LUXEMBURGO/BARCELONA.- Los jóvenes españoles se emancipan en promedio a los 29 años, según los
últimos datos del barómetro europeo Eurostat. Los más precoces en
abandonar el hogar familiar, en cambio, son los suecos, que lo hacen a
los 21 años, seguidos a poca distancia por los daneses y los
luxemburgueses. Los sociólogos apuntan el paro juvenil, la precariedad
de los empleos y la escasez de las ayudas públicas para comprar o
alquilar una vivienda entre las principales razones que explican esta
diferencia, acentuada también por razones culturales.
De los diecinueve países de la zona euro, España ocupa el sexto lugar
por la cola por lo que respecta a la edad en la que los jóvenes
abandonan el hogar familiar, solo superada por Italia (30,1 años),
Eslovaquia (30,8 años), las repúblicas que formaban la antigua
Yugoslavia (31,5 años), Croacia (31,9 años) y Malta (32,2 años).
El
promedio europeo se sitúa en 26 años. En Cataluña, en la última década
la tasa de emancipación de los jóvenes de entre 16 y 29 años ha pasado
del 32,6 % del año 2007 al 23,8 % en 2017, según datos de la Agencia
Catalana de la Juventud.
En España, según los últimos datos del
Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España,
referidos al primer semestre de 2017, la tasa de los jóvenes emancipados
menores de 29 años no llega al 20 %.
Francisco Núñez y Roger Martínez, sociólogos y profesores de los
Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya
(UOC), coinciden en señalar que entre las principales razones que
explican estas cifras tan pobres en cuanto a la emancipación de los
jóvenes están el paro juvenil y la precariedad laboral de los jóvenes.
Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) cifran en
el 36,33 % la tasa de paro de los menores de 25 años. En Cataluña, la
tasa de desempleo juvenil en el primer trimestre de 2018 se situaba en
el 20,8 % según el informe Situación laboral de las personas jóvenes en
Cataluña , del Observatorio Catalán de la Juventud. La tasa de
temporalidad juvenil, según este mismo informe, se sitúa en el 48,6 %.
Francisco Núñez explica que las dificultades de encontrar un trabajo
que permita al joven emanciparse, sumadas a la precariedad de los
sueldos de muchos empleos y la subida de los precios de compra y de
alquiler, hacen retrasar la opción de irse de casa a los jóvenes.
El
salario medio de un joven español de entre 16 y 29 años se situaba en
2017 en poco más de 11.000 euros, una cifra superior para el colectivo
de 30 a 34 años, que rondaba los 15.000 euros, según el Consejo de la
Juventud de España.
Con estos sueldos, el endeudamiento de un joven para
comprarse una vivienda sube hasta el 60 % (en el caso de los menores de
29 años) y superaría el 40 % entre los que tienen entre 30 y 34 años,
unas cifras muy superiores a los índices de endeudamiento tolerable, que
se sitúan cerca del 30 % del salario neto.
Núñez alerta de la irrupción de una nueva burbuja inmobiliaria, que
afecta no solo a la compra de vivienda, sino también al alquiler, algo
que no ocurre solo en España, sino que también se da en otras capitales
europeas, como París o Londres, o en otros destinos turísticos en auge,
como Budapest.
«También aquí se da una gran especulación urbanística y
se acaparan las viviendas de los centros históricos, lo que hace
desplazar a los jóvenes a las periferias o a las ciudades satélite»,
explica.
La escasa cultura de emancipación de los jóvenes del sur de Europa
también explicaría, según Núñez, por qué los jóvenes españoles tardan
más en irse de casa que los jóvenes de otros países europeos. Pone como
ejemplo Estados Unidos, donde la mayoría de jóvenes abandonan el hogar
familiar cuando estudian la carrera y difícilmente no vuelven ya a él.
«Sería extraño para un padre estadounidense tener un hijo en casa con 25
o 30 años, porque lo viviría como un fracaso», apunta el sociólogo, que
añade que, en cambio, en España a la mayoría de padres no les importa
tener a los hijos en casa hasta edades tardías.
Además, añade el
sociólogo, la permanencia de muchos jóvenes en el nido familiar responde
a su voluntad de «alargar la adolescencia y la juventud durante mucho
tiempo».
Roger Martínez explica también que en España tradicionalmente muchos
jóvenes, a la hora de emanciparse, esperaban a reunir el dinero
suficiente para pagar la entrada de un piso. «Esto en el norte de Europa
no ocurría, porque el paro juvenil ha sido mucho menor y en general han
existido más ayudas públicas y mejores condiciones laborales; por lo
tanto, la norma social es irse de casa antes: quedarse en casa de los
padres una vez superados los 18 o 20 años era visto como una anomalía»,
explica.
Martínez apunta también que en Europa existe más vivienda pública
para jóvenes y más ayudas universales al alcance de este colectivo. Pone
como ejemplo Reino Unido, donde existe el programa Housing Benefit, un
subsidio que depende de los ayuntamientos del distrito que ayuda a pagar
el alquiler cuando alguien no se lo puede permitir.
«Aquí, desde los
años noventa, se han ido realizando pequeñas actuaciones para ayudar a
los jóvenes a acceder a la vivienda, tales como algunas promociones
públicas y programas para poner alquileres asequibles a disposición de
los jóvenes, pero no han sido universales ni han tenido un impacto
significativo», afirma.
A pesar de ello, Núñez opina que el aumento de
las ayudas públicas sería solo un empuje que impulsaría a los jóvenes a
irse de casa, pero que son necesarias otras mejoras de calado
estructural, tales como sueldos más dignos o la reducción de las cifras
de paro. Con todo, asegura que transcurrirán años antes de que España se
sitúe a los niveles europeos.
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