MADRID.- Banco Sabadell y Bankia negociaron su fusión durante buena parte del año pasado,
según confirman varias fuentes conocedoras del proceso, pero la
descartaron por la caída en bolsa de ambas entidades y la imposibilidad
de que el Estado vendiera previamente un paquete en bolsa, para no tener
un peso excesivo en la entidad fusionada. No obstante, no descartan
volver a plantear la operación en el futuro si las cotizaciones del
sector se recuperan, según Bolsamanía.
La operación tiene toda la lógica. Por un lado, los bancos necesitan buscar sinergias
ante el prolongado escenario de tipos de interés negativos y el escaso
crecimiento del crédito. Por otro, Sabadell por fin conseguiría ponerse a
la altura de los grandes al duplicar su tamaño (tiene 222.000 millones
de activo y Bankia, 205.000).
Por la parte de Bankia, el Estado tendría más fácil recuperar una mayor parte de las ayudas
al tratarse de una entidad más grande. Y ya se sabe que al BCE le gusta
el tamaño. Por último, sería una operación muy bien vista políticamente
al unir entidades de Madrid y Barcelona.
Además, existe una gran afinidad entre sus cúpulas: el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, su consejero delegado, José Sevilla, y el de Sabadell, Jaume Guardiola, son todos ex de BBVA, entidad que abandonaron tras enfrentarse con su anterior presidente, Francisco González.
Un portavoz de Sabadell declaró que “no contemplamos ninguna operación
corporativa. En estos momentos estamos centrados en la rentabilidad y
creación de valor para el accionista”. Desde Bankia señalan que nunca
llegó a haber negociaciones.
Las fuentes explican que Sabadell encargó a Citi la búsqueda de una fórmula
para encajar en la nueva entidad fusionada el 60% del capital de Bankia
que posee actualmente el FROB, a priori el mayor obstáculo.
El objetivo
de Oliu era que el Estado no tuviera derechos políticos sino que
mantuviera una mera participación financiera reducida con intención de
venderla cuanto antes (algo que sería más fácil en teoría al estar en un
banco el doble de grande).
Pero eso exigía que el porcentaje público en Bankia se redujera previamente.
La entidad tenía incluso fijadas fechas para colocar de un par de
paquetes del FROB en bolsa, puesto que llegó a cotizar en 4,35 euros a
principios del año pasado (Sabadell rozó los 1,9 euros en esa fecha).
Pero entonces su cotización inició un constante declive hasta un mínimo
en torno a 2,4 euros en febrero (0,83 en el caso del banco catalán).
Esto hizo imposible vender estos paquetes.
Esa caída es la que explica el aplazamiento
-que no ruptura- de las negociaciones: sin colocación previa por parte
del Estado, la ecuación de canje daría una participación demasiado
grande al FROB en la entidad fusionada, por lo que no podría quedarse
sin derechos políticos y no sería viable la operación.
Ahora bien, las fuentes consultadas aseguran que ambas entidades están dispuestas a retomar el proyecto
cuando las cotizaciones vuelvan a niveles que lo hagan factible. Eso
puede llevar mucho tiempo, pero el escenario de tipos negativos también
va para largo: el mercado no espera que la primera subida llegue antes de octubre de 2020.
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