La política catalana se mueve desde el pasado jueves en cuatro planos informativos diferentes: el Govern detenido en sendas prisiones de Madrid, el Govern
exiliado en Bruselas, las movilizaciones realizadas estas últimas horas
y las previstas para la próxima semana y los preparativos para las
elecciones del 21 de diciembre.
El impacto de la entrada en las
cárceles de la Comunidad de Madrid, en Estremera y Meco, del vicepresident Oriol Junqueras y otros siete consellers ha
sido enorme. Un mazazo que perseguirá siempre más a la democracia
española y a la generación de políticos y líderes de opinión que han
favorecido la solución judicial y policial frente a la solución
política. Ya sé que el ruido existente hoy en Madrid no es este y, al
revés, existe una equivocada percepción de haber aplastado a los
catalanes. De haber descabezado el bloque independentista que de la
noche a la mañana ha perdido todo su Estado Mayor. El independentismo ha
demostrado con creces una capacidad de regenerarse que desmiente este
análisis.
El segundo plano es el del Govern en el exilio. La jueza Carmen Lamela ha dictado orden de detención del president Puigdemont y de los consellers que se han quedado con él en Bélgica, en principio, Toni Comín, Mertixell Serret, Clara Ponsatí y Lluís Puig. Las euroórdenes
han sido cursadas por los delitos de rebelión, sedición, malversación,
prevaricación y desobediencia y la Fiscalía federal belga podría enviar
la documentación a un juez de instrucción este mismo fin de semana. Se
abrirá a partir de entonces un escenario, en principio incierto, para
una y otra parte.
Cuando sean citados, Puigdemont y los consellers
se presentarán ante la justicia belga. ¿Cuál será la actitud del
magistrado? ¿Les hará ingresar en prisión o los dejará en libertad?
Tanto en uno como en otro supuesto, la decisión sobre la extradición no
será inmediata, ya que el juez dispone de hasta dos meses para
pronunciarse. Teniendo en cuenta que el president y los consellers
que han tomado la vía del exilio han puesto el acento en que no quieren
eludir la justicia, sino denunciar la parcialidad de la justicia
española, la decisión que vaya adoptando a cada paso Bélgica tendrá un
impacto importante sobre los consellers encarcelados en Madrid.
Las movilizaciones. La gran carta siempre del independentismo, capaz
de superar hasta la fecha todos los retos que se ha fijado. Este viernes
ha llenado las plazas de numerosas ciudades de Catalunya
en una nueva exhibición de fortaleza. El reto de convertir el próximo
11 de noviembre en una Diada como las de cada 11 de septiembre es el
próximo objetivo de la ANC y Òmnium.
Por en medio habrá "el paro general de país" convocado a imitación del
que se celebró el pasado 3 de octubre, dos días después del referéndum, y
que paralizó Catalunya.
Los organizadores de la "semana de la libertad" disponen de menos
tiempo y menos instrumentos que en movilizaciones precedentes y por ello
será un buen termómetro de la capacidad de resistencia del
independentismo. También para evaluar hasta dónde la irritación
existente tiene un fuerte componente de movilización en la calle.
Finalmente, están los preparativos de las elecciones del 21 de
diciembre. El independentismo mantiene discretamente conversaciones
sobre cómo se visualiza el acuerdo entre las diferentes formaciones. Y
cómo juegan en una o en varias candidaturas, Puigdemont, Junqueras, Carme Forcadell, los consellers detenidos o exiliados y los Jordis, en prisión en
Soto del Real desde el pasado 16 de octubre.
En estos momentos, la
posibilidad más realista es que no fragüe una candidatura como la que se
produjo en 2015 con Junts pel Sí. Esquerra ni la quiere ni la ve y así lo ha dejado claro Oriol Junqueras en los días previos a su ingreso en prisión. Hasta hace unas horas, esa era también la posición del PDeCAT, aunque ha virado. ¿El paso al frente de Puigdemont
ofreciéndose a ser candidato tiene fuerza para cambiar la inercia que
había?
Nadie lo sabe con absoluta certeza. Pero el tiempo corre, ya que
las coaliciones se cierran el martes y el "testamento político" de
Junqueras ha ungido a Marta Rovira como la persona que debe conducir durante este tiempo la nave republicana.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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