Las tribulaciones de los socialistas
europeos incitan a hablar de "crisis de la socialdemocracia", término
que, a la luz de los últimos cincuenta años, no tiene un significado
nítido. Los más informados la consideran parte de la "crisis europea" y
en ella quedan por despejar cuatro incógnitas ante de pintar un cuadro
tan incomprensible como el original.
La
primera, la suerte que deparan los hados en las inmediatas primarias
del PSOE el 21 de mayo. La segunda, las elecciones británicas de 8 de
junio, en donde Jeremy Corbyn, del Partido Laborista, ya anuncia que,
sea cual sea el resultado, no dimitirá. Debe de haberse hispanizado. La
tercera, las legislativas francesas de 12-18 de junio para ver qué
suerte corre el Partido Socialista después de la defección de Valls a
las no-filas de Macron y tocando a difuntos. La cuarta, las federales
alemanas de 24 de septiembre, en donde Martin Schulz tiene que ilusionar
lo suficiente al electorado para conseguir que las cosas se queden como
están en la Gran Coalición.
Cuatro
fechas que decidirán el inmediato futuro de cuatro de los partidos
socialdemócratas europeos más importantes. En cuatro situaciones muy
distintas y peculiares. Parece como si no tuvieran nada en común para
englobarlos en una misma familia. Y, sin embargo, sí lo tienen; y no es
solamente el hecho de ser partidos añosos. Los cuatro son, como el resto
de partidos socialdemócratas, partidos socialistas democráticos. De
esta forma, cuando se habla de "crisis de la socialdemocracia" se viene a
decir "crisis del socialismo democrático" o, más claramente, "crisis de
la izquierda democrática". Y eso son ya palabras mayores con el
cavernoso eco de la polarización política en dos extremos
irreconciliables.
Y
¿por qué se producen estas turbulencias y trastornos en la antiguamente
próspera socialdemocracia hasta el punto de que la dan por muerta?
Desde el punto de vista de la derecha por ser demasiado socialista;
desde el de la izquierda más radical por no serlo suficientemente. El
socialismo democrático es acusado al mismo tiempo de ser y no ser
socialista. Pero de lo que nadie le acusa es de no ser democrático o de
serlo demasiado.
Sin
déficit de democracia, lo que sí tiene cuestionado el socialismo
democrático es su carácter socialista. Y esa es su tarea: definir un
socialismo viable en una sociedad abierta que no incurra en un dirigismo
ruinoso. ¿Puede hacerse? Sin duda. De hecho esta posibilidad (casi
diríamos, necesidad) de un socialismo y una izquierda democrática es la
que asusta a la derecha. De ahí que se mande el mensaje en los medios de
que la "crisis de la socialdemocracia", en realidad, se debe a la
supuesta tendencia actual de los partidos socialistas a virar hacia la
izquierda. Si algo tienen en común el español Sánchez, el francés Hamon y
el británico Corbyn es que los tres miran a la izquierda y esa es la
razón de que sus partidos no levanten el vuelo electoral. Eso dicen.
En
el caso de España ese es exactamente el discurso de apoyo mediático e
institucional del PSOE de la gestora de Díaz. La argumentación es
simple: al alzar bandera de izquierda, Sánchez se echa en brazos de
Podemos y garantiza un futuro de peligros e incertidumbres. Una parte de
Podemos afirma, por boca de Errejón, que apoyarán un referéndum catalán
unilateral si no se puede pactar. Ante semejante bestia negra, Díaz y
sus apoyos políticos, institucionales y mediáticos sostienen que lo más
sensato es anteponer los intereses nacionales formando una "unión
sagrada" con el PP.
Y
esta es la divisoria de la socialdemocracia, la de la izquierda y la
derecha, como siempre. Quienes quieren aliarse con la derecha para hacer
frente al independentismo y quienes quieren aliarse con Podemos para
echar a la derecha y ya se arreglarán con los independentistas. Se
pueden señalar todas las peripecias que se quieran. Si uno apoya un
proyecto y otro se abstiene; si el otro rechaza algo y el uno no lo
favorece. En el fondo, la cuestión es siempre la derecha y la
izquierda.
La cuestión que se dirime el próximo 21 de mayo.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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