Lo verdaderamente emocionante de la cadena de oro, aquella estafa
piramidal que en los años ochenta reportó pingües ganancias a los más
espabilados del juego (a costa de otros muchos pardillos), era llegar
cada mañana al banco, actualizar la cartilla y constatar un día más el
crecimiento fulgurante de la cuenta corriente a base de imposiciones
anónimas de mil pesetas, que entraban por remesas y proporcionaban un
chute de adrenalina similar al que Ciudadanos experimenta cada vez que
consulta su base de afiliados y contempla nuevas incorporaciones.
De los
22.000 inscritos que el partido de Albert Rivera registraba en España
en noviembre pasado, 1.047 eran de Murcia, la segunda región con un
mayor aumento de la militancia (22%), solo por detrás de Cataluña, donde
Ciudadanos es la primera fuerza en votos gracias al triunfo de Inés
Arrimadas en las elecciones del 21-D. El censo va ya por los 1.210
militantes (dato del viernes pasado), lo que confirma un goteo
constante, a razón de tres altas al día, y dibuja una tendencia que
parece destinada a consolidarse y está directamente relacionada con el
desencanto creciente hacia el PP, sin duda el caladero donde más
papeletas pescarán Ciudadanos y el nuevo partido de Alberto Garre.
La
identificación de Rivera con la unidad nacional, cuando –y donde– más
amenazada se veía esta por el independentismo, y la frescura de su
candidata Arrimadas, explican un éxito cuyas razones resultan de difícil
extrapolación a Murcia. De hecho, habrá que esperar a mayo de 2019 para
verificar si las urnas confirman también aquí el robustecimiento de
Ciudadanos que anticipan las encuestas, pero la subida de la afiliación
es ya un hecho –especialmente llamativo en Murcia, Molina de Segura y
Alcantarilla–, al igual que el aterrizaje en el partido de destacados
miembros de la sociedad civil, algunos situados en puestos de
responsabilidad dentro de los ámbitos de la Región en los que se mueven.
Ciudadanos prevé darlos a conocer en breve, envueltos en la vitola de
grupos de expertos en economía, sanidad, justicia, educación y cultura.
Algunos de ellos han llegado a la casa de la mano de Miguel López
Bachero, profesor de la UMU y ex director gerente del Círculo de
Economía, cuyo alistamiento en octubre pasado como secretario de
Programas y Áreas Sectoriales insufla al proyecto autonómico de Albert
Rivera una pátina de rigor y seriedad que viene a contrarrestar la idea
primigenia de que Ciudadanos se nutre en parte de advenedizos y desechos
de tienta, una imagen que hoy ya no se sostiene.
López Bachero es el
cazatalentos del partido, un ‘fichador’ de caras reconocibles en Murcia,
por el momento colaboradores (no todos se han afiliado), entre los que
hay personas a las que se asociará con el PSOE y otras vinculadas en
mayor o menor medida al PP, si bien el perfil que se busca desde el
Comité Autonómico responde a un dibujo distinto: influyentes,
profesionales, clase media e independientes, etiquetas todas ellas muy
queridas por los liberales, que también se enorgullecen de estar
recibiendo un aluvión de mujeres.
A diferencia de Podemos, donde
sus círculos asamblearios no impiden saber quién lleva la batuta (Óscar
Urralburu), y de los partidos tradicionales, representados en el PP por
un presidente (Fernando López Miras), y en el PSOE por un secretario
general (Diego Conesa), en Ciudadanos se hace difícil localizar entre
sus dirigentes a un líder omnímodo, alineados como están en una extraña
estructura horizontal de mando en la que Albert Rivera sobresale por
encima de las nubes, pero sin que haya un referente regional nítido.
Miguel Sánchez tiene más visibilidad que nadie debido al altavoz que le
da su doble faceta de portavoz en la Asamblea Regional y en el partido,
pero en la parcela orgánica se sienta casi a la misma altura, aunque con
voto de calidad, que Valle Miguélez (secretaria de Organización), López
Bachero (Programas y Áreas Sectoriales), José Luis Ros (Comunicación),
Francisco Álvarez (Acción Institucional) y María Dolores Jiménez
(Relaciones Institucionales).
Todos ellos son secretarios ejecutivos,
junto con Miguel Garaulet (diputado al Congreso), Juan José Molina
(diputado regional) y los portavoces municipales de Murcia (Mario
Gómez), Cartagena (Manuel Padín) y Yecla (Antonio Puche). Ciudadanos
cerrará la semana próxima la composición de siete comités territoriales,
y sus respectivos coordinadores se sumarán al Comité Autonómico, que
quedará formado por un total de dieciocho dirigentes y funcionará de
forma parecida al Comité Ejecutivo en el PP o a la Comisión Ejecutiva
del PSOE.
Miguel Sánchez figura como ‘primus inter pares’, pero
¿puede hablarse de él como un líder indiscutible de Ciudadanos? ¿Goza
del respaldo mayoritario de los afiliados para superar las primarias del
partido –a las que se presentará–, y de la confianza social necesaria
para ganar las elecciones autonómicas? Hay quienes dudan de su
liderazgo, pero él se ve fuerte, y convencido de sus opciones para
vencer en las primarias que la formación naranja celebrará,
probablemente a la vuelta del verano, para elegir a los candidatos a la
Comunidad Autónoma y –atención– a las 45 alcaldías de la Región.
El
notable crecimiento de afiliados, y su certeza de que la política
regional asiste ya a un cambio de ciclo, alimentan el entusiasmo de
Ciudadanos, que tiene ya decidido un cambio sustancial con respecto a
los comicios de 2015: el partido de Albert Rivera no volverá a suscribir
un pacto de investidura. Si otro partido necesita a sus diputados,
deberá compartir el poder con Ciudadanos, y pactar un programa de
gobierno. Ciudadanos se ha cansado ya de estar en la oposición.
(*) Columnista
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