MADRID.- La apuesta que el Ejecutivo del Partido Popular hizo por liberalizar los horarios comerciales, ampliar el número de aperturas en festivos y promover la creación de zonas de gran afluencia turística (aquellas que por la alta densidad de turistas dispondrían de libertad absoluta para horarios y aperturas en festivos)
se ha ido desinflando a medida que el partido presidido por Mariano
Rajoy ha ido perdiendo peso en los grandes municipios y autonomías, recuerda hoy Cinco Días.
Un
fenómeno especialmente llamativo desde 2015, en el que el partido
presidido por Mariano Rajoy dejó de gobernar en Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura, Comunidad Valenciana y Baleares.
Desde
esa fecha, esas regiones y otras han desandado gran parte del trabajo
realizado en la primera legislatura del PP. Fue el 3 de julio de 2012
cuando se aprobó la reforma dirigida desde la Secretaría de Estado de
Comercio con cuatro grandes ejes: ampliar de 72 a 90 el número de horas
que los comercios podían abrir durante la semana; elevar de 8 a 10 el
mínimo de festivos para las aperturas; incrementar de 150 a 300 metros
cuadrados el umbral del pequeño comercio a partir del cual disfrutaba de
libertad para decidir cuántas horas y festivos abría; y la creación de
14 zonas de gran afluencia turísticas, sin ningún tipo de restricción.
Esos números eran mínimos y las autonomías disponían de libertad para
elevarlos. Madrid es la única que ha apostado por la libertad absoluta
de horarios y sigue defendiendo ese modelo por el impacto positivo que
tiene en el empleo y en la actividad.
Un informe elaborado por Analistas Financieros Internacionales
a principios de 2017 subrayaba que el comercio había creado 20.8000
puestos de trabajo entre 2012 y 2016 y que de ellos 15.514 (tres de cada
cuatro) estaban directamente ligados a la libertad comercial. Ese mismo
estudio revelaba que la mayor actividad había generado una recaudación
en impuestos de 1.107 millones en el mismo período.
Pero Madrid se ha quedado sola en su apuesta. Y una
buena prueba de ello se comprueba en los festivos de apertura decretados
por las comunidades autónomas para 2018. Solo hay tres regiones (
Madrid, Castilla-La Mancha y Murcia) que se salen del mínimo de diez
festivos de apertura para todo el año. Las restantes catorce se quedan
en el suelo e incluso dos de ellas (País Vasco y Navarra) se valen de
sus regímenes forales para llevarlo más abajo todavía, con ocho y nueve
festivos respectivamente.
El caso más representativo es
Baleares, que de los 16 festivos de apertura que tenía fijados en 2016
pasó a 10 en 2017 y lo ha mantenido para 2018. Aragón también
bajó de 11 a 10 en 2017 y lo conserva para el próximo ejercicio. Las
únicas excepciones a esta tendencia han sido Murcia, que pasa de catorce
a quince días, y Castilla-La Mancha, que se mantiene en 12 festivos.
Zonas de gran afluencia turística
Pero esa no es la única vía que han encontrado los municipios para
tratar de limitar la libertad de horarios comerciales. La obligatoriedad
de crear zonas de gran afluencia en municipios con más de 200.000
habitantes que registren un millón de pernoctaciones al año o que cuente
con puertos donde atraquen cruceros con más de 400.000 pasajeros ha
generado una picaresca entre algunos gobernantes.
Así sucedió en el caso
del Ayuntamiento de Coruña, que optó por decretar dos zonas de
este tipo en la Torre de Hércules y en el cementerio de San Amaro, ambas
alejadas del centro comercial.
Algunas autonomías, como la
Comunidad Valenciana, han optado por utilizar estas zonas para acotar la
libertad de horarios y festivos en sus establecimientos, de tal manera
que el resto no se podrá beneficiar. El pacto al que han llegado el
Ejecutivo presidido por Ximo Puig y los representantes de las empresas y
sindicatos establece que los comercios incluidos en esas cinco zonas,
que según su criterio absorben gran parte de la oferta comercial de la
comunidad, podrían abrir los 63 domingos y festivos del año.
El resto de comercio, incluidas las grandes superficies, se tendrán
que conformar con 11 aperturas, una más al mínimo establecido para toda
la comunidad. De esta manera, los grandes establecimientos situados en
zonas comerciales de la periferia son los que salen peor parados, a
menos que sus tiendas se encuentren dentro de una de las cinco zonas de
gran afluencia turística. Y los grandes beneficiados son los
trabajadores, que verán reducidos el número de festivos que tienen que
trabajar, ya que bajan de 63 a 38.
Rebajas todo el año
Otra de las medidas que el Ejecutivo popular aprobó para estimular la actividad y el empleo ha sido la liberalización de las rebajas para que pudieran realizarse en cualquier temporada del año y no acotarse a las navidades.
Otra de las medidas que el Ejecutivo popular aprobó para estimular la actividad y el empleo ha sido la liberalización de las rebajas para que pudieran realizarse en cualquier temporada del año y no acotarse a las navidades.
Esta propuesta se ha encontrado con el rechazo del pequeño comercio,
que cree que le ha dejado en una situación de indefensión frente a las
grandes superficies. “Las rebajas son un período que se fija para que
las tiendas puedan desprenderse del stock de productos que no se han
vendido en temporada, haciendo para ello un descuento sobre el precio
original. Ese es el fin, y si se liberaliza, como ocurrió, se desvirtúa
el concepto”, asegura Pedro Campo, vicepresidente de la Confederación Española de Comercio.
En su opinión, la libertad para fijar períodos de rebajas hace que el
pequeño comercio tenga más dificultades para competir con la política de
precios de las grandes cadenas de moda. “No pueden comprar un producto
para hacer rebajas a mitad de temporada, están en situación de
desigualdad”, señala.
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