aduce sus razones de forma más matizada. Da su versión de los
intentos de acercamiento originarios de Podemos a lo que él llama la izquierda
(básicamente IU), concluidos en ruptura porque, a su juicio, la
izquierda ha interiorizado la función histórica de perdedora, siendo así
que, como ha repetido muchas veces, él quiere ganar.
Para
que no haya duda sobre la sinceridad con que ha vivido ese desgarro
dedica parte considerable del artículo a probar que él, personalmente,
así como sus padres, abuelos y todos los bípedos implumes que lo han
rodeado de siempre, son de izquierda. Desde la primera comunión. A
machamartillo. Pero la izquierda (siempre básicamente IU) no es capaz de
comprender que su electorado no se reduce solo a ella misma, sino que
debe ampliarse a quienes quieren cambios, reformas, pero no son de
izquierda, o sí lo son, pero no lo saben o no lo son pero es como si lo
fueran.
La
izquierda en la visión paulina no entiende que su solo nombre provoca
reparos y, si se le añade el calificativo de comunista, los reparos se
convierten en una estampida. Iglesias sí lo ha entendido por fin. Le ha
costado dos elecciones en las que los resultados, sin ser clara derrota,
marcaron mala tendencia. Y ha reaccionado. Quizá sobreactuando, pero de
modo esencialmente correcto si de lo que se trata es de ganar las
elecciones de noviembre. La izquierda es una rémora. Lo mejor es no
contaminarse con ella.
Posición
tácticamente correcta. Pero no tanto estratégicamente. Ese concepto
paulino de "izquierda" es angosto y no permite a Podemos articular una
opción convincente. Es un concepto de izquierda formulado dentro de los
parámetros con que esa izquierda, a la que se critica, se define a sí
misma y al resto de las fuerzas políticas. Estando dentro de la tribu,
ve el mundo con los ojos de esa tribu y no de otra. En ningún momento se
cuestiona en este discurso el hecho de que, cuando se habla de
"izquierda", no se incluya al PSOE, a la otra tribu. Es más, se da por
supuesto implícitamente que el PSOE no solo no es de izquierda, sino que
es la misma derecha del PP y, por tanto, tan adversario como este por
batir.
Pero
esa conclusión es falsa, cual se ve cuando, para justificar el portazo a
los pedigüeños de IU, se afirma con orgullo que Podemos quiere
representar los intereses de sectores movilizados de la sociedad, aunque
no sean de izquierda. Justamente eso es lo que pretende el PSOE que se
configura como un partido interclasista, moderado, de centro izquierda,
monárquico y (últimamente) nacional español. Y dice ser de izquierda.
Izquierda socialdemócrata, que todo el mundo reconoce como tal, incluso
en España, de vez en cuando.
Entre
la "izquierda" de IU y lo "no izquierda" del PSOE que, sin embargo, es
la que Podemos apoya en varios gobiernos autonómicos y locales, Iglesias
se encuentra con la dificultad tradicional conocida como tercera ley
universal del pensamiento, esto es, la ley del tercero excluido. Dé
gracias a que la relación IU/PSOE no es tan nítida como las dos primeras
leyes (identidad y principio de no contradicción) exigen. De serlo, no
tendría posibilidad alguna de elaborar una tercera opción creíble entre
el comunismo y la socialdemocracia. En el ámbito de la lógica difusa
de la política es posible que lo consiga.
Pero será a base de seguir
cerrado a la convergencia comunista y asomarse a una reconsideración del
concepto de izquierda en una sociedad conflictiva, sí, pero abierta y
muy compleja, lo que presupone un replanteamiento estratégico de las
relaciones con el PSOE, si quiere que lo tomen en serio. Algo duro, por
cuanto significa cuestionar creencias que vienen de la infancia, amor a
la familia, respeto a los padres y lealtad a la basca. Las creencias,
los prejuicios, son la verdadera cárcel interior de las personas. Estas
deben liberarse de ella si quieren entender el mundo, lo que parece ser
un requisito insoslayable para transformarlo.
En
cuanto a la "izquierda" sobrante, tanto IU como las pequeñas
formaciones que, con diversos atributos, forman un séquito de satélites,
lo más sensato, dicho sea sin ánimo de ofensa, es que se integren todas
en la unidad popular de Podemos, negociando con estos una
especial atención a los objetivos que les sean más caros. Pero lo más
sensato, por lo general, no es lo más frecuente. Es difícil que los
cabezas de ratón que lucen en estas formaciones se resignen a perder el
ralo halo de gloria que los rodea. La "izquierda", esa que habla de las
fuerzas de la historia y la función subordinada del individuo, está
poblada de dirigentes con un altísimo concepto de sí mismos, abrumados
por la carga de su narcisismo.
Lo más probable es que haya tres
opciones de izquierda en las elecciones de noviembre. Las dos
mayoritarias, PSOE y Podemos y una presencia testimonial de una tercera
posibilidad cuyo nombre aún está por determinar pero que irá seguramente
por la línea del foro o el frente o la mayoría de origen divino. A su
vez, la relación numérica entre PSOE y Podemos, dependerá de la forma en
que este último enfoque su competencia electoral con el primero.
Cuando Mariano Sobresueldos Rajoy
llegó a La Moncloa a lomos de once millones de votos que, en realidad,
estafó, pues no pensaba cumplir nada de lo que había prometido, invocó
en tono trágico "la herencia de Zapatero" para excusar sus mentiras, sus
engaños, sus desaguisados, estropicios y destrozos.
El
país lleva casi cuatro años gobernado por una presunta asociación de
malhechores que ha descubierto el chollo de organizarse para robar, pero
decir que es un partido político. De este modo, los supuestos
delincuentes no solo no tienen que temer a la policía sino que pueden
valerse de ella para cometer sus fechorías y eso es lo que están
haciendo y por eso han puesto el ministerio del Interior en manos de dos
elementos con tendencias psicopáticas, Fernández Díaz y Cosidó, cuya
sola obsesión es que los supuesto trincones -especialmente los curas-
puedan seguir forrándose, mientras persiguen a los ciudadanos que
denuncian y protestan por el expolio a que España ha sido sometida.
En
estos cuatro años, y con el cuento de reponer caudales en unas arcas
que han vaciado por entero a base de una serie de estafas a la que
llaman "crisis", han subido los impuestos, especialmente los que gravan a
los más pobres, han dejado sin servicios sociales a la población, han
privatizado cuantos servicios públicos han podido para quedárselos ellos
mismos o entregarlos a los deudos y allegados, han mermado la
financiación de esos servicios (por ejemplo, la educación) para
despilfarrar recursos públicos a favor de los privados, también de ellos
o de los curas que son tan ellos como ellos mismos.
Igualmente han
privado de subvenciones a los desempleados, reducido a una miseria los
salarios medios, eliminado la protección del trabajo, empujado a los
jóvenes a marchar al extranjero, sisado el dinero de los pensionistas a
base de reducir las pensiones y saquear el fondo de reserva, arrebatado a
los inmigrantes la atención sanitaria, han empobrecido, desahuciado,
empujado al suicidio a muchos privados de vivienda, han condenado a la
desnutrición a una cuarta parte de los niños del país y, cuando han
podido, han metido la mano en la caja y se han llevado la pasta cruda.
Toda.
A eso lo llaman crisis
Este
enorme expolio se ha cometido a la vista de todo el mundo. Saquearon a
conciencia la 3ª entidad financiera del país, Cajamadrid, en la que una
pandilla de presuntos chorizos, estilo Blesa o Rato, se pegó el vidorro,
dando rienda suelta a sus gustos de macarras cursis a costa del
prójimo. Y los demás lugares públicos o parapúblicos, Comunidades
autónomas, ayuntamientos, empresas públicas, asimiladas, planes y
proyectos siguieron similar suerte: donde había un euro
público, llegarían los pájaros peperos con una trampa, un ardid o con el
simple morro, y se lo llevarían.
