Valcárcel sigue abdicando de sus obligaciones protocolarias. Visita la Región de Murcia un jefe de Estado extranjero y lo trata como si fuese el alcalde de Quito, que dicho sea de paso, también es más importante que nuestro presidente al gobernar sobre algunos miles más de habitantes. Es comprensible que no se encuentre de humor ante los abandonos y traiciones que ya percibe, más la creciente retirada de apoyos que va notando, incluidos los de quienes han hecho grandes negocios a su sombra y ahora no piensan repartir. Eso no es nada para lo que le queda vivir de aquí a marzo, cuando se sepa oficialmente que no sigue ahí porque Génova decida pasarlo a la reserva ante lo irreversible de un esperpento político muy sospechoso y en vías de terminar en histrión.
En cualquier caso, no se justifica que ni media hora un sábado en San Esteban para hacerse una foto de apretón de manos, por el propio Valcárcel, más que nada, porque este Correa no viene a Europa a verlo a él sino a almorzar con Benedicto XVI, alguien ligeramente más importante que el presidente de una región periférica, perdida, pobre y repleta de explotadores de seres humanos, que lo apoyan incondicionales en las urnas. El objetivo tácito de Correa es precisamente liberar, cuanto antes, a sus conciudadanos aquí de las garras de esos tipos sin escrúpulos, facilitando su rápido retorno a Ecuador.
Se entiende, además, que con el currículo académico y político de Rafael Correa (Chicago, Lovaina) más su fuerte proyección internacional y de futuro, nuestro pobre mindundi se vea acomplejado y prefiera un saludo en la distancia antes que medirse en directo con un dirigente del tercer mundo y evidenciar que él todavía está muy por debajo en todos los parámetros. Por lo menos, le honra ser consciente de sus propias limitaciones que, andando el tiempo, se comprueba van en aumento por el célebre principio de Peter. Ya veremos en qué se las gana cuando vuelva a su triste realidad.
Menos mal que un catedrático de universidad, culto donde los haya y de saber estar por muy viajado por Europa desde hace un cuarto de siglo, Ángel González, el delegado del Gobierno, hizo de perfecto anfitrión durante toda la visita no oficial de Correa y el Estado, una vez más, suplió las carencias de quien, está más que visto y comprobado, no sabe estar a la altura de las circunstancias por un berrinche con sus mentores, que le urgen a ir haciendo las maletas para volver a la Enseñanza y dejar paso a Gómez Fayrén, todo un señor por cierto, para que sea este inspector de Hacienda quien protagonice la legislatura. O, en su caso, el ex rector Ballesta, un tipo de otra pasta.
Ángel González sabe aprovechar las oportunidades que le deparan los errores tácticos de Valcárcel y, además, en una especie de auto de fe ha sacado a relucir, muy bien por cierto, la realidad jurídica de las posibilidades urbanísticas de la Marina de Cope. Con ese palmarés en pocas horas parece que se ha ganado seguir en el cargo hasta las elecciones generales a pesar de que no resulta ya la persona idónea ni para Princesa ni para Ferraz por sus veleidades, más que nada, con los Egea, a los que dicen, rinde balance. Hasta el escándalo socialista de Ceutí le ha favorecido por aquello de “en tiempos de tribulación, no hacer mudanza”. ¿Por qué Saura ha sacado a Jara de la comisión de reforma del Estatuto de Autonomía? ¿A qué ha venido Leire Pajín a Murcia, con esas prisas, en vez de acompañar a la vicepresidenta De la Vega en Valencia tras la “operación Pla”? Zapatero tampoco está dispuesto, por más tiempo, a seguir perdiendo las elecciones generales en la Región de Murcia, engañado aquí por su propia gente.
Uno de los Egea, el menos brillante y nada que ver con Juan Manuel, nuestro cónsul general en Nueva York y, tal vez, el mejor diplomático español actual, en un prodigio de prestidigitación contable (el papel continuo es mucho más sufrido que el viejo folio) ha presentado unas cuentas del tercer trimestre en “Cajamurcia” que ya las quisiera para sí el asustado “Citicorp” norteamericano o el vapuleado “Northern Bank” británico. Nada de reflejar los fuertes provisionamientos pendientes a que le ha obligado el Banco de España ni la asunción contable de titularizaciones no natas de deuda hipotecaria de “grandes promotores”. Ya veremos cómo son las del cuarto trimestre de este Gran Capitán de la sonrisa, el maquillaje y la palmadita en la espalda al fatuo provinciano de turno, pero hoy demasiado dependiente de un imprevisible y más que desconfiado interbancario. ¿Se ha escenificado la presentación pública de estas cuentas, de cara a los prestamistas más que nada? Nuestro actor lo tiene difícil.
Y fuerte, muy fuerte lo de Águilas. Los asesores del rústico alcalde Juan Ramírez, creo que el letrado externo, López Navares, y el funcionario José Cañas, lo están llevando al cadalso. Arremeter contra un testigo de cargo de la Fiscalía, como es el señor Pascual, secretario general del Ayuntamiento y funcionario orgánicamente dependiente del Ministerio de Administraciones Públicas, es de una torpeza que sólo se puede entender por el nerviosismo de un político en apuros y más que amortizado en su partido y ante la opinión pública. El “pecado” de Pascual parece ser haber organizado un cualificado “coro” de funcionarios para ir a “cantar” ante López Bernal y dejar listo de papeles a Ramírez. No queda exento de protagonismo el citado letrado por su relación con cierto patrimonio municipal adquirido desde una mercantil, cuya enajenación no era bien vista por Pascual y que, al parecer, ha sido denunciada.
Gentes como este acreditado funcionario resultan molestas para empresarios ¿o especuladores? que, como algunos desde Lorca, pretenden alicatar toda la franja litoral del término municipal a costa de zonas de especial protección medioambiental. Nadie se cree que aspiren a un turismo no residencial en Marina de Cope y Calnegre, tal como proclaman para oídos ingenuos la Cámara de Comercio y la patronal Ceclor, ejemplo de núcleos cerriles, de indocumentados e ignorantes, muy alimentados por la extrema derecha local. Es decir, por el pasado más negro y explotador. Por eso vino Correa en plan redentor para sus compatriotas. Quiere sacarlos del infierno en el que se han metido por la maldita globalización. ¿Por qué aplaudió tanto el alcalde los vivas de Correa al Ché Guevara? Este Jódar me asombra más, cada día, como alcalde de su pueblo.