martes, 28 de noviembre de 2017

Letizia peregrina recatada y abrigada en Caravaca de la Cruz en su primera visita como reina al Jubileo local


CARAVACA DE LA CRUZ.- Los Reyes Felipe y Letizia han viajado hoy a Caravaca de la Cruz con motivo del Año Jubilar 2017 de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca. A su llegada han sido recibidos por un numeroso grupo de escolares, con los que la Reina se ha detenido especialmente, mostrándose cariñosa y cercana. Como siempre, su aspecto ha sido objeto de análisis y detalle, según la crónica de urgencia de la revista Semana

Doña Letizia ha rescatado un conjunto ya conocido de su armario, compuesto de vestido y
abrigo en lana gris, de Carolina Herrera.  Lo estrenó hace un año en su Visita de Estado a Portugal, en concreto para asistir a la Asamblea Nacional. Después se lo puso otra vez en un acto en Valencia. Es uno de sus modelos más alabados y elegantes.
Los Reyes han iniciado su recorrido en la Real Basílica-Santuario de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca y han visto la exposición “Signum, la gloria del renacimiento en el reino de Murcia”,  alojada en la antigua Iglesia de la Compañía de Jesús. Es ahí donde se ha apreciado un lógico recogimiento por encontrarse en un templo, y en particular la actitud más recatada de Letizia. 
La Cruz de Caravaca es un “lignum crucis”, un trozo de madera perteneciente al madero en que murió Jesús de Nazaret. Se conserva en un precioso relicario en forma de cruz de doble brazo horizontal y uno vertical. Es una cruz oriental que, según la tradición histórica, perteneció al patriarca de Jerusalén y fue descubierta en el Siglo IV por Constantino (335-347) o por su madre Santa Elena y de la que se hicieron tres partes, siendo entregada la primera al patriarca de Jerusalén y traídas las dos restantes a Constantinopla y Roma. 
Hoy los Reyes han podido besar ese importante relicario, y lo han hecho con la mayor devoción. Para ganar las indulgencias plenarias, el peregrino debe participar en una celebración en la Basílica Menor-Santuario de la Vera Cruz y recibir confesión y comunión.
El 9 de enero de 1998, Juan Pablo II concedió a la ciudad de Caravaca de la Cruz la concesión de la celebración de un Año Jubilar a Perpetuidad en torno a la devoción a la Vera Cruz, a celebrar cada siete años, sumándose a los otros jubileos que se celebran también a perpetuidad en Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana.

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