F.P.
El cuerpo mortal del singular periodista murciano José González Cano, ya ha sido incinerado en Madrid, ciudad en la que falleció repentinamente el jueves por la tarde de un ictus, a los 65 años, tras provocarle un infarto cerebral letal.
Pero Pepe no desaparece en esas cenizas porque seguirá por mucho tiempo entre nosotros el recuerdo de su imaginación expresiva, su talante rebelde, su espíritu libre (ahora más que nunca), su atrevida pluma, su actitud crítica y su comportamiento progresista. Un cóctel que hacía de él un periodista tan incómodo como irónico para quienes se creen ser algo más de lo poco que son aunque piensen que tienen mucho poder...y más dinero.
En resumen, un maestro del que siempre soñé ser alumno y con el que luego tuve que conformarme aprender por libre si tan siquiera su tutoría. Esa suerte, entre los periodistas murcianos, sólo la ha tenido Ignacio Fontes, su alumno predilecto ahora huérfano y verdadero albacea de su herencia espiritual. Por algo era González Cano maestro de maestros.
Nacido en julio de 1941 en Espinardo, se inició casi a la fuerza en "La Verdad" (aquella otra de la Editorial Católica y directores de 1ª División como Reverte, Agudo o Sardaña) pero luego fue colaborador de numerosos medios de comunicación. Adquirió fama de excelente periodista en la década de los años 60 y los 70 por el género de la entrevista, que bordaba y trabajaba a fondo, hasta llegar a ser considerado, sin discusión, uno de los grandes del periodismo español.
En la revista "Gaceta Ilustrada", a donde saltó desde la Delegación en Elche del decano de la prensa murciana, llegó muy pronto a ser su redactor jefe, en medio de la admiración de los compañeros que aquí quedaron o los que entonces comenzábamos en este oficio también en Murcia. González Cano era un referente de triunfo profesional para los más jóvenes y un periodista de otra dimensión para aquellos tiempos de censura previa en trance de extinción.
Luego se estrenó como entrevistador en TVE a principios de los 90, a la vez que ejercía de entrevistador y columnista en las revistas "Tiempo" e "Interviú", así como de guionista en RNE. Aunque lo suyo, su periodismo, era de prensa escrita. Si como entrevistador era formidable, las columnas de su última época son de libro la mayoría. Estoy de acuerdo con Ignacio Fontes que con él desaparece una escuela, efectivamente la suya, donde se enseñaba a si mismo y no cabían otros alumnos más que sus admiradores por libre y sin matrícula.
Ha terminado sus días volviendo al principio: escribiendo crónica política en el diario donde comenzó a bragarse, hasta llegar a ser en la prensa nacional uno de los mejores periodistas murcianos del siglo XX, no por menos conocido del gran público, menos valorado desde la propia profesión.
Aunque Murcia nunca fue justa con este hombre, más bien discreto. Pepe, ¿sigues ahí? Seguro que sí. Donde ha ido tiene bastante gente interesante para entrevistar, y sin el riesgo de que le corten algún párrafo.
El cuerpo mortal del singular periodista murciano José González Cano, ya ha sido incinerado en Madrid, ciudad en la que falleció repentinamente el jueves por la tarde de un ictus, a los 65 años, tras provocarle un infarto cerebral letal.
Pero Pepe no desaparece en esas cenizas porque seguirá por mucho tiempo entre nosotros el recuerdo de su imaginación expresiva, su talante rebelde, su espíritu libre (ahora más que nunca), su atrevida pluma, su actitud crítica y su comportamiento progresista. Un cóctel que hacía de él un periodista tan incómodo como irónico para quienes se creen ser algo más de lo poco que son aunque piensen que tienen mucho poder...y más dinero.
En resumen, un maestro del que siempre soñé ser alumno y con el que luego tuve que conformarme aprender por libre si tan siquiera su tutoría. Esa suerte, entre los periodistas murcianos, sólo la ha tenido Ignacio Fontes, su alumno predilecto ahora huérfano y verdadero albacea de su herencia espiritual. Por algo era González Cano maestro de maestros.
Nacido en julio de 1941 en Espinardo, se inició casi a la fuerza en "La Verdad" (aquella otra de la Editorial Católica y directores de 1ª División como Reverte, Agudo o Sardaña) pero luego fue colaborador de numerosos medios de comunicación. Adquirió fama de excelente periodista en la década de los años 60 y los 70 por el género de la entrevista, que bordaba y trabajaba a fondo, hasta llegar a ser considerado, sin discusión, uno de los grandes del periodismo español.
En la revista "Gaceta Ilustrada", a donde saltó desde la Delegación en Elche del decano de la prensa murciana, llegó muy pronto a ser su redactor jefe, en medio de la admiración de los compañeros que aquí quedaron o los que entonces comenzábamos en este oficio también en Murcia. González Cano era un referente de triunfo profesional para los más jóvenes y un periodista de otra dimensión para aquellos tiempos de censura previa en trance de extinción.
Luego se estrenó como entrevistador en TVE a principios de los 90, a la vez que ejercía de entrevistador y columnista en las revistas "Tiempo" e "Interviú", así como de guionista en RNE. Aunque lo suyo, su periodismo, era de prensa escrita. Si como entrevistador era formidable, las columnas de su última época son de libro la mayoría. Estoy de acuerdo con Ignacio Fontes que con él desaparece una escuela, efectivamente la suya, donde se enseñaba a si mismo y no cabían otros alumnos más que sus admiradores por libre y sin matrícula.
Ha terminado sus días volviendo al principio: escribiendo crónica política en el diario donde comenzó a bragarse, hasta llegar a ser en la prensa nacional uno de los mejores periodistas murcianos del siglo XX, no por menos conocido del gran público, menos valorado desde la propia profesión.
Aunque Murcia nunca fue justa con este hombre, más bien discreto. Pepe, ¿sigues ahí? Seguro que sí. Donde ha ido tiene bastante gente interesante para entrevistar, y sin el riesgo de que le corten algún párrafo.