Las palabras que han trascendido de
Miguel Ángel Heredia en una reunión de su partido han provocado un
escándalo tan monumental que los sanchistas, como se ve, piden el cese
del que las pronunció, su cabeza, dice el periódico en tonos bíblicos, con una foto muy apropiada.
El
motivo manifiesto del escándalo parece ser el insulto a Margarita
Robles. Pero es claro que solo es tal para las sensibilidades al norte
de Despeñaperros; al sur, hijaputa no es un insulto sino una
expresión coloquial y hasta cariñosa. Y es verdad. La propia Robles no
ha tenido inconveniente en fotografiarse con Heredia para subrayar que
así lo entiende. Perfecto. No hay inconveniente. Y quienes "piden la
cabeza" de Heredia por esta fruslería se pasan veinte Salomés.
Pero
es que no acaba ahí la cosa. El señor Heredia también explicó con lujo
de detalles cuáles fueron los motivos reales de los golpistas del 1º de
octubre. Lo hizo, además, metiéndose en un lío al involucrar a Toxo, el
de Comisiones Obreras, como fuente de información. Esto tampoco tiene
mayor importancia. Como lo de hijaputa es una forma de ser: la de fanfarronear, darse pote. "A mí me llama Fulano o Zutano". A Mí, ya se sabe.
Lo
grueso es la confesión de motivaciones del golpe en sí misma. Aunque
todo el mundo lo sabía, nadie había reconocido públicamente que Sánchez
fue defenestrado preventivamente, no por lo que hubiera hecho
sino por lo que se suponía que quería hacer. Nada menos que complotar
con los enemigos del socialismo y de España. Fue defenestrado por
sospechas. Y ¿quién lo hizo? Pues la oligarquía de la organización, nos
recuerda el señor Michels, el cogollo de quienes detentan el poder en
las diversas instancias y órganos del partido. Técnicamente, es un golpe
oligárquico. Políticamente, tiene muchos precedentes, desde los treinta
tiranos de Atenas (en esta caso, diecisiete) hasta el golpe de Casado
al final de la IIª República.
Ese
golpe oligárquico parece ser el que ha levantado la rebelión de la
militancia, en defensa del defenestrado, que había sido elegido en
primarias. Una rebelión que trunca los planes de los oligarcas porque
los conjurados contra César traían una cesarina en las filos de sus
puñales y creían que, consumado el crimen, ni primarias harían falta.
Díaz sería proclamada SG de modo caudillista. La caudilla que venía a
coser el PSOE que ella misma había rasgado.
No
es por el exabrupto, no por la fanfarronería, por lo que Heredia debe
dimitir, sino por la paladina confesión de una innoble maniobra preventiva de carácter oligárquico, al servicio de una orientación política contraria a la defendida por el partido y la militancia.
Y la cesarina dar cumplidas explicaciones.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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