El pensamiento político básico del actual presidente del Gobierno se recoge hoy en un amplio reportaje publicado en el suplemento dominical de "El País" después de que un muy comentado artículo de análisis del director de "Abc", Zarzalejos, el pasado 2 de julio, pronosticase la próxima victoria electoral por goleada de un Rodríguez Zapatero, tomado en su día por necio desde las filas del PP, tras desactivar a su alternativa mediante una estrategia de exasperación, que ha pasado por la gestión ideológica de la legislatura hasta desfondar y dividir a sus adversarios, y dejarles sin el recurso estratégico de la lucha contra el terrorismo etarra dentro de un discurso demagógico y electoralista.
A juicio de Zarzalejos, el líder del PSOE ha dejado sin iniciativa a la Oposición, aíslada de la sociedad y la política, y achicado su espacio en la realidad española. Los electores más centristas, los que otorgan o imposibilitan la victoria en este país, se han posicionado ya en las encuestas mientras gran parte de los votantes de la derecha hasta prefieren que vuelvan a ganar los socialistas cuando ahora tanto se habla con insistencia de unas elecciones generales anticipadas a marzo del 2007, buscando el "efecto arrastre" en las municipales y autonómicas que se celebren a continuación. Cuando Zapatero se reunió esta semana en Alicante con 4.000 jóvenes universitarios, se podía palpar en el ambiente que estamos ante el líder del momento porque no se detiene a mirar hacia atrás, como suele hacer la estatua de sal en que se ha convertido Rajoy.
La clave de su ventaja actual parece hay que buscarla en que Zapatero ha provocado una auténtica transformación política y ética en España, consiguiendo con eso llevarse por delante las posibilidades de un PP hipotecado por el pasado inmediato y condicionado por un discurso, radical y extremista, que ha espantado a sus electores más moderados y liberales, siempre según "Abc". Este órgano de la derecha más monárquica apunta igualmente las veleidades republicanas de unos sectores del PP, que ya rumian anticipadamente su fracaso sin pensar para nada en un futuro con Rajoy que, ante esa deriva, mira hacia otro lado o es que no se entera.
En el reportaje de "El País", la clave que se da sobre la actual ventaja del presidente del Gobierno sobre sus oponentes, se apoya en que entiende mucho mejor que los otros el tiempo, la sociedad y el país donde vive, y sobre el que gobierna, aunque el mismo Felipe González lo haya llegado a tachar de loco en privado. Por algo aventaja en 20 puntos de valoración ciudadana a Rajoy. Su secreto consiste en seguir un método básico, a partir de la teoría política más clásica y elemental aplicada a nuestra época y situación. No en vano ha sido profesor de esa materia en la Universidad de León durante el poco tiempo en que no ha sido diputado en el Congreso.
Zapatero es un ciudadano normal de una nueva generación de españoles cuya lengua materna es la democracia. Tiene ideas claras, instinto de poder, vida familiar apacible, una pasión por su esposa sólo equiparable a la que tiene por el ejercicio de la política, sabe administrar los tiempos, ni exige, ni limita, ni prohibe, y es arriesgado sin llegar a ser imprudente. Tiene mucha más cercanía a la Opinión Pública que a aquellas opiniones publicadas, que considera muy alejadas de la realidad cotidiana. Pero no por eso insulta o ridiculiza. Usa la palabra porque no sabe ni desea recurrir para nada a la fuerza. Como su batalla es ganar democráticamente la modernización de España, dando mensajes de esperanza, paciencia y valentía democrática, siempre en tono civilizado y reflexivo, como en su día ya empleó Adolfo Suárez, atrae sin mayor esfuerzo el voto centrista, moderado y progresista, y tiene ganadas de calle las próximas elecciones, aparte de por su sentido y práctica paritaria con las mujeres.
Lector empedernido y ávido de periódicos desde siempre, suele dar en sus mítines ideas para titulares al tiempo que destila pensamiento. Sin embargo, o tal vez precisamente por eso, cree que los medios de comunicación convencionales no conectan con las jóvenes generaciones. Diputado más reconocido que conocido en su día por su trabajo discreto pero muy bien hecho, el actual presidente del Gobierno es pacifista y ecologista, y se muestra muy optimista sobre las posibilidades de España. Cree que la democracia de 1978 está hecha para su generación y por eso ahora se empeña en comprometer a los jóvenes más preparados con el futuro político de nuestro país, que crean en lo público, en la política y la democracia. Porque, a su juicio, la fuerza de un proyecto democrático es la transparencia, la deliberación y el debate, y el poder debe tener todos los controles posibles.
La fe democrática que informa todos sus actos le hace trabajar, pensando más en la ciudadanía que en los periodistas porque los medios para los que trabajan también quiere tener poder. Y él se dedica a quitar poder a los que tienen mucho para entregarlo a quienes no tienen ninguno porque el monopolio económico produce efectos negativos. Piensa que aquí deben mandar los ciudadanos con sus votos y dice importarle mucho más ver a la gente felíz y preocuparle cumplir sus compromisos, más que el halago de esos medios de comunicación, frente al mandato de las urnas, para no decepcionar a sus votantes. Para Zapatero, la realidad social es punto de partida y el acuerdo es el punto de llegada. Devolver el poder a la sociedad le da suficiente fuerza y le procura tal apoyo, que dice no tener necesidad de recurrir al control de los medios de comunicación, tal como hicieron sus antecesores. A su juicio, los medios controlados dan satisfacción a los suyos pero carecen de influencia social.
Hombre de convicciones, que une pensamiento democrático y acción de gobierno, tiene intuición y utiliza el sentido común para afrontar los grandes problemas tras evaluar riesgos y medir las consecuencias, sin cálculos electoralistas que todo lo retrasan. Zapatero afirma estar en su cargo para correr esos riesgos y controlar en política los tiempos, y ahora más que nunca por el gran volumen de información. Dice tener por eso, pasión por la política y no por el poder, al contrario de unos medios de comunicación que no aspiran a transformar la sociedad ni desean el cambio que anhelan las nuevas generaciones.
Gobierna rápido y por eso parece que lleva mucho más tiempo en La Moncloa. Le obsesiona la igualdad. Ha legislado también para grandes colectivos sociales y algunas minorías. Como cree que la política tiene una lógica aplastante, nunca ha mantenido una actitud distante, ni afectada ni jerárquica. Su tónica ha sido la normalidad frente al catastrofismo crónico de Rajoy y conectar con el ciudadano a través de la fuerza que da creer en lo que se dice Eso le hizo vencer, primero a Bono en el congreso por el liderazgo del PSOE, y luego al PP las elecciones de 2004. Como ya hemos apuntado, no da importancia a la supuesta influencia de los grandes medios de comunicación y, por tanto, no ve la necersidad de utilizarlos o manipularlos a su favor. La fuerza anteriormente descrita le hace posible conectar con la realidad social sin la intermediación de periodistas y/o editores. (Rajoy los tiene a favor y las encuestas lo hunden como el perdedor).
Como, según Zapatero, lo que se aprende sin estudiar no se olvida aspira, tras dejar La Moncloa , a ejercer como consejero de Estado y luego a contar la verdad sobre el mundo a sus alumnos de Ciencias Políticas. "Hay que aprender a ser presidente del Gobierno y es absurdo en democracia pretender enseñarlo", concluye Zapatero, quien se considera miembro de una generación, política a la fuerza, porque se le ha negado la categoría de ciudadanos al no poder ejercer derechos constitucionales tan importantes como el empleo y la vivienda.