La fórmula infalible para convertir un problema en una catástrofe es
ignorarlo y me da que este PP que nos gobierna anda en ello.
Lo estuvo durante años, en los que con ingenuidad escolar se aferró a
la tesis de que pasaría nada dramático en Cataluña, porque lo que
pregonaban la Generalitat y los apóstoles del independentismo era
contrario a la Constitución, ignorando que el que algo sea ilegal,
irracional o perjudicial no lo hace imposible.
Nadie puede alegar que no estaba avisado, porque los golpistas se
hartaron de anunciarlo, de viva voz, por escrito y en prime time en TV3 y
RTVE.
Y todo lo que Rajoy y sus ministros creían que no iba a ocurrir, ha
ocurrido: las leyes de desconexión, el referéndum ilegal, la declaración
de independencia...
No tiene sentido ponerse a llorar por la leche derramada, pero hay
que sacar consecuencias con urgencia, porque los golpistas siguen a lo
suyo y aunque a algunos les ha entrado el cagazo, volverán a las andadas
en unos días, cuando retuerzan el reglamento del Parlament, para que el
prófugo Puigdemont sea investido en Bruselas.
Y si les sale bien, lo que es probable porque cuentan con el respaldo
de Pablo Iglesias y los zarrapastrosos de Podemos, darán nuevos pasos.
El drama en Cataluña no ha sido nunca la falta de leyes, sino la
ausencia de voluntad real de aplicarlas y la creciente y vergonzosa
incomparecencia del Estado.
Quizá
me equivoque, pero creo que el PP, no está capacitado para pilotar ese
enérgico cambio de rumbo que necesita España. Se ha anquilosado como
organización y prueba de ello es que en La Moncloa y en la calle Génova
todavía no se han enterado de la razón real por la que se llevaron el
cacharrazo del 21-D.
No hace mucho, me preguntaba cariacontecido un dirigente popular cómo
es posible que, teniendo los socialistas casos de corrupción de mucha
más envergadura que los suyos, siempre se identifique al PP con la
podredumbre y no al PSOE.
Es evidente: porque el mangante del PSOE reparte, coloca gente,
arregla la pensión de una suegra o ayuda a su chófer cocainómano y el
del PP lo pilla todo para él.
Pues con Cataluña les pasa igual: en lugar de asumir la culpa
colectiva y aceptar que Rajoy apareció débil o diletante y sigue flojo,
están el sálvese quien pueda de siempre y se aferran como lapas a que el
fallo estuvo en el candidato o en la comunicación.
Que les den, pero si siguen así va a ser difícil votarles.
(*) Periodista
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