Así,
veinte años. Veinte años de robo a mansalva. Veinte años de
sobresueldos, comisiones, mordidas, desfalcos, adjudicaciones
fraudulentas. Veinte años de ladrones. Veinte años de Borbones, Aznares,
Rajoys, Blesas, Aguirres, Ratos, Urdangarines, Camps, Fabras, Matas,
Baltares, Granados, Gonzáleces, Arenas, Cospedales y demás tropa de
presuntos mangantes. Y, claro, el país está quebrado. La deuda nacional
supera el 100% del PIB, más de un billón de euros que, como los griegos,
tampoco podremos pagar. Solo las administraciones públicas que esta
banda tiene que desalojar por haber perdido las elecciones arrastran una
deuda de 77.000 millones de euros. Las demás magnitudes son iguales y
la que más importa, el paro, es superior a la que dejó Zapatero y la
segunda de Europa, después de Grecia.
Tal es la herencia real de la banda de presuntos forajidos, a las órdenes de ese bochorno del género humano, Mariano sobresueldos
Rajoy, un hombre que ha roto todas sus promesas, que está bajo
sospecha de ilegalidad, que no sabe hablar, que desconoce el abc de la
democracia, que se niega a dar explicaciones, que ignora el Parlamento y
desprecia a la oposición la cual, a su vez, lo trata con inmerecido
guante de terciopelo, alimentando así las sospechas de complicidad con
la granujería del gobierno de España.
Pero
el desastre no acaba en el saqueo a que la banda de supuestos
malhechores ha sometido al país. Tampoco ha dejado títere con cabeza en
otros órdenes del gobierno. Tras haber destruido la educación pública en
todos sus niveles, hundido la investigación, privilegiado a la Iglesia
católica, consolidado la bestialidad taurina, ahogado la cultura y
permitido la censura en la red, el ex-ministro de Educación, un tipo
arrogante, prepotente e ignaro, se prepara un retiro dorado en París con
su ligue de turno, los dos a cuenta del erario.
El ministro del Interior, un alucinado supersticioso que condecora trozos de madera
pintarrajeada a los que adora, hace promulgar una ley de represión,
hostigamiento, persecución e inseguridad juridica de los ciudadanos a la
que llama "ley de seguridad ciudadana". El ministro de Industria, un
fabuloso incapaz que ignora por dónde pasa el meridiano de Greenwich,
multiplica los beneficios abusivos del oligopolio eléctrico al tiempo
que persigue las energías renovables y el autoconsumo ciudadano. La
exministra de Sanidad, una analfabeta que arrebató el derecho a la salud
a decenas de miles de personas, sigue chupando del bote como cargo, es
decir, carga pública.
Y
así es todo. Como colofón de la herencia, esta banda de inútiles,
farsantes y mangantes que, al llegar al poder recibió en herencia un
país maltrecho y, aunque incómodo, relativamente unido, se va dejándolo
al borde de la escisión, gracias a su estupidez y su evidente
incapacidad de entender cualquier complejidad superior a la suma de dos
más dos. El ejemplo vivo, el propio sobresueldos Rajoy para quien la movilización de millón y medio de catalanes pidiendo la independencia en la Diada de 2012 era una algarabía. ¿Cómo puede un país sobrevivir al gobierno de tamaño imbécil?
Esta es la verdadera herencia de Mariano Sobresueldos
Rajoy y la presunta banda de ladrones. Y, sobre esa herencia, viene
Aznar a verter la hiel de sus habituales consideraciones ácidas,
encizañadoras y, en buena medida, falsas, acomodadas a sus intereses.
Sostiene el héroe de las Azores en su comic preferido, el ABC, y con el fin de meter el dedo en el ojo de Rajoy, que los peligros de España hoy son el populismo, el secesionismo y la crisis del sistema de partidos.
Como siempre, puro delirio: si hay alguien populista en España es su
partido que, además, se llama partido popular; el secesionismo lo ha
alimentado su ungido, Mariano Sobresueldos Rajoy, cuya capacidad
mental es similar a sus dotes oratorias; la crisis del sistema de
partidos viene movida porque el suyo -y también el otro dinástico, el
PSOE, aunque a bastante distancia- es un foco de corrupción, un nido de
ladrones y sinvergüenzas, de chorizos presuntos, ya condenados o a punto
de condenar, una asociación, según presumen los jueces, con ánimo de
delinquir, de la que él fue presidente, sigue siendo presidente de
honor; él, quien nombró a Mariano Sobresueldos Rajoy y Blesa, el supuesto ladrón responsable directo del desaguisado del que él es responsable indirecto.
Sí; esta es la herencia de la banda de presuntos ladrones.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED