Parece absurdo obstinarse en tratar la
acción independentista, el "proceso", como un asunto de orden público,
cosa de policía y tribunales, inhabilitaciones y procesamientos, y no
como una crisis política constitucional del Estado que requiere
soluciones políticas negociadas y pactadas, cual corresponde a la
civilidad de nuestro tiempo.
Pero a la vista está. Frente a la
movilización permanente de la sociedad catalana dirigida por la
Generalitat en la hoja de ruta, el Estado español sigue sin dar señales
de vida salvo en los preparativos para coartar la acción del
independentismo a través de los tribunales. Es decir, los preparativos
de la acción represiva
Esa
actitud puede provocar una escalada que encone el conflicto, según la
que a su vez adopten las autoridades de la Generalitat en la vía de
desobediencia al Estado. La movilización masiva en apoyo al gobierno
catalán trata de legitimar la opción del referéndum tanto en Cataluña
como en España y fuera de España. Tiene un valor testimonial. Pero el
Estado no puede ignorar que es un testimonio de millones de personas,
que su política de negación al diálogo y al referéndum frustra las
esperanzas de cerca del 80 por ciento de los catalanes.
Y,
sin embargo, lo ignora. Ostensiblemente. Lo de Cataluña es una
"algarabía", según Rajoy. Una conspiración con ayuda de corruptos. Una
extralimitación de funciones de la Generalitat que tendrá condigno
castigo. Ahí es donde la derecha quiere llegar, a la confrontación, en
la esperanza de que una crisis de tal magnitud tape el cenagal de
corrupción en que chapotea.
Cambiando lo que haya que cambiar, que no es
mucho, esta actitud recuerda la del general Leopoldo Galtieri, uno de
los sucesivos dictadores militares de los años 70 y 80 en la Argentina,
cuando, para desviar la atención de la corrupción e ineptitud de su
gobierno, invadió las Malvinas. A lo mejor se refería a esta similitud
Guardiola cuando pedía ayuda frente a un Estado autoritario.
Por
eso no hay posibilidad de solución pactada. Al gobierno no le interesa;
solo le interesa invadir las Malvinas catalanas para pasar de la página
de tribunales a la de gestas por la gloria de la Patria.
La renuncia voluntaria de Díez, Madina
y, por último, Fernández a defender la obra teórica de la Gestora y
hasta la Gestora misma es la prueba definitiva de que no era una
instancia neutral, orgánica, sino un comité institucional de la
candidatura de Díaz. Habiendo esta perdido las primarias, también se
consideran perdedores sus pseudópodos.
El
39º Congreso del PSOE es un triunfo de la candidatura de Sánchez.
Triunfo al estilo romano: entra el vencedor en la capital llevando por
delante a sus vencidos enemigos en cadenas. Y establece su imperio.
Tezanos defenderá el programa del triunfo y, salvo error por mi parte, el de los vencidos no tendrá defensor.
Y eso que era el programa de Díaz, Juana de Arco devuelta de golpe a la
condición de aldeana de Domrèmy. Eso tampoco está bien. Ese programa
tenía muchos apoyos. Alguno debiera defenderlo. Y, si no, que el
congreso nombre un abogado del diablo, como hace la Iglesia en los
procesos de canonización, aunque ahora lo llame "promotor de la
justicia", en este siglo descreído.
Sánchez
parece concentrado en la labor que Díaz se había pedido de “coser” el
partido. Sabia decisión dentro del arte de la guerra. Debe integrarse al
enemigo vencido en lugar de agraviarlo más y echarlo al monte. También
conviene que los vencidos no pongan las cosas difíciles. Díaz pide a
Sánchez “respeto para los territorios”.
Eso es una perogrullada, salvo que quiera decir algo distinto (algo de
privilegio, etc), en cuyo caso, pardiez, se hace, si se puede, pero no
se dice.
Por
muy absorbente que sea la tarea de reconstrucción de la casa del padre a
la que regresa el hijo proscrito, ya se ve que no será difícil, con la
cantidad de antiguos servidores que retornan ahora cantando alabanzas.
Queda tiempo para aclarar cuestiones en temas políticos, de interés para
todas, no solamente para las socialistas. Y son tres los bloques:
El bloque de la política frente al PP en el gobierno.
El comienzo ha sido lamentable, pues lejos de pedirse la dimisión de
Rajoy por incompetente, se le ha apuntalado pretextando para ello la
llamada cuestión catalana. Nadie se lo pidió, se ha hecho gratis (como
la tan criticada abstención de la Gestora) y ello unce aun más al PSOE
al PP en un contexto político parlamentario caótico (pero muy favorable a
la derecha) y otro penal sombrío. No es para estar orgulloso.
El bloque de la política con la izquierda.
Es obvio que sobre Sánchez gravitan fuertes presiones de los
antepasados, los vivos más que los muertos, para que huya como de la
peste de Podemos. El miedo a ser devorados por la fiera comunista,
“sorpassados”, anida en sus memorias de lo que sucedió con la JSU. Esas
cosas no se olvidan y Sánchez es un pipiolo. Pero, por más que amenacen
las momias y su poderoso aparato mediático, la única posibilidad que
tiene el PSOE de volver al gobierno es liderando una unión de la
izquierda, al estilo portugués. Que tampoco es tan difícil. En cuanto a
Podemos, el principio de la realidad ya les ha enseñado mucho. Hay que
oponerse a la derecha, pero no al PSOE, con independencia de que se le
considere capaz de las peores traiciones. Aplíquese la sabia cautela
romana de la Punica fides (que, por cierto, viene como anillo al dedo) y manténgase alta la guardia. Pero coordínense las acciones.
El bloque de Cataluña.
Luego de salir Sánchez a la palestra como Parsifal, en defensa de la
honra soberana de España, se trata de saber cómo será la justa, si con
las armas de la derecha o las del diálogo y la negociación. Si es lo
segundo, eso no se improvisa. Hay que formular una propuesta propia,
independiente de la derecha, que la parte catalana pueda considerar.
Ahora se abre una buena ocasión si, como parece, Puigdemont cede a las
instancias de los Comunes y se explica en el Congreso. (Ya señalamos que
la posición de los comunes en Cataluña de referéndum consultivo no
vinculante puede convertirlos en árbitros de la situación). En tal caso,
será incluso de cortesía que el encargado de dar la réplica al catalán
en nombre del grupo socialista no se limite a justificar su no, sino que
haga una contrapropuesta razonable que quite hierro al conflicto.
Aunque lo veo crudo porque, esta vez, los indepes catalanes vienen al grito de Desperta ferro! y con un horizonte de Donec Perficiam.
Y,
puestos a pedir, también podría el PSOE dar respuesta a la
reivindicación republicana de JxS y la CUP (aunque en este caso no estoy
seguro de si se trata de una república o una comuna ácrata) en el
sentido de plantear la cuestión de la Jefatura del Estado como un
objetivo de una reforma constitucional sin tabúes Que el soberano pueblo
español, cuya abstracta esencia se manifieste en concreto decidiendo si
quiere una República o una Monarquía. ¿O no tiene derecho a hacerlo?
La denodada lucha de Cristina Cifuentes
en defensa propia, de su honradez personal y su legitimidad como
gobernante, tiene algo de darwinismo social, de lucha por la existencia.
Si la oposición, depredadora, se sale con la suya de probar su
implicación en la Púnica o algún otro viscoso asunto de los que chorrean
por el PP, su carrera política habrá terminado. Su carrera a secas
porque esta política profesional lleva toda su vida ejerciendo cargos de
su partido o públicos o ambos. No tiene pues experiencia laboral alguna
que no sea en el servicio público.
Servicio
público desde cargos públicos dedicados a privatizar lo público. Unos
lo han predicado como ideología neoliberal y otros lo han interpretado
como práctica de apropiación indebida, delictiva, vamos. De lo que se
trata ahora es de averiguar qué lugar ocupaba la sempiterna
representante de lo público entre las dos ciudades agustinianas. Eso es
también servicio público (información) que no se puede torpedear con
exabruptos o luciendo un camafeo de la Guardia Civil a la vez que se
acusa al benemérito cuerpo de inventarse los informes.
(Pequeña digresión). La misma Guardia Civil (aunque otros efectivos, es de suponer) que baila la conga al son de “¡Qué viva España!” en una peregrinación a Lourdes pagada con dineros públicos. Estos liberales han conseguido invertir la famosa propuesta de De Mandeville, vicios privados, virtudes públicas por el de virtudes privadas, vicios públicos.
Lo que no se me alcanza, al no estar iluminado por el Espíritu Santo,
es por qué ha de costear la colectividad este número de recio ridículo
hispano.
Bien,
en la lucha por la vida estamos. La Asamblea de Madrid es pura jungla
de asfalto. Su presidenta consume más tiempo abroncando a las diputadas
de la izquierda que todos los diputados juntos en sus intervenciones. La
presidenta de la Comunidad utiliza unas descalificaciones zafias. Viene
preparada para una lucha a muerte en la que lo único seguro es que
sobrevivirán los más aptos, pues la naturaleza es tautológica. Lo malo
es que solo lo saben después del combate. Algunas de sus armas bordean
la calumnia. Acusar a otro de “pederasta” es acusarlo de un delito.
Pero
con broncas no va a solucionarse el asunto. Cifuentes tiene también un
equipo y unos colaboradores salpicados de irregularidades en cantidades
pavorosas. Sus socios de C’s muestran signos de distanciarse, como quien
va en el bote y rema desesperadamente para separarse del barco que se
hunde.
Aunque Cifuentes salga
penalmente indemne de esta, políticamente su situación es insostenible.
Si dimite por mor de salvar la coalición de gobierno, le quedará algo de
margen para reaparecer posteriormente. Si la echan con una moción de
censura, su reaparición será como la del fantasma de Canterville o,
quizá peor, como la del perro de los Baskerville.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario