Pocos días después de comentar el inapelable resultado de las
elecciones primarias del PSOE, volé hacia Bolivia desde donde escribo
estas páginas digitales. Lo que ha ocurrido después, y lo que pueda
ocurrir hasta el próximo Congreso del partido socialista, está pues
visto desde la diferente perspectiva que da un lugar distinto y
distante. Y además compitiendo con otros acontecimientos que reclaman
atención y provocan distintas emociones.
En concreto, están escritas desde San Ignacio de Moxo, en el corazón
de la Amazonía boliviana, uno de los asentamientos fundados por los
misioneros jesuitas en un intento de construir la utopía de ciudades
ideales y proteger a los indios de la esclavitud. Aunque ese positivo e
increíble experimento social acabó bruscamente con la expulsión de los
jesuitas del imperio español en 1767, su huella todavía perdura.
En efecto, ¿qué esperarían Vds. encontrar en medio de la selva, en un
poblado a 5 horas de carretera de tierra del último aeropuerto,
atravesando ríos caudalosos en barcazas?
Supongo que cualquier cosa menos una orquesta que interpretara música
barroca del siglo XVIII, combinándola sorprendentemente con música
nativa, con un coro de voces indígenas que interpreta a Vivaldi y a Bach
como si estuviese en el auditorio de una ciudad europea.
Pues así es como nos dio la bienvenida el Ensemble de Moxos,
organizado y mantenido de forma admirable por la Escuela de Música de
San Ignacio creada por una misionera de Lecumberri y dirigida
actualmente por la profesora de música Raquel Maldonado, que abandonó la
relativa comodidad de una gran, pero caótica, ciudad como La Paz, por
estos lejanos territorios. De ellos salen una vez al año para una gira
por Europa que les recomiendo que no se pierdan si tienen ocasión. Les
sorprenderá, como a mí me sorprendió todavía más presenciar su actuación
en directo y en su ambiente.
¡Y se sorprenderían más si supieran que aquí siguen fabricando sus propios violines!
Una capacidad que ha sobrevivido a años terribles de guerras y
esclavitud, especialmente durante los años del boom de la explotación de
la resina del caucho, y que parece dar toda su verosimilitud a lo que
nos cuenta la película La Misión. En efecto, desde aquí se comprende
cómo la música barroca misional fue un gran instrumento para la
evangelización, porque contactó con la sensibilidad del pueblo moxeño.
Composiciones que acompañaban los ritos religiosos y las fiestas
patronales, con obras vocales e instrumentos europeos y nativos que
sintetizaban la expresión de un pueblo que fue esclavizado, pero no
destruido, después de la expulsión de sus protectores.
La diversidad de los ecosistemas bolivianos, un país cuya extensión
es más del doble de la de España, con cinco veces menos de población, es
tan increíble como disparatado es el crecimiento de sus ciudades y la
desigualdad de su sociedad. Las circunstancias me han ofrecido ahora la
oportunidad de conocerlos, aunque sea mínimamente, combinando las
conferencias académicas con el recorrido a pie de algunos parajes
andinos (trekking se le llama ahora, en estos tiempos en los que a la
mentira se le llama posverdad).
Y, especialmente, de una parte del camino que recorrió el Che al
encuentro de su muerte en el pequeño pueblecito de La Higuera en 1967, y
su entierro en una fosa común en Vallegrande hasta que fue exhumado 30
años después.
En esa historia y en esta realidad, todo es más bien trágico. Releer
ahora el diario de campaña del Che, 50 años después de mi primera
lectura, y en los mismos lugares en los que fue minuciosamente escrito
durante sus 11 meses de increíble recorrido por esta salvaje naturaleza,
justo hasta el día antes de morir, produce sentimientos encontrados,
difíciles de resumir. A veces una inmensa admiración ante tanto derroche
de idealismo y tanta capacidad de resistencia, y a veces una ficción
surrealista ante la desproporción de fuerzas y las circunstancias que
describe.
Al lado de las penalidades y sufrimientos que relata, el Ulises de
Homero era un crucerista de lujo. Y lo más triste es que por allí todo
sigue igual, o casi. La Higuera sigue siendo un villorrio pobre y
aislado, sigue sin tener luz eléctrica y no me imagino que pudiera ser
peor 50 años atrás. Los campesinos de las sierras y del altiplano que el
Che quiso levantar en armas como había hecho con los de Sierra Maestra,
han bajado hoy a trabajar en ciudades que han crecido aceleradamente y
donde la desigualdad es evidente, como entre las grandes barriadas
pobres y los condominios de súper lujo de Santa Cruz de la Sierra. Una
ciudad que cuando el Che merodeaba por sus alrededores tenía 50.000
habitantes y ahora 2,2 millones.
Sin embargo, es también evidente que de la mano del gobierno de Evo
Morales, se ha avanzado mucho en la integración social de la mayoría
indígena y en la reducción de la pobreza extrema.
Las noticias del mundo exterior que llegan hasta aquí se refieren,
como no, al futuro del PSOE, a la amenaza secesionista de Catalunya, a
la que Puigdemont y Junqueras han puesto ya fecha y forma, y al
resultado de las elecciones británicas.
Sobre el primer tema, visto como digo desde lejos, desde muy lejos,
solo cabe esperar que la mayoría expresada por el voto directo de los
militantes, se traduzca en una mayoría de delegados en el Congreso que
apoye al nuevo secretario general y a una propuesta política
programática acorde con lo que se ha votado en las primarias.
También visto desde la distancia, y a pesar de todos los pesares,
creo que los socialistas e incluso la sociedad española pueden
congratularse de cómo se han desarrollado esas elecciones primarias.
Como ejercicio democrático, aunque duro, tenso e innecesariamente
agresivo a veces, ha tenido una altísima participación. El resultado ha
sido tan claro que ha resuelto el problema del liderazgo, que nadie
podrá ya volver a poner en duda. Los independentistas no han encontrado
ninguna razón para alegrarse del resultado, ni el PSOE se ha situado en
la extrema izquierda, ni se ha “podemizado” como algunos anunciaban.
Y finalmente, el resultado favorece la cohesión del socialismo
catalán con el del resto de España. El apoyo masivo de Sánchez en
Catalunya, Baleares y Valencia, ha puesto al socialismo catalán en
sintonía con el del resto de España.
Del desafío secesionista en Catalunya me ocuparé con más detalle
cuando haya regresado del Estado plurinacional de Bolivia. Pero es muy
bueno que Sánchez haya tomado la iniciativa de expresar directamente a
Rajoy el apoyo de los socialistas españoles contra una iniciativa
claramente inconstitucional.
Y en cuanto el resultado de las elecciones británicas, marcan una
nueva sorpresa política: debilita a May, que fracasa en todos los
frentes, entierra definitivamente a la tercera vía de Blair, y
representa un duro golpe para el independentismo escocés.
Así, unos días antes del comienzo de una negociación histórica para
sacar a su país de la Unión Europea, los británicos se quedan sin
mayoría gubernamental clara, y puede que tengan que votar de nuevo en
otoño.
May tomó el riesgo de elecciones anticipadas para fortalecer su
posición, a pesar de tener ya una mayoría absoluta lo suficientemente
amplia como para mostrar una posición de firmeza ante Bruselas y pillar
al “extremista” Jeremy Corbyn en plena crisis existencial del labor.
Pero le ha salido mal la jugada. El partido conservador sigue siendo
el primero en la Cámara de los Comunes, pero pierde la mayoría absoluta y
una docena de diputados. Solo ha podido formar un gobierno frágil con
los unionistas de Irlanda del Norte, un pequeño partido de dudoso pasado
que obtuvo diez escaños, dos más que en las anteriores elecciones. Esto
permite formar una mayoría de 328 escaños, (la absoluta es de 326) pero
que desde luego no da el gobierno más “sólido y estable” que May
esperaba para negociar el Brexit.
El labor obtiene su mejor resultado en unos treinta años. Jeremy
Corbyn, ha dicho cosas de sentido común: hay que evitar seguir
desmantelando el estado de bienestar en estos tiempos de globalización
de la economía, algo que también ha planteado Sánchez en su campaña
aunque algunos se hayan rasgado las vestiduras como si de un nuevo Che
Guevara urbanita se tratara.
Es de señalar que la tasa de participación ha sido del 68,7%, la más
alta de las elecciones legislativas desde 1997, aunque más baja que la
consulta para la salida de la Unión Europea en junio de 2016.
Como he leído que ha dicho mi amigo el profesor Iain Begg de la LSE,
“Esto es un desastre para Theresa May. Su liderazgo está en cuestión”.
Y finalmente, el resultado pone en duda el camino hacia la
independencia de Escocia. El partido nacionalista escocés (SNP) se queda
en 35 escaños frente a los 56 anteriores. Ni su líder Alex Salmond ni
el número dos del partido, Angus Robertson, podrán sentarse en
Westminster.
En 2015, el partido independentista escocés (SNP) barrió en las
elecciones generales con el 50% de los votos. Sin embargo ahora ha
bajado al 37 %.
Dos razones explican la caída del SNP: por un lado el efecto Corbyn
que ha logrado que el voto laborista suba del 24,3% al 27,1% y por otro
la gran subida del voto conservador, del 14,9% al 28,6%. Y esto último
se debe sin duda a Ruth Davidson, la mujer de 38 años que lidera el
partido conservador en Escocia y que les ha cantado las verdades del
barquero a los independentistas.
Gracias a ella y al resultado que ha obtenido en tierra hostil, May
puede seguir en Downing Street. Pero quizás por poco tiempo. Corren
malos vientos para los aprendices de brujo/a.
(*) Ex presidente del Parlamento Europeo