Las revoluciones solo revelan su lógica y su ritmo post festum.
Mientras están siendo muchas veces resultan desconcertantes,
contradictorias, repletas de disensiones y discordias. Recuérdese la
advertencia de Marx: los seres humanos hacen la historia, pero no en
cualesquiera condiciones sino en las que les son impuestas. En el caso
español, además no son solo filosóficamente impuestas, sino también
política, jurídica, coactiva, violentamente impuestas.
Estas
confusiones impactan en el ánimo de la gente del movimiento indepe, en
muchos casos negativamente y generando desánimo. La parte final del
discurso de Riera ayer, dando por acabado el "procés" y pasando a la
oposición, podría leerse como una ruptura de la unidad independentista.
Esa es la piedra de toque de la situación. Si la unidad se rompe, se
acaba el procés y la independencia y la república.
Y el responsable de
esa ruptura probablemente caiga en el ostracismo electoral. Pero, ¿se
ha roto esa unidad? Riera deja claro que su presidente es Puigdemont o
en quien él delegue, pudiendo delegar. Eso no es romper unidad alguna
sino sostener una visión rupturista no interna sino externa al proceso.
Algo legítimo. Como legítima es la propuesta de JxC y ERC de proclamar
un gobierno "efectivo" que Palinuro calificó de "fabiana".
Esta
discrepancia atiende a muchos factores. También los personales, como es
lógico. Hay participantes en el proceso que se enfrentan a
circunstancias procesales difíciles. Y, por supuesto, están antes los
presos y exiliados políticos. Todo lo cual merece ser atendido. Desde
luego, el proceso revolucionario se hace con perspectiva histórica pero
no al extremo de pasar por encima de los individuos como un Moloch.
También son lógicos los escrúpulos respecto a la base demográfica del
independentismo, aunque inútiles porque esta solo puede ampliarse ahora
mismo a base de alianzas que desdibujarán el objetivo último, por
decirlo suavemente.
Por
lo demás, la incertidumbre y la prolongación van en favor del
independentismo dado que el unionismo está condenado a la inoperancia
por falta de quórum. De ahí que el gobierno español esté urgido de que
haya un govern catalán pero, a la vez, boicotea su formación por
no dar su brazo a torcer. Concede así una baza a su adversario que puede
explicar al mundo cómo el independentismo lleva ya tres candidatos
propuestos y los tres han sido vetados por el Estado y sus tribunales en
contradicción con el principio de representación democrática.
Esta
inoperancia del unionismo se ha puesto de manifiesto en el veloz
intercambio de los dos últimos días. Como si quisiera dar la razón a
Riera cuando dice que la pretensión del Estado es gobernar Cataluña a
golpe de tribunales, apenas se mencionó el nombre de Turull, Llarena
anunció que iba a citar a los procesados en esa curiosa causa que
instruye medio en secreto medio en público, con amenaza de encarcelar a
Turull. Esto provocó la convocatoria relámpago de ayer en que la CUP se
abstuvo. Torrent anunció acto seguido la convocatoria del pleno para
segunda vuelta mañana sábado a las 10 de mañana.
Es lo que los ingleses llaman biting the bullet, y
traduciríamos como "jugándosela". Hoy Llarena tendrá que decidir si
encarcela a los seis peligrosos rebeldes catalanes, entre ellos a Turull
o si los deja en libertad provisional. Si los encarcela se probará que
se pretende gobernar el Parlament desde los tribunales españoles.
A ello podrá el independentismo responder con la ruptura (proponiendo a
Puigdemont) como pide la CUP o acatando el marco estatutario.
Así sería
en todo caso si el juez decide dejarlos en libertad. Libertad
provisional, condicionada, a plazo fijo. Justo hasta el momento en que
el gobierno pretenda poner en marcha el mandato republicano que recibió
el 1-O y el 21 de diciembre. A ese punto de ruptura llevan
indefectiblemente las dos vías, quizá con una diferencia de breve
tiempo.
La
conclusión será la misma, haga el independentismo lo que haga, porque
las condiciones las impone su enemigo. Solo un aspecto, aparentemente
anodino, estorba los planes de este último: al haberse producido la
votación, comienza la cuenta atrás de los dos meses para las nuevas
elecciones si no se forma govern.
Y en ese horizonte de
elecciones nos lo jugamos todo. Al margen de cómo se organice la vida
institucional en la Generalitat, cuestión de bastante relieve, las
elecciones plantean desde ya la opción entre lista de país o listas
diferenciadas. Teniendo en cuenta que estas últimas nos han traído hasta
aquí, ¿qué tal si probamos con la primera?
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario