domingo, 20 de diciembre de 2009

Ángel Haro constata la corrupción moral en Cultura y desvela un gran fraude en Murcia

MURCIA.- Habla sentado Ángel Haro (Valencia, 1958) en su trono particular, un antiguo y señorial sillón de barbero que ha situado junto a la pequeña chimenea de hierro con la que intenta calentar su gigantesco estudio. Habla con 'La Verdad' con una copa de vino tinto en la mano, con firmeza, encantado con su participación en el 'Cuento de Navidad' recién estrenado por La Ferroviaria.

-Se le ve a usted contento.
-Lo normal: Paco Maciá ha dirigido con La Ferroviaria un 'Cuento de Navidad' de Dickens que me parece realmente una maravilla, y cuya escenografía he tenido la suerte de hacer; y, también, ver que los ciudadanos de Murcia hemos sido capaces de movilizarnos en un tema como el de los restos árabes de San Esteban te permite respirar un poco y tener un poco de esperanza en poder recuperar el protagonismo que nos corresponde, y al que renunciamos cada vez más y casi siempre en favor de los políticos.

-Usted, junto a la escritora Lola López Mondéjar y al arquitecto Juan Antonio Sánchez Morales, impulsó un manifiesto de artistas e intelectuales que pedían que «todo el material arqueológico permaneciera en su emplazamiento original». Misión cumplida.
-Nuestro papel fue muy pequeñito, el mérito es de los ciudadanos, que parecen haber recuperado el orgullo de serlo. Sepa que no hay muchos artistas en esta Región que estén dispuestos a 'mojarse', no vaya a ser que molesten al poder.

-Ellos sabrán, ¿no?
-Me hacen gracia esos artistas supuestamente muy comprometidos, muy anticapitalistas, antiglobalización, antiviolencia, muy implicados con el feminismo y tal, y que en cuanto tienen un problema cercano salen corriendo, son los que más se callan y los que más miran para otro lado. En fin...

-¿Esperaba que al final se decidiera no hacer el parking para poder custodiar y potenciar mejor el yacimiento?
-Aquí había dos debates. Uno empresarial: parking sí o parking no, que en mi caso particular estaba claro. Yo no estoy en contra de que se haga un parking, para nada, lo que pasa es que el de San Esteban ha tenido la fatalidad de estar previsto en un lugar donde han aparecido unos vestigios, que yo no voy a valorar con detalle porque no soy un experto, pero que es fácil entender que son de enorme interés. A mí lo que me alegra es que en esta Murcia nuestra, donde es verdad que somos muy indolentes, incluso con nuestras propias cosas, por una vez veo un atisbo de madurez, en el sentido de que una sociedad madura es aquella que defiende su patrimonio y su memoria; y por ahí tiene que ir el debate, sobre todo en un momento en el que se nos está empezando a querer imponer una especie de debate bastardo sobre nuestra identidad, qué somos y qué no somos. Y, sinceramente, si solamente somos la borrachera del Bando de la Huerta, la verdad es que no merece la pena ser murciano. Nuestra identidad como Región está también debajo de nuestros pies.

-¿Qué le ha causado asombro?
-Me ha asombrado en todo este debate, por ejemplo, la falta de opinión, o la forma de mirar para otro lado, de instituciones que se deberían haber pronunciado sobre el yacimiento porque se supone que tienen la obligación de velar responsablemente por nuestro patrimonio cultural. Me refiero a las dos academias existentes, la Academia Alfonso X el Sabio y la Real Academia de Bellas Artes Santa María de la Arrixaca, y por supuesto a la Universidad de Murcia. Tenían que tener opinión, a favor o en contra pero tener opinión, qué menos. Me parece terrible que una Academia como la de Alfonso X el Sabio no diga nada sobre algo que afecta directamente a la Historia de Murcia, que se supone que es clave en los intereses de esta institución.

-¿Cree usted que el movimiento ciudadano se ha movido por intereses políticos?
-Yo lo que he visto ha sido un movimiento de sensibilidad instintiva, por decirlo de alguna manera. La mayoría de la gente que nos hemos movido en este tema no somos expertos, pero tenemos sensibilidad e instinto, y afortunadamente el instinto todavía va, a veces, por delante de la razón.

-¿Qué opina del comportamiento
de la clase política? Finalmente el presidente Valcárcel (PP) se comportó con rotundidad anunciando máxima prioridad para el yacimiento.
-Así es, y acertó. Pero está claro que la clase política, en general, funciona últimamente como las emisoras de radio o las cadenas de televisión: el 'share' es lo fundamental. Si hay audiencia se mueven en un sentido, y si no la hay se mueven en otro. No creo que existan ya esos partidos políticos que tenían una opinión que mantenían por convicción. Cambian de opinión rápidamente e incluso niegan haber tenido otra que la que les interesa decir que tienen en cada momento. Creo que tenemos que acostumbrarnos a la esquizofrenia de la política; a la esquizofrenia y al cinismo.

-La concejal de Cultura de Murcia, Fátima Barnuevo, ha dicho que la apuesta por el yacimiento de San Esteban dará un gran impulso a la candidatura de Murcia para poder ser Capital Europea de la Cultura. Las cosas que hay que oír.
-Increíble. Murcia ciudad no ha hecho ni de lejos sus deberes, y la Consejería de Cultura, a pesar de los supuestos grandes eventos culturales de los que presume, tampoco. Murcia no tiene hoy, para nada, un peso específico que la haga merecedora de ser Capital Europea de la Cultura.

-2010 es el año de la celebración, en Murcia y Cartagena, de Manifesta 8, la itinerante bienal europea de arte contemporáneo (la dirige Hedwig Fijen) en la que la Consejería de Cultura invertirá más de tres millones de euros. ¿La espera usted con expectación?
-No creo que en la Región haya ninguna expectación, y personalmente no tengo mucha curiosidad porque yo sufrí ya una Manifesta en San Sebastián (en 2004) y sé lo poco que supuso para la ciudad y no digamos ya para el mundo del arte. Yo me encontraba allí trabajando en una ópera, junto a Paco Rabanne, y nos cayó Manifesta encima. No sólo no aportó nada, sino que esa aportación nula costó también mucho dinero.

-¿No ve movimiento entre los creadores murcianos?
-No veo ningún movimiento, pero me imagino que el artista al que llamen para ofrecerle algún 'proyectillo' algo se moverá. A los responsables de Manifesta no creo que les interese nada lo que pensamos aquí.

-¿Sigue creyendo que Manifesta 8 será «una bobada carísima»?
-Mejor que una bobada carísima, otra bobada carísima, porque empezamos a acostumbrarnos a que así sea siempre. Ya vamos teniendo callo en esto. Le pagamos un dineral a señores como Carlos Urroz y a unos comisarios de exposiciones -(se refiere Haro a Nicolas Bourriaud, el peruano Jota Castro, el mexicano Cuauhtémoc Medina...)- que están ganando mucho dinero gracias a Murcia y a los que Cultura deja que hagan lo que quieran. Estos de Manifesta 8, lo que le darán a algún artista murciano que elijan es una migajita para disimular, que no se equivoque la gente. El dinero público se va a invertir en cuestiones que no van a beneficiar para nada a la estructura artística y cultural de Murcia y Cartagena. Y tampoco veo a cientos de miles de personas viniendo a visitarnos porque aquí se celebre Manifesta 8, no seamos ilusos.

-¿Cree que nos cae encima como un platillo volador?
-Sí, Manifesta 8 es un ovni que llega, aterrizará sobre Murcia y Cartagena, lo quemará todo y se irá. Y los demás nos quedaremos aquí a recomponer los desechos y a esperar a que llegue otro ovni.

Donde dije digo o la tragicomedia de San Esteban / César Oliva *

La sociedad murciana ha asistido estupefacta a una ceremonia de la confusión que bien podríamos calificarla de tragicomedia. O sea, ni tragedia ni comedia; una cosa «intermedia», que decía Plauto por boca de Mercurio. Me refiero, cómo no, a la constatación de otra Murcia enterrada entre el Palacio de San Esteban y el Corte Inglés, en cuyos terrenos se pretendía construir un aparcamiento subterráneo.

Dicha tragicomedia ha contado con sus elementos constitutivos básicos, es decir, escenas de horror, escenas de comicidad, paradojas, desencuentros, siempre protagonizadas por una serie de figuras cada cual más representativa del caso. Y, por no faltar detalle, hasta la farsa ha tenido hueco en ese gran teatro del mundo ofrecido con todo rigor en el escenario sin par de unas excavaciones.

Un director general, un consejero, un profesor universitario y el coro, formado por cierta plataforma ciudadana que suplicaba a los dioses un remedio para el desaguisado que se cocía en los pasillos de palacio. También, como verán los señores espectadores, no ha faltado la figura del deus ex machina que ha colocado a todos en su sitio, como moderno y populista Zeus.

El director general es la figura trágica de la representación. Astutamente elevado al puesto de protagonista por un astuto consejero, que quizás se olía que la historia podía acabar de manera distinta a la prevista, carga sobre sus espaldas con el peso del destino en forma de responsabilidad. Ha sido la punta de lanza, la cabeza de turco, el kamikaze impuesto por sus superiores en ese punto crucial de la historia.

Y lo que ha representado ha sido penoso: el papel del dirigente que prefiere el mercantilismo del negocio a la probabilidad del tesoro escondido. Antes creyó que vio. Creyó que lo que había debajo de unos hippies comerciantes no valía nada o casi nada. Sin ver. Sin comprobar. Y autorizó la pala. Y el pueblo se rebeló. Bueno, el pueblo no; el coro. Una serie de personas que aprovecharon la circunstancia para demostrar la vacuidad de una tendenciosa política de conservación del pasado histórico.

-¡Oh, Enrique, mira a tu alrededor! ¡No consientas que la Generala haga de las suyas! ¡Evita lo que se puede evitar…!

Y el director no lo evitó. Los medios de comunicación pueden demostrar con un simple rebobine aquellas sus palabras con las que preludiaba la tragedia.

Sin embargo, y ésta es la originalidad de la historia, la representación pronto adquirió tono de comedia. De comedia de las equivocaciones, como diría el genio de Stradford. El sino quiso que el segundo personaje que entra en escena, el consejero, apoyara la demolición con un monólogo sin desperdicio. El monólogo de la descalificación del coro, del desprecio por lo que el populacho pretendía defender con un original ¡cuán gritan esos malditos!

Y el puñetero destino quiso que, tras esa lucida intervención, viajara hacia la capital de la modernidad, para inyectarse nuevas dosis de hepatoplasma que aplicar al perullo pueblo suyo tan necesitado de cultura. Cuando en la cafetería del Plaza bebía unos martinis, al tiempo que miraba el impresionante atardecer otoñal de Central Park, pensaba: «¡Pobre locos! ¡Para asaltar torreones, cuatro esquizofrénicos son pocos! ¡Hacen falta más quiñones!». El pobre no sabía que al mismo tiempo, quizás antes, una peripecia iba a truncar su desplante.

Porque, señores espectadores, justo cuando la pala obediente a las órdenes del director general, justo cuando el consejero se alejaba de la tragedia para configurar su comedia grotesca, el deus ex machina habló. Habló desde la distancia de la Alemania conservadora. Y advirtió que algo olía a podrido en San Esteban. Y cortó por lo sano. Bastaron sus palabras para que todos afirmaran que donde dijeron digo, decían Diego. Se mascó la tragedia con ese giro inesperado. El debate concluyó y, con él, los culos quedaron al aire, como en las mejores comedias de Aristófanes.

Pero nos hemos olvidado de un papel que también tuvo su peso en la historia. Me refiero al profesor Del Toro. Comparado con Indiana Jones por una irónica periodista, reconoció sus limitaciones protagonísticas. Mas su presencia cierra la historia en clave de farsa. Vilipendiado por sus colegas, blandió la espada del populismo y el esperpento. Como nuevo Capitán Matamoros, es decir, pura commedia dell'arte, sus bigotes inhiestos enfilaron sus puntas hacia el poder injusto. Chilló, argumentó, saltó, grabó, dio clases ante las ruinas, volvió a chillar, volvió a argumentar…

Finalmente, los hechos le dieron la razón. Elevado a los altares por un público dado a los aspavientos de la telenovela, sus colegas no han dudado en mostrar un disgusto académico tan razonable como frío. El alma mater se dividió entre si los que tenían que pronunciarse eran galgos o eran podencos. Pero ahí queda él, con su látigo dialéctico, como ejemplo de una demagogia permitida por la pésima política cultural que sufre esta región.

¡Qué país!

(*) Catedrático de la Universidad de Murcia
www.laverdad.es

El Ayuntamiento de Cartagena suspenderá la recalificación de Zincsa por sus incumplimientos

CARTAGENA.- El Ayuntamiento de Cartagena, de acuerdo con todos los grupos municipales y con el comité de empresa, iniciará este lunes los trámites para suspender la recalificación de los terrenos donde estaba ubicada la empresa Española del Zinc, según informaron fuentes municipales.

Esta suspensión la han solicitado los trabajadores de la antigua fábrica a los portavoces de los Grupos municipales por considerar que no se cumple lo estipulado en el convenio urbanístico aprobado por unanimidad en el año 2006.

La recalificación fue aprobada en su momento para garantizar el futuro de la plantilla de Zincsa mediante su recolocación en un nuevo proyecto industrial emprendido por la empresa o garantizando el cobro de sus indemnizaciones.

Los trabajadores consideran que la dirección de Española del Zinc no ha cumplido ninguna de éstas estipulaciones y por lo tanto quieren la suspensión del proceso urbanístico puesto en marcha en su día.

La Región de Murcia lidera la producción acuícola nacional de pescado

CARTAGENA.- La Región de Murcia lidera la producción acuícola nacional de pescado, con una producción que el pasado año alcanzó las 9.584 toneladas, y que en los últimos años ha ido diversificando introduciendo nuevas especies, como la corvina, ante el descenso progresivo del contingente de atún rojo autorizado por la Unión Europea, según explicó el director general de Ganadería y Pesca, Adolfo Falagán.

En este sentido, explicó que en quince años el valor de la producción acuícola regional aumentó un 2.678 por ciento, al pasar de 2,7 millones de euros en 1993 a 60,3 millones de euros en 2008. Por su parte, la producción creció un 2.065 por ciento en los últimos tres lustros, con 345 toneladas en 1993 frente a las 9.584 toneladas del pasado año.

Falagán, quien subrayó que estas cifras colocan a la Región de Murcia como "una potencia" en la producción acuícola de peces, explicó que esta industria comenzó centrándose principalmente en la lubina y la dorada. De hecho, en 1993 eran las dos únicas especies que se producían.

En 1996 se inició el cultivo del atún rojo, con 77 toneladas, para en dos años convertirse en la principal producción de la Región, llegando a las 4.715 toneladas en 2002 y a las 6.079 toneladas en 2004. Sin embargo, debido a la reducción del contingente impuesta a nivel mundial, la producción se ha ido reduciendo paulatinamente en la Región de Murcia.

De hecho, en 2008 en la Región se produjeron 2.120 toneladas de atún rojo, frente a las 2.546,9 toneladas del año anterior. No obstante, Falagán indicó que, pese a la disminución del cupo, Murcia sigue siendo líder en la producción de atún rojo, que prácticamente en su totalidad exporta a Japón.

Para 2010 España tendrá una cuota de atún rojo cercana a las 2.523 toneladas -frente a las 4.116 toneladas de 2009-, como consecuencia del acuerdo alcanzado por la Comisión Internacional para la Conservación de Atunes del Atlántico (CICAA) o ICCAT (siglas en inglés) para recortar el 40 por ciento las capturas de esa especie en el Atlántico oriental y Mediterráneo, ante la situación crítica de ese recurso.

Por ello, se ha diversificado la producción acuícola regional, incrementando las toneladas de especies consolidadas como la dorada y la lubina, que principalmente se destinan al mercado Europeo y a las grandes superficies españolas, pero también apostando por nuevas especies como la corvina.

Y es que, detalló Falagán, la corvina "ha pasado ya su período experimental y se está comenzando a producir a pequeña escala" (unas 100 toneladas anuales), pero "creemos que tiene mucho futuro, por su sabor y porque, aunque es similar a la dorada, tiene poca espina".

Respecto a las previsiones para este año, Falagán comentó que "este año ha habido precios muy bajos de la dorada, las empresas se están quejando y esto va a afectar, pero el atún rojo y la lubina se han mantenido, por lo que esperamos que se superen los 50 millones de euros en el valor de lo producido", lo que supondría un descenso respecto a los 60,3 millones de euros que alcanzó la producción de 2008.

En la Región de Murcia hay 12 instalaciones acuícolas activas en el litoral, todas ellas en los polígonos de cultivo marino que hay en El Gorguel y San Pedro del Pinatar, salvo una, que estaba en El Hornillo (Águilas) y se alejó seis millas de la costa para evitar el impacto medioambiental.