Después de la
Segunda Guerra Mundial se había convertido en un valor universal de
las democracias respetar los intercambios comerciales.
Desaparecían las maquinaciones con el tipo de cambio y las barreras a
las transacciones de mercancías y servicios. Los EEUU se
postularon como garantes del compromiso y la OMC se erigió en el
guardián de la libertad de comercio; ni devaluaciones
competitivas ni proteccionismo declarado o encubierto.
En
2016 durante la campaña electoral para la presidencia de los EEUU, el
candidato Trump descubrió sus cartas y lanzó las primeras amenazas:
“American First”. El mensaje recibió una cálida acogida por parte del
electorado que obligaría a la otra candidata, Hillary Clinton, a
rechazar el Acuerdo Trans-Pacifico.
El internacionalismo venia coincidiendo con una bajada de los salarios
entre los trabajadores de los EEUU.
La competencia comercial por parte de China y también de la Unión
Europea, Alemania como protagonista destacado, reunían todas las
papeletas para ser acusados de depredadores despiadados del bienestar
americano. Solo una guerra comercial protagonizada esta vez por los EEUU
permitiría recuperar la prosperidad para el pueblo desprotegido.
¡Guerra comercial! Una mala noticia para el mundo y también para
España. En efecto el comercio exterior se ha convertido en los últimos
años en el acelerador más dinámico de nuestro crecimiento económico. Un
signo positivo de la balanza de bienes y servicios y un excedente de la
balanza de pagos por cuenta corriente del orden del 1,5-2% del PIB. Dos
credenciales que confirman una posición de solvencia y que han permitido
rebajar la prima de riesgo para colocar la deuda española en los
mercados financieros.
Efectos sobre comercio exterior
Las cifras del comercio exterior del mes de enero de 2018 confirman
la buena marcha de las exportaciones, con un avance interanual del 6,5%
sobre enero de 2017. Entre esas mismas fechas las importaciones han
avanzado incluso a un ritmo superior: un incremento interanual del 8,9%.
La demanda doméstica está tirando de las compras en el exterior
mientras crecían los precios del barril del petróleo y la cobertura
exportación/importación bajaba hasta el 85,3%.
Más allá de las cifras de un solo mes las exportaciones españolas en
los últimos 12 meses crecieron un 8,1% lo que ha permitido que la tasa
de cobertura se sitúe en el nivel de 91,6%. Se mantiene el superávit
comercial con UE en enero que también se repite con la eurozona aunque
en este último caso el excedente ha registrado una ligera caída.
La UE sigue siendo nuestro principal cliente con un 68% del total de
las ventas españolas al resto del mundo. Los intercambios
extracomunitarios, por el contrario, el 32% restante, siguen siendo los
principales responsables del déficit comercial. En enero, ese déficit
con los países extra comunitarios creció en un 15,4% hasta los 5.663
millones de euros (4.906 millones en enero de 2017). Un déficit – cuyo
principal actor no es otro que los países del extremo oriente asiático –
muy superior a los 3.935 millones de euros que ha registrado el déficit
comercial de España en enero de 2017.
La guerra comercial decretada por los EEUU avanza con paso firme. El
acero y el aluminio han sido la primera advertencia. Ahora los
automóviles parecen estar en un punto de mira. Las cifras del comercio
exterior de los EEUU para 2017 mostraron una aceleración de su déficit
con el resto del mundo: un 12,13% superior al de 2016.
Las exportaciones de los EEUU crecieron un 5,5% durante el pasado año
mientras las importaciones avanzaron un 6,7%. La balanza de servicios
de los EEUU mantiene, por su parte, una evolución positiva aunque la
suma de bienes y servicios sigue siendo deficitaria y en consecuencia la
balanza de pagos por cuenta corriente está en negativo con un valor
equivalente al 2,1% del PIB.
Una balanza de pagos negativa, un déficit creciente de las
administraciones publicas que sumados no van a poder ser contrarrestados
por ese encarecimiento del 0,25% en el coste del dinero que ha
decretado la Reserva Federal. Demasiadas incertidumbres para el futuro
de la balanza de pagos, los precios de las importaciones y la propia
cotización del dólar.
Los EEUU son nuestro séptimo cliente, un cliente que acaba de elevar
los derechos arancelarios para la aceituna de mesa y que esgrime la
amenaza de penalizar la importación de los automóviles. Un renglón en el
que enero/noviembre de 2017 (cifras oficiales de los EEUU) España
alcanzó una venta de 140.400 millones de dólares. Frente a este panorama
negativo la economía mundial está registrando un fuerte crecimiento que
incluye a la UE y a la eurozona, es decir a nuestros principales
clientes.
(*) Economista del Estado
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