El mejor equipo de Gobierno de
la Región de Murcia, según el presidente que lo nombró, va a ser
remodelado, y es que no hay nada perfecto. Impulso político a un año de
las elecciones, recomposición funcional y puesta a punto con objetivos
claros y directos después del lifting operado en el partido.
Este es el
pretexto de la recomposición. Pero quien ha de diseñarla no suelta
prenda, y tanto es así que algunos de los consejeros que el pasado
miércoles se sentaron en la reunión semanal del Consejo lo hicieron con
el culo apretado. Y esto aunque resulte que Fernando López Miras sea un
jefe que, lejos de avivar la tensión, convierte toda situación incómoda
en un concierto de Vivaldi en que se toca la parte de la Primavera.
Tranquilos, no pasa nada.
Incluso envió un mensaje contradictorio:
«Tenga plena confianza en cada uno de mis consejeros». Entonces, ¿por
qué una remodelación? El consejero ausente, tal vez el más inquietado,
estaba en Brasil, en el Foro Mundial del Agua (regresa hoy), y llamó al
presidente para preguntarle si era cierto lo que los mentideros
auguraban sobre él, es decir, su relevo, un gesto naif muy propio de
Francisco Jódar, tantos años en política y todavía como inédito.
La
frase de López Miras relativa a que mantiene plena confianza en los
miembros de su equipo llevó a algunos a pensar que se había echado
atrás, tras haber sugerido implícitamente que los cambios en el partido
irían seguidos de una profunda reestructuración de su Gobierno, algo
lógico, por lo demás, pues carecería de sentido deshollinar la casa si
no es para que la disfruten las visitas.
Habrá remodelación, pero al
ritmo de López Miras. Quienes empiezan a conocerlo aseguran que no actúa
bajo presión, sino que se toma su tiempo. Tanto, que el pasado
miércoles invitó a sus consejeros (los actuales, claro) a una comida
durante las Fiestas de Primavera de Murcia, se supone que en una barraca
huertana. O sea, que hasta después de la quema de la sardina no habrá
portada, pues estos quince días que vienen son para los santos, primero,
y para los pecadores, después.
No
hay fuentes, sino canales de retroalimentación de las más diversas
ocurrencias. Por tanto, conviene sacar del armario la bola de cristal,
imponer las manos sobre ella y esperar que el mismo espíritu que nos
inspiró el pasado domingo al suponer que Quino Segado se haría a un
lado, en la Autoridad Portuaria, para dejar paso a Noelia Arroyo hacia
el cartel de la candidatura a la alcaldía de Cartagena, nos inspire para
adelantar el alcance de una remodelación gubernamental en que se
combine la impresión de un cambio político importante con la continuidad
de los consejeros del Gobierno original de López Miras.
Atendamos
al manual más elemental. Desaparece una Consejería y se crea otra. El
puzle que dirige Javier Celdrán se centrifugaría: Cultura, a Educación o
Presidencia, desprendida ésta para el caso de Fomento; Turismo, a
Desarrollo Económico, y Medio Ambiente, a Agricultura. Es decir,
desaparecería la Consejería de Celdrán y se partiría en dos la de Pedro
Rivera.
Éste podría concentrar Presidencia y Cultura (el último epígrafe
para compensar en lo público la actividad interna del primero). Jódar
saldría del Gobierno (tiene el colchón de la Asamblea, pues es diputado,
además de flamante vicepresidente del PP), para que se promocione
Miguel Ángel del Amor, director general de Agua, que es quien en
realidad lleva la Consejería.
Celdrán se trasladaría a Desarrollo
Económico, un espacio a su medida, desplazando a Juan Hernández, quien
saldría del Gobierno para aterrizar casi de inmediato en la secretaría
general de la Cámara de Comercio de Murcia, de la que se jubilará
Enrique Torres a la conclusión del actual proceso electoral.
Y a primera
vista, poco más, que no es poco, a falta de quién podría entrar en
Fomento, si no es que Hernández fuera rescatado para ese departamento,
suspendiendo su supuesto acuerdo con José María Albarracín, presidente
de CROEM y factótum de los cambios en la Cámara, que le habría ofrecido
la mentada pasarela.
Adela Martínez Cachá, que ha sido señalada como una
pieza móvil, permanecería en su lugar, aunque pide a gritos que le
cambien al director de Deportes o, si no es factible, se lleven ese
departamento a otro lugar.
En resumen, la remodelación se presenta
como un cambio en la estructura del Gobierno antes que de sus agentes.
Por cierto, con el desembaste de esas extrañas Consejerías (Cultura y
Medio Ambiente, Presidencia y Fomento) que ingenió el presidente a su
llegada. Es lo que dice la bola de cristal, o sea, el instinto, porque
fuentes solo hay una, y permanece en modo Rodin.
(*) Columnista
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2018/03/23/manual-remodelacion/907999.html
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