Creo que es poco discutible que la internacionalización del conflicto
catalán es la gran baza del independentismo. Alrededor de valores
democráticos como el derecho a votar y en defensa de
derechos fundamentales violentados y de denuncia de la represión
española se han producido los mayores apoyos que ha tenido la causa
catalana.
La internacionalización del conflicto ha permitido que
diferentes parlamentos europeos se hayan pronunciado al respecto, se
hayan creado grupos de apoyo en numerosas cámaras legislativas y que los
medios de comunicación internacionales sigan con mayor interés que
nunca el conflicto catalán.
La persistencia en este camino da resultados, aunque, obviamente, el
trayecto, en muchos momentos, se hace pesado y angosto. Entre otras
cosas porque la mentalidad de resistencia no ha formado nunca parte del
engranaje político catalán, capaz de construir historias maravillosas e
incapaz de aguantar el pulso cuando las cosas van mal dadas.
Este
domingo, la internacionalización del conflicto se ha anotado un buen
tanto con el manifiesto de 41 senadores franceses que reclaman la
intervención de Francia y de la UE bajo un título lo suficientemente
significativo: "Por el respeto a los derechos y las libertades
fundamentales de Catalunya".
La centralista Francia, la jacobina Francia, ha sido capaz de alzar
la voz de 41 senadores, una minoría significativa, para expresar la
preocupación por los acontecimientos que se ha producido en Catalunya.
No se limita a reclamar respeto a los derechos y libertades
fundamentales de Catalunya, sino que también denuncia la represión
política de sus líderes políticos, el juicio en el Tribunal Supremo y el
hecho de que unos representantes políticos elegidos hayan sido
encarcelados o obligados a exiliarse por expresar "sus opiniones en el
ejercicio de los mandatos que los electores les encargaron".
Todo ello
lo consideran los firmantes un ataque contra las libertades y los
derechos democráticos.
El hecho de que entre los firmantes haya senadores de seis fuerzas
políticas -entre ellas la del presidente Macron- y de todas las regiones
francesas demuestra la transversalidad del importante documento y lo
lejos que está España de conceptos básicos como libertades, derechos y
democracia a la hora de atender demandas legítimas como la de la
sociedad catalana.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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