El presidente Valcárcel, más noqueado que nunca ante la falta de un funcionamiento mínimo de San Esteban, un palacio hoy paralizado y en manos de "talentos" políticos de la talla de Ruiz Vivo y Sánchez-Solís, se vió sorprendido por la súbita y oportuna petición de la patronal cartagenera COEC, apoyada por la Cámara de Comercio que controla Ginés Huertas, de introducir la provincialidad de Cartagena en la reforma del Estatuto de Autonomía, que él intuye va a dividir al PP en la Región y va a suponer la puntilla a su triste carrera política. No se equivoca al oponerse a una Cartagena que brille con luz propia al ser cabeza de una provincia con voz.
Ciertamente Valcárcel no da la talla para liderar un proceso de pacto, entendimiento y reparto de poder interno. Y él sabe muy bien de dónde, y de quién, le viene ahora este órdago, sólo para profesionales. Se trata, nada más y nada menos, que de aumentar el Presupuesto del Estado, de ganar dos Diputaciones y de tener más fuerza política en las Cortes al casi doblar nuestro número de parlamentarios en Madrid. Nadie duda de sus ventajas para la Región de Murcia. Sólo el susceptible de perder poder. Es su caso y el de sus amos, y también el de los jefes huertanos que tanto influyen en sus decisiones por proximidad y larga relación de años.
¿Le han abierto Trillo y Zaplana ese frente con la anuencia de Rajoy, al objeto de que quede patente su nivel de incompetencia? Desde Génova 13 le están gritando que se vaya, cumplida y recompensada con creces su "suprema" misión de apuñalar por la espalda, como Bruto, a quien fué su mentor político, Calero, para beneficio directo de los amigos íntimos de la familia de don Federico y del propio Fraga. ¿Se cree Valcárcel un estadista y no ve claro para qué se le ha estado utilizando todo este tiempo por quienes han llegado a darle órdenes, por teléfono a voz en grito, desde despachos próximos, situados al este y suroeste, a San Esteban? Los acontecimientos le han superado y lo han dejado inservible ante el papelón de Murcia región en la prensa europea por la especulación del suelo y el fraude del agua. No sabe ya dónde tiene su mano derecha tras el espantoso y oneroso ridículo que acaba de protagonizar en Londres.
Aparte de Trillo-Zaplana, ha sido la oligarquía cartagenera-pachequera quien le acaba de retirar su apoyo incondicional al plantearle una espinosa cuestión política que Valcárcel no tiene talla para lidiar, por ya acantonado junto a varios mediocres en un regionalismo hidraúlico que no da más de sí, e incapaz, parece, de afrontar el último año de su tercera legislatura sin asistencias orgánico-terapeuticas para poder aguantar el tirón del propio devenir de los acontecimientos ordinarios. ¿Dónde ha estado retirado las dos semanas de las últimas vacaciones de abril? Sus adversarios internos lo saben muy debilitado, y falto de entorno de nivel para salir airoso. Gómez Fayrén se puede caer del cartel en cuanto quieran la SER y "El País". Parece otro desesperado en busca de mejor destino. No acepta que estamos ante un cambio generacional, que le afecta.
El presidente, muy notorio desde el corte de mangas dado a los cartageneristas que le demandaban la provincia un 9 de junio de 1998 ante la Asamblea Regional, está por una Región huertana exclusivamente. En once años al frente de los destinos de esta tierra, no ha puesto en marcha ni siquiera el proceso de comarcalización que ahora esgrime como alternativa a la justa e histórica reivindicación cartagenera. De algo más fácil, los nuevos municipios, no ha querido ni oir hablar. Quienes principalmente le sostienen y manejan, pero no son visibles en el escenario, un ilustre ciudadano de Fortuna y otro no menos ilustre oriundo de Lorca, no quieren tampoco ni oir hablar de una Cartagena con suficiente entidad político-administrativa propia por el pié de igualdad que le procuraría una Diputación Provincial. Ya sería mucho más difícil para ellos dominar un policentrismo con voces propias. Por eso han venido evitando, todos estos años, el debate parlamentario sobre comarcalización las fuerzas murciano-centralistas instaladas en PP, PSRM-PSOE e IURM. La oligarquía cartagenera tampoco estaba unida y con fuerza. Ha tenido que esperar su oportunidad y capitalización gracias a la bonanza capitaneada por Rodrigo Rato.
Pero la entidad económica adquirida por Cartagena y su comarca natural (Hispania, Polaris World, Grupo Huertas Automoción, Grupo Licor 43, General Electric, Repsol, Caja Rural Regional, Alfonso García, Tomás Olivo, Mariano Roca Meroño, Mancomunidad del Taibilla, las cooperativas agrarias, Tomás Maestre, La Manga Club, Cavite, Fuentes, Navantia, los grandes intereses que defiende Andrés Ayala y los que protagonizan la familia Navarro-Valls, lo que significan Trillo y José Luis Mendoza, presidente de la UCAM, lo que prospera alrededor de la Universidad Politécnica...) no se conforma ya con ser capital de una comarca, como pueden serlo con mucho derecho Caravaca de la Cruz, Yecla o Cieza. Ha roto el corsé que le pusieron Pérez Crespo y la Armada a la oligarquía cartagenera en un momento de declive y crisis industrial de la ciudad, un cambio de época y escasas situaciones de poder de los cartageneros tras el fín del franquismo, y que ahora se traduce en reivindicaciones que es obligatorio atender en la coyuntura apropiada e irrepetible de las reformas estatutarias y constitucionales en marcha, para hacer justicia con una ciudad castigada por su beligerancia en el XIX, con el no reconocimiento de su rango de capital de una provincia en 1833, cuando sí lo fueron otras más pequeñas de su entorno como la misma Murcia, Alicante, Almería o Albacete.
El PSRM-PSOE llegó a plantear un referendo en los años 90 pero el ciezano Ramón Ortíz estaba en la trama antiprovincialidad, junto al comunista huertano, Pedro Antonio Ríos porque supondría, tal vez, la desaparición de IU de la Asamblea Regional. La CROEM, dominada por el pasado más triste, se opone frontalmente pero ahora, si persiste, será el final de su burócrata-jefe. Los sindicatos UGT y CCOO, no se sabe bien por qué, no entienden qué se pretende siendo dos provincias. La gaceta local por antonomasia, ve ahí peligrar una hegemonía mediática que no sabe que ya ha perdido por codiciosa en sus intereses económicos y desleal con la opinión pública regional; mucho más con la cartagenera. Además, en Murcia no desean que el litoral sea la provincia de Cartagena, como sería natural. Si, al final, tiene que haber provincia, prefieren pues que sea tierra adentro sin Águilas, ni San Javier ni San Pedro. Y Mazarrón, a regañadientes, procurar que tampoco. Bastante tienen con Cartagena, La Unión y Los Alcázares. Capidisminuidos mejor para que la oligarquía murciana siga controlándolo casi todo sin ruido.
Sin embargo, llegar al final no va a ser fácil. Si Zapatero no lo ve claro, no habrá provincia.Él es la clave política para conseguirlo y el pachequero Pedro Saura, un convencido a favor, el instrumento. Cataluña no ha conseguido cinco provincias nuevas en su reformado Estatuto. Moncloa puede temer que a Cartagena quieran seguirle Vigo, Gijón, Ferrol, Jerez, Algeciras, Antequera, Gandía o Denia, Elche, Játiva, Talavera, Ponferrada, Plasencia, Puertollano, Motril, Calahorra o Lorca. El Senado también tiene algo que decir con esa reforma intermedia de la estructura territorial española. En la Asamblea Regional, Cierva y Celdrán están, por cartageneros insignes, a la fuerza en la "pomada" pero el grueso del Grupo Popular es de la disciplina de Valcárcel. La alcaldesa Barreiro se reserva hasta que llegue su momento pero el Ayuntamiento terminará estando a favor con la ayuda de los socialistas hermanos Alonso. La sociedad cartagenera actuará toda a una, diga lo que diga un Valcárcel ya contra las cuerdas por abandonado de su desodorante. De ahí al arzobispado de Cartagena, un paso de la mano de Navarro-Valls, Trillo y Mendoza. Ahora o nunca la rehabilitación de la catedral románica de Santa María del Mar. Y la vuelta del sucesor de Santiago a la verdadera sede primada de España.
Torre Pacheco, La Unión y Fuente Álamo no se opondrán a cambio de ventajas pactadas. Mazarrón puede hacer lo mismo. Y San Pedro, San Javier y Los Alcázares, se resistirán algo más. La incógnita es Águilas (viven muchos más aguileños en Cartagena que en Murcia) por estar en la orbita de Lorca. Valcárcel no la soltará con facilidad si los límites de la nueva provincia no deben coincidir a la fuerza con los del litoral. Existen demasiados negocios inmobiliarios a la vista como para soltar ese municipio. Y la moneda de cambio puede ser el Mar Menor, por su ya inferior potencialidad y saturación claras. Menudo año queda por delante. Y al primer mártir de la causa, Carlos Martínez, habrá que ir pensando cómo reconocerle su atrevimiento del otro día en la Politécnica al retar públicamente a Valcárcel. Él sabía muy bien lo que hacía al abrir "fuego" a sabiendas de que iba a pasar la noche en la Comisaría de Policía. (EA